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Entrevista| Cristóbal Martell Pérez-Alcalde

"Una sociedad que solo atiende al derecho penal es una sociedad fallida"

"La modificación del ordenamiento jurídico debe producirse por los cauces que rige este mismo ordenamiento", explica el abogado

Cristóbal Martell Pérez-Alcalde, en su despacho de Barcelona. LA PROVINCIA / DLP

'De la huida del Derecho Administrativo al Derecho Penal' es el título escogido para la conferencia que dará el próximo 3 de abril en los 'Acuaforum' que organiza la Fundación Acuorum. ¿Qué nos puede adelantar?

El pie de entrada parte de una paradoja. De cómo el derecho administrativo que regula la función pública y los servicios públicos, buscando agilidad y eficacia se dotó y adornó de formas jurídico-mercantiles, pagando como precio la relajación de determinados instrumentos de fiscalización y control del derecho administrativo y ante ese aparente vacío irrumpe como un tsunami el derecho penal. El actual cuadro es desolador, se tiene la errónea impresión que solo el derecho penal encauza y soluciona el conflicto. Una sociedad que solo atiende al derecho penal, el más brutal de los instrumentos jurídicos de reacción, es una sociedad fallida. Entre todos (legislador, poder judicial y agentes sociales) debemos salir de este agujero.

Usted, pese haber nacido en Caracas y haberse criado en Gran Canaria, ha pasado gran parte de su vida en Barcelona. ¿Cómo está viviendo los acontecimientos sucedidos durante los últimos meses con motivo del procés?

Con preocupación. Toda aspiración política es legítima, pero la modificación del ordenamiento jurídico debe producirse por los cauces que el propio ordenamiento jurídico contempla para su modificación.

En los últimos tiempos estamos asistiendo a un continuo goteo de casos de artistas y otras personalidades que son investigados e incluso encarcelados por sus obras como el caso del rapero Pablo Hasel o por comentarios en Twitter. ¿Considera que está en peligro la libertad de expresión?

Ningún derecho constitucional es ilimitado, tampoco la libertad de expresión en cuanto puede colisionar con otros derechos también dignos de tutela como la intimidad o el honor. Dicho esto, y atendiendo al papel preponderante que debe tener la libertad de expresión como conformador de la libertad de opinión y la libertad política, determinadas tendencias de restricción o, aun peor, criminalización resultan extraordinariamente perturbadoras. Además no parece razonable solventar delitos de expresión con penas privativas de libertad en abierta quiebra del principio de proporcionalidad a que debe atender la reacción de castigo frente a conducta. Las penas de multa y la indemnización por daños causados parecen una reacción suficiente para los casos que pueden llegar a considerarse extralimitaciones intolerables al ejercicio del derecho.

Usted es muy crítico con los medios, consideran que hacen flaco favor a la justicia en determinados casos. Imagino que esa visión habrá empeorado con los últimos casos como el del Diana Quer o el de Gabriel Cruz.

Mi posición crítica se limita a deplorar el "pan y circo", pero sin cuestionar el papel de los medios en un Estado democrático y sin afirmar que existan cotos a la información. Hacer del dolor o de la brutalidad un espectáculo es preocupante en términos de salud social. Sólo la autorregulación habilitará corregir la actual y muy triste tendencia.

La presión ha llegado a tal punto que los abogados de oficio han mostrado su preocupación por los comentarios que reciben por defender a los autores de ambos asesinatos.

Sin derecho de defensa no existe Estado de derecho. Solo a partir del llamado juicio justo o proceso debido bajo los principios de contradicción y prueba puede y debe alcanzarse un resultado condenatorio. A la condena o absolución debe llegarse a través de rígidas reglas procesales que garanticen el deseado juicio justo. Y en ese viaje el ciudadano acusado necesita de un técnico del derecho que le dirija y asista. Socavar el referente ético del abogado defensor supone socavar los fundamentos mismos del proceso justo y equilibrado.

Y con estos asesinatos tan mediáticos también se alimenta el apoyo a la prisión permanente revisable. ¿Considera que esta medida es una solución para evitar los crímenes?

El Código Penal español ya contempla un cuadro de penas suficientemente riguroso. Se habilitan penas de hasta 40 años. La prisión permanente revisable fue en su día una debilidad del legislador haciendo concesiones a determinadas posiciones instaladas más en la sed de venganza que en el paradigma de resocialización que constitucionalmente debe impregnar la pena.

¿Se siente cómodo al ser considerado el abogado de moda por defender a personalidades como Jordi Pujol, Messi o a entidades como el FC Barcelona?

El abogado no es noticia. Lo son los clientes y los casos. El abogado es fungible y desarrollará mejor su función desde el perfil bajo y expresándose solo con el instrumento del derecho. Debe permanecer ajeno al debate social del caso.

Dicen de usted que es un experto en pactos para evitar la cárcel de sus representados. ¿Se ve reflejado en esa definición?

La palabra pacto en el orden penal, de saque, puede repeler y sonará a chalaneo. Sin embargo cuando hablamos de pactos, hablamos de un instrumento que la ley contempla y en el que acusación y defensa, adelantando aquello que habrá de concretarse en sentencia, se ponen de acuerdo en la fijación de los hechos y el derecho aplicable. Sin duda es un instrumento eficaz en cuanto agiliza el curso de la administración de justicia y evita alguna sorpresa a quienes fían todo al juicio oral tras una defensa empecinada. Soy naturalmente proclive a potenciar el entendimiento y el pacto.

Dice en una entrevista que aprendió de su padre, Cristóbal Martell Ortega, su "inflexible rectitud", que "nunca lo vio ofender ni hacer daño a nadie". ¿Siempre tuvo claro que quería ser abogado como él?

El derecho es una vocación tardía y fui el primer sorprendido cuando me atrapó.

¿Qué recuerda de su etapa de infancia en las tierras de Valsequillo?

Mi patria es mi infancia y Valsequillo fue mi infancia.

¿Que supone para usted entrar a formar parte de la Fundación Acuorum como vocal?

La Fundación nació hace ahora tres años con vocación de mejorar la vida de los canarios, de dar oportunidades, de potenciar el talento e impulsar proyectos de innovación. En ese sentido, supone una satisfacción y, a la vez, una responsabilidad. Comparto este trabajo con profesionales de máximo prestigio que componen el Patronato de la Fundación. Un honor y un privilegio. Nos hemos marcado como principal objetivo que las iniciativas tengan el mayor impacto posible de transformación en positivo.

¿Es esta una forma de estar más relacionado con la sociedad canaria? ¿Le veremos más a menudo por las Islas en eventos como el que se celebra el próximo martes?

Supone estar conectado de nuevo con Canarias y su realidad. Una excelente oportunidad para aportar valor a través de iniciativas solidarias y culturales. En los últimos años, gracias a mi presencia en Acuorum, he visitado más las Islas, pero lo que es más importante, he podido vivir de cerca proyectos capaces de mejorar la vida de la gente. Seguiré comprometido en el futuro.

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