A sus 80 años, Emilia García Valladares no ha tenido que ir todavía al médico para pedirle que le recete "ni una sola pastilla". Así lo cuenta ella misma llena de orgullo antes de revelar que el único secreto para tener tan buena salud es mantenerse activa, tanto física como mentalmente. Para ello, está apuntada a clases de gimnasia para la tercera edad, literatura y Chi kung (una disciplina que aglutina "taichí, yoga y técnicas de relajación") de las que la octogenaria salía "como una pluma". O por lo menos así era hasta las pasadas Navidades, ya que al volver de vacaciones ella y sus compañeros del Centro de Día para Mayores La Isleta se encontraron con que las actividades habían parado después de que el Gobierno de Canarias, de quien dependen las instalaciones, sacase a concurso el servicio que tendrá que pasar por todo el proceso de licitación.

La medida, explican fuentes del Ejecutivo regional, viene impuesta por la normativa que establece que los contratos mayores tengan que salir a concurso. Y aunque también han anunciado que intentarán "agilizar el trámite para que se resuelva la adjudicación cuanto antes", entre los afectados esta semana se ha extendido el temor de que pasen varios meses sin poder asistir a los talleres que tanto bien les hace. No obstante, desde la Administración canaria aseguraron ayer la continuidad de las clases con los profesores anteriormente contratados hasta que concluya el proceso de licitación. Si bien esta prórroga que se mantendrá hasta el cambio de contrato se efectuará tan solo en aquellos centros que sean gestionados directamente por la Dirección general de Políticas Sociales, según aclararon.

Actualmente, en Canarias más de 40.000 personas están inscritas en este tipo de instituciones, aunque no todas participan en las actividades que se ofrecen. De ellas, 2.761 lo están en el Centro de Día para Mayores de Schamann y 3.771 en el de La Isleta donde acude prácticamente a diario, a excepción de los fines de semana, García Valladares. Ella es usuaria desde 2009 y asegura que hay mucha gente que lleva desde que se abrió el local. De ahí que no entienda que estén perdiendo clases. Y es que según relata, tan solo a gimnasia para la tercera edad van más de 150 vecinos de distintos barrios de la capital grancanaria. "Tenemos un profesor que sabe de geriatría, porque no es lo mismo hacer ejercicio con gente joven que con personas que tienen edades entre los 70 y los 90 y pico años. Por eso él nos lleva muy bien y sabe hasta dónde tenemos que llegar y cómo tenemos que hacer las cosas", explica quien tan solo tiene buenas palabras para sus monitores.

"La de Chi kung da tres clases seguidas y en ellas trabajamos la mente, pero también movemos el cuerpo y hacemos técnicas de relajación", apunta. García también acude dos horas cada lunes al taller de Literatura en el que no solo leen, también comparten aquello que han entendido tras la lectura, así como aprenden a pronunciar correctamente. "Hay que tener en cuenta que a nosotros nos tocó vivir una época muy dura y muchos apenas sabemos leer y escribir. Por eso, todo esto, tiene un valor y lo que no entiendo es que estemos retrocediendo en pleno siglo XXI", apostilla.

La octogenaria, que casualmente también vive en La Isleta, no oculta su indignación con la situación que se han encontrado tras la Navidad en el centro. "El Gobierno tiene la obligación de mantenernos activos y no pueden pararnos tan radicalmente porque al final nos vamos enquilosando y terminaremos yendo todos a la Seguridad Social para que nos manden pastillas", comenta en una queja que, a pesar de salir de su boca, también es extensible a sus compañeros, quienes ayer al mediodía no estaban todavía al tanto de la decisión de la Dirección General de Políticas Sociales de retomar y continuar con las clases hasta que acabe la licitación del servicio.

"Ayer [por el martes] tuvimos una reunión con nuestros profesores, que realmente fue una despedida, ya que ellos son autónomos y evidentemente tienen que buscarse los medios para mantener sus casas y ni ellos ni nosotros sabíamos nada de que se iban a mantener las clases", asevera una de las usuarias que ha abanderado la lucha por el derecho a mantenerse activa por muchos años que se carguen en la mochila de la vida.