Tiene más de un perro guía, ¿verdad?

Tengo dos, Gayla y Adele. La primera tiene ya diez años y está jubilada por problemas de salud. La segunda unos tres años y medio.

¿En qué momento de sus vidas pasan a seguirle día a día?

Pasan primero un año con otras personas y luego tienen que superar un periodo en la escuela de perros guía. Gayla vivió con una familia, y en cambio Adele se crió en la cárcel. Después de eso pasaron unos cuatro meses en la escuela en Estados Unidos.

Ese entrenamiento, ¿en qué consiste?

En los cuatros meses de entrenamiento aprenden a localizar, orientarse. Saber encontrar cruces, puertas, un lugar para salir. Vamos, si ven un agujero no tirarte dentro.

Está todo el día con usted, ¿no se despegan nunca

Básicamente, me levanto muy temprano para pasear a la que está jubilada y luego la otra, realmente, está conmigo las 24 horas. Menos para dormir, ya eso cada uno en su cama. No es una mascota, es casi una extensión de tu cuerpo.

¿Le lleva a los sitios entonces?

Hay un mito, no es que el perro te lleve a todos los sitios, que parezca que se ha estudiado por la noche Google Maps [risas]; realmente lo único, y más importante, que sabe hacer es esquivar los obstáculos y localizar.

¿Encuentra problemas a la hora de sacar el perro a la calle?

Los medios de transporte son de los más concienciados. Especialmente, las guaguas de Las Palmas tienen un trato extraordinario con los perros guía. Se encuentran más problemas a la hora de entrar en restaurantes o establecimientos. Una vez en urgencias de un ambulatorio de la ciudad me pusieron pegas para entrarlo, me decían que tenía que dejarlo fuera y al final lo dejé en la sala de espera. Son cosas que te vas encontrando y te das cuenta que no depende tanto de un tema de educación si no de conciencia social.

En el sentido de, no es un capricho, forma parte de su vida.

Claro, no es una mascota que se está dando un paseo, es un perro que está haciendo su labor, su trabajo. Es como decirle a alguien no vaya usted con su silla de rueda.

Entonces, ¿existe falta de conciencia en la población?

Hay una cierta falta de conciencia, porque cuando ven al perro quieren tocarlo, estar con él, jugar. Tiene sus momentos de juego y se los doy, pero en la calle ese no es el momento. La distrae o le intentan dar de comer. Si se entretiene con otra cosa, es ella quien se siente mal, porque sabe que ha hecho algo que está mal, aunque no sea culpa suya. Aún así poco a poco se ven cambios entre la gente.

Lo peor lo encuentra en el sector de la hostelería.

En muchos hoteles llamas para reservar, les dices que llevas un perro guía y te dicen que está todo lleno, que no hay hueco, son cosas que no puedes demostrar. Entonces muchas veces no aviso, no digo nada y me presento allí con ella.

Pero, ¿ha notado cambios en estos años?

He visto la mejora porque he expuesto a mi perro a muchos eventos públicos y la gente aprende de lo que ve. Hay que tener en cuenta que viajo mucho, lo llevo a conferencias, eventos. Noto que ha aumentado la consciencia en España, pero falta por reconocer y respetar la labor de estos animales.

Como viaja tanto, ¿encuentra diferencias entre esos lugares que ha visitado y Canarias?

Canarias, y España en general, están muy por detrás de Estados Unidos. Pero bueno, Las Palmas está mucho más avanzada que muchísimas ciudades. Cuando no me dejaron entrar en una pizzería hace unos años, la respuesta de la sociedad fue abrumadora, la gente se volcó. Y esa respuesta sirvió de algo. Falta en el trato en la calle, lo que comentaba antes.

¿Qué reacción tenía su perrita en las competiciones deportivas?

Procuraba no llevarla. Mi perrita Gayla era muy sensible al estrés. Lo pasaba muy mal por las aglomeraciones. Una cosa es que te ayude en el día a día y otra hacerla sufrir gratuitamente. Ya me retiré, pero creo que en cambio esta de ahora, después de haber crecido en la cárcel, ni se inmutaría. No tiene esa sensibilidad.

A ella sí la lleva a todo.

Si, absolutamente. Concierto, partidos de fútbol, baloncesto. Lo aguanta genial. No se queja. Lo único que a partir de las ocho como si no le des de cenar se come cualquier cosa y a la hora de hacerlo ya no quiere trabajar.

Y después de esa hora, ¿cómo se las arregla?

Con las galletas, hay que tirar y que se mueva, negociar con ella porque si no imposible [risas].

¿Se nota el cambio de un perro a otro?

Sí. Son dos caracteres muy diferentes. Aunque parezca broma tienen distintas sensibilidades a las que tienes que adaptarte. Una hacía cosas bien que la otra no tanto, y el contrario claro.