Los mejores Mamelucos han vuelto para quedarse. Segundos el año pasado, y ganadores absolutos en 2016, los de Xerach Casanova regresaron a lo más alto del podio en la noche de este viernes. Lo hicieron por contundencia. Pero sobre todo engrandeciendo el sentido de murga. Figurada y literalmente. En el segundo de los casos porque pusieron en escena durante su segunda actuación, y como si se hubieran multiplicado en un abrir y cerrar de ojos, a todos los integrantes de Los Nietos de Sary Mánchez, uno de los colectivos punteros de Gran Canaria. Antes, con un tema en primera persona con avatares que sufren los componentes de la propia murga, ya habían terminado de sentar las bases de lo que acabó siendo un concurso redondo, desde su descomunal fase hasta su despedida de ayer. Los 30 minutos de este viernes le permitieron a Mamelucos marcar diferencias con el resto y demostrar que pese a que muchos otros participantes no lograron estar al nivel esperado, todavía hay esperanza de que las murgas adultas sigan reinventándose y creciendo año tras año. Y es que con Mamel la murga todavía está muy viva.

Si complicado parecía que Mamelucos mejorar lo de la fase, lo de la Casa del Miedo superaron incluso su actuación del martes. Con la misma conexión desde el primer segundo y mayor fuerza antes de poner sobre las tablas argumentos más que sólidos. En su intención más reciente de proponer algo diferente y no quedarse en la historia ya escuchada, cantaron como primera canción Un tema en primera persona, el relato de problemas en el día a día que sufre la sociedad, pero en este caso padecidas por los propios murgueros de este colectivo. Arrancaron con mucha fuerza tocando temas como las antenas de telefonía que producen cáncer, o la necesaria inserción de aquellos discapacitados que quieren "trabajar como uno más". Se perdieron ahí dentro de sus particulares estadísticas y abordaron, como percha de todos aquellos que "hacen cáncamos" ese discutido mundo del que cobra en Carnaval. Para unos artistas y para otros peseteros, perdonen si la vida esta jodida y yo me la gano aquí en febrero".

Tocaron la fibra a la hora de abordar historias particulares relacionadas con la Sanidad y asuntos sociales. Desde la ausencia de pediatra de urgencias en el Norte o la espera por un trasplante, los infartos, la indigencia de la que "tantos casos quieren que se tratan de hacernos olvidar". Todo con más fuerza según avanzaban las estrofas, retahíla incluida. Mamelucos, en esa burbuja de confianza en la que están instalados, ya estaba lanzado y acabaron adornando su interpretación con más asuntos propios y a la vez generales: contratos temporales, el autónomo, la homofobia? Todos "casos reales" para demostrar que "somos iguales la murga y la sociedad". Quizá por ese ritmo vertiginoso el Recinto apenas explotó durante su transcurso, pero sí reservó una ovación unánime tras su final.

Pero el no va más llegó con su segundo. Mamelucos volvía a inventar para convertirse en la murga más grande de la historia. Y es que tras amagar con un rajazo en el canarión aparecieron en escena los grancanarios Los Nietos de Sary Mánchez con su director Rubén Pitu, el director de Sary Mánchez. La mitad de los pupilos de Xerach Casanova cedieron, en cada micro, un hueco a sus vecinos para hacer, de dos murgas, una sola. Mientras, la otra mitad de cada grupo quedaba en el frente del escenario a modo de duelo. Lo que pareció ser inicialmente como un pique se convirtió realmente en un sano enfrentamiento para poner en valor los problemas y virtudes del Archipiélago. Ya solo la estampa sobre las tablas, alejada del batiburrillo que resultó de otros intentos similares, impresionaba.

Mamel acusó a los canariones de copiar letras y disfraces, y tocaron a la grada con los gritos más reconocibles de varias murgas locales como Singuangos y Bambones. Intercalan asuntos más serios como los empleos precarios y dan una vuelta de tuerca a la interpretación al sacar a escena a Los Desahuciados y Los Balandrones, murgas de Lanzarote y La Gomera para poner en relevancia las carencias de las Islas menores. "Y nosotros nos quejamos, tremendos cojones", dijeron. Otro cambio de registro para no caer en el tópico de los emisarios y las microalgas. "Me cago un truño y aparece en Moya". El tema iba de un lado hacia otro y su temática se escribía en un abanico totalmente abierto. Ahí cupo el recuerdo al ascenso frustrado del CD Tenerife contra el Getafe. "No hay un godo de mierda que a los canarios los llame africanos", dijeron a una sola voz.

Incluso se atrevió el binomio Mamel-Nietos a meterse en un tema espinoso, el de la inversión de los grupos del Carnaval en su vestuario, pidiendo que "se disfracen para estar a la altura" en algo que es "santo y seña de esta fiesta". "Ya está bien de directivas que siguen mamando de los carnavales", fue su atrevido alegato. Ahí anhelaron los Nietos el triunfo de Mamel para volver a Santa Cruz a la Gala, pero Mamel les recordó que "solo se cantará lo que dicte Gladis de León". El tema, vertiginoso de un lado a otro (quizá en ocasiones demasiado) ya estaba lanzado y terminó de esprintar cuando se hizo partícipe también a la grada. Aquello de que "el mejor concurso es el de los chicharreros" es algo que no suele fallar, y en un escenario como el que había amasado cuidadosamente Mamelucos, era sinónimo de rotundo éxito. "Ya querrías tener tu nuestra afición, nuestros grupos y haber mamado carnavales en las murgas infantiles", dijeron los de la Casa del Miedo para volver a poner, como en la fase, el Recinto patas arriba y, además, a los Nietos arrodillados ante la evidencia. Esa que confirmaba a Mamelucos como la mejor murga en otra actuación sobresaliente, ésta, perfectamente con la etiqueta de histórica.