La Provincia - Diario de Las Palmas

La Provincia - Diario de Las Palmas

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Aquí la Tierra La articulación del territorio

Separatismo

En 1919 se propugnaba separar La Isleta y Santa Catalina de Las Palmas y Guanarteme de San Lorenzo para crear un municipio

El Puerto de La Luz y el istmo de Guanarteme vistos desde La Isleta hacia 1900. LA PROVINCIA / DLP

Los límites entre territorios pueden estar determinados por la naturaleza, por un río, por ejemplo, o por un desierto o una cadena de montañas. Pero pueden estarlo también por decisiones políticas que pueden asentarse o no en divisorias naturales. Así, la cordillera del Himalaya separa India de China, pero las líneas rectas que distinguen Colorado de Kansas, Oklahoma, Nuevo México, Arizona, Utah, Wyoming y Nebraska, todos estados de Estados Unidos, fueron trazadas por los agrimensores según cálculos puramente abstractos. El soporte natural de Las Palmas marca, y cuanto más atrás en el tiempo lo hacía más, líneas claras entre zonas, pero sus límites administrativos serían hoy otros si en la segunda década del siglo XX la Liga del Puerto de la Luz hubiese logrado crear un municipio nuevo mediante la segregación de los distritos de La Isleta y Santa Catalina, así como del de Guanarteme, perteneciente entonces a San Lorenzo.

En un artículo en tres entregas titulado justamente La Liga del Puerto de la Luz y publicado entre el 11 y el 14 de marzo de 1919 en el diario local El Tribuno, Tomás Roca exponía el sentir de los miembros de la sociedad que se constituía entonces. "Si nuestros intereses fueran bien administrados y tuviéramos todos los servicios que nos corresponden, tendríamos siempre el derecho de independizarnos pero no sería conveniente [?], y como tenemos la seguridad de que el abandono, la incuria y la injusticia son y serán las normas de conducta del Ayuntamiento de Las Palmas [...] nos constituimos en una sola agrupación política que encauce nuestras aspiraciones y energías y dar cima a la creación de un Ayuntamiento independiente lo cual obtiénese con que lo solicite la mayoría de los habitantes del Puerto de la Luz".

Según los miembros de la naciente Liga del Puerto de la Luz, el ordenamiento jurídico entonces en vigor dejaba espacio para sus aspiraciones independentistas, de modo que no necesitaba organizar referéndum ilegales, desafiar la autoridad del alcalde de Las Palmas buscar la solidaridad de otros municipios de Gran Canaria, ni exponerse a los porrazos de la Policía Municipal. "Basta", decían los separatistas, "con la vigente Ley Municipal que autoriza la segregación de los distritos distantes de un término municipal, siempre que reúnan las siguientes circunstancias que señala el artículo 2º, que son, que tenga más de 2000 habitantes residentes, que tenga o se le pueda señalar en territorio proporcionado a su población y que pueda sufragar los gastos municipales obligatorios". Todos estos requisitos los cumplía de sobras el territorio candidato a desmembrar Las Palmas, que presentaba al Puerto de La Luz como su principal activo económico.

"Las Palmas nos roba", podrían haber dicho los separatistas portuarios a tenor de los argumentos esgrimidos por su portavoz: "[el Ayuntamiento de Las Palmas] recauda todos los años por el Puerto de 150.000 a 200.000 pesetas por los diversos arbitrios (?) y no invierte ni ha invertido en los servicios municipales del Puerto ni 30.000 pesetas, de modo que casi todo lo que percibe lo gasta en los privilegiados de Vegueta y Triana, en empleos para los amigos políticas de Las Palmas y en las licitaciones que existen en toda Administración pública dirigida por oligarquías y caciques".

La secesión, entonces, en la perspectiva de la Liga, sólo podía acarrear beneficios: "Sólo así el Puerto podrá tener higiene, que muchas de sus calles estén limpias de las miserias humanas que los vecinos pobres vénse obligados a arrojar a las vías públicas, por no tener dónde echarlas; tendría un servicio de alcantarillado que hará desaparecer aquellos focos de infección permanentes que unidos a los que emanan los pozos negros existentes en nuestro suelo y en comunicación con las aguas muertas de nuestra bahía explican que las epidemias exóticas sean endémicas en este barrio; tendrá escuelas aptas para que todos los niños reciban instrucción y no estén abandonados por esas calles mendigando y acosando a viajeros y transeúntes; tendremos vigilancia que garantice nuestras vidas y haciendas hoy a merced de cualquier criminal que intentara atropellarlas". De este modo, remataba sus afirmaciones la Liga, "el Puerto de la Luz no será lo que es hoy, un aduar africano que a todos nos deshonra, sino una ciudad nueva, limpia y culta".

Resulta curioso que, por boca de su portavoz, Tomás Roca, en este serie de artículos publicados en El Tribuno, que se presenta como diario republicano federal, la Liga plantease todas sus demandas como un litigio con el Ayuntamiento de Las Palmas, cuando parte del territorio que aspiraba a anexar al futuro municipio del Puerto de la Luz, pertenecían a un tercero: el de San Lorenzo. Sea como fuere, la Liga, a lo que se ve, tuvo una vida efímera que, da la sensación, no recuerdan si quiera la mayoría de los descendientes de aquellos independentistas portuarios. Triana y Vegueta, por otra parte, fueron con los años perdiendo centralidad a favor del Puerto, que se convirtió en un barrio comercial -y durante un tiempo también turístico- boyante". Y los límites territoriales igualmente cambiaron, pero el cambio fue a favor de Las Palmas, que tras la guerra civil se anexionó San Lorenzo, y con él Guanarteme, que es actualmente otro de los barrios con más agitación nerviosa de la ciudad.

Compartir el artículo

stats