Es evidente que la voluntad política no basta para convertir los deseos en realidades, y no es menos evidente que si no hay dotación económica que sustente dicha voluntad toda sería papel mojado o las palabras se las llevaría el viento. Este aserto viene a propósito de los presupuestos participativos. Podemos llenarnos la boca de grandes elucubraciones sobre gobernantes y gobernados, sobre la democracia representativa y la participativa, sobre estrechar la brecha que existe entre la vida social y la vida política, claro que podemos y en muchos momentos es hasta conveniente, pero si al fin y a la postre las reflexiones y planteamientos no van acompañados de su correlato financiero, de una ficha económica que lo haga viable, jamás podremos avanzar y demostrar que es posible cambiar la realidad.

Esta reflexión previa viene a cuento porque el pacto de gobierno, que actualmente gobierna el municipio más poblado de nuestras islas, Las Palmas de Gran Canaria, incluyó en su programa la implantación de los presupuestos participativos y esta concejalía ha estado trabajando en ello desde el primer momento, fortaleciendo la propia área de Participación Ciudadana, reflexionando internamente con los demás servicios municipales y, además, con las expresiones organizadas de la ciudadanía a través de los consejos de participación, las asociaciones de vecinos, foros, plataformas, etc. Finalmente, y para comenzar, este año 2018 hemos establecido una dotación presupuestaria de 1.500.000 euros para tal fin.

Desde mediados de los años 90 del pasado siglo, con la ciudad brasileña de Porto Alegre a la cabeza, empezó a hablarse de los llamados presupuestos participativos. Desde ese momento se fueron implantando en muchos municipios de todo el mundo, España incluida. A partir de las elecciones municipales del 2015 este planteamiento cogió un impulso extraordinario, asumiéndose como compromiso político en muchas de las principales capitales de nuestro país. En Madrid, por ejemplo, el proceso ha tenido un gran éxito y la participación popular ha alcanzado cotas desconocidas hasta ahora.

Pero los presupuestos participativos no son un método único y cerrado, aunque hay un consenso de que se trata de acercar el gobierno municipal a la ciudadanía, dándole un mayor protagonismo en la toma de decisiones. Ese protagonismo no supone que la ciudadanía opine y la clase política decida; al contrario, se trataría de que los primeros adquieran un protagonismo directo sobre el destino de determinadas partidas presupuestarias que se someten a su decisión. A partir de este entendimiento general, podemos agrupar en dos los diferentes métodos empleados para conseguir este fin: uno, definido como orgánico, es el que a través de una serie de intermediaciones organizativas de democracia directa, desde asambleas de base, hasta reuniones de personas delegadas de uno y otro ámbito, hasta alcanzar la escala deseada, se llega a las decisiones sobre el destino de las partidas consignadas previamente. El otro, que podemos denominar como universal, pone el acento en las propuestas ciudadanas, que pueden provenir de colectivos ciudadanos como de personas individuales, que deberán ser valoradas por los diferentes servicios municipales, y mediante el voto directo la propia ciudadanía determinaría cuáles se ejecutan. Después de una somera evaluación desde el área técnica, se determinó la propuesta que más se ajustaba a nuestra realidad, y, por tanto, podía ser más operativa era la segunda. No es que la primera sea mala, al contrario, pero quizá para una gran ciudad como la nuestra -donde el nivel de intermediación ciudadana debe avanzar mucho más- no parecía el más adecuado en estos momentos. Por eso optamos por el modelo que conlleva ir a la votación, aunque para el futuro no descartamos ir hacia un modelo mixto, que recoja lo mejor de ambos métodos.

La Junta de Gobierno de la ciudad acordó destinar un millón y medio de euros para que se introdujeran en los presupuestos municipales del 2018 y se ofrecieran directamente a la decisión de la ciudadanía, acontecimiento histórico puesto que se hacía por primera vez en la ciudad. Esa cantidad fue dividida entre los cinco distritos atendiendo a la población y a la superficie del mismo. El distrito de Vegueta, Cono Sur y Tafira dispone de 312.084,67; Centro: 282.326,13; Isleta, Puerto, Guanarteme: 279.026,62; Ciudad Alta: 321.091,37; y Tamaraceite, San Lorenzo, Tenoya: 305.471,21.

La primera etapa se cubrió con un notable éxito, presentándose más de 300 propuestas para el conjunto de la ciudad. Todas y cada una de ellas fueron evaluadas por los diferentes servicios municipales desde el punto de vista técnico y presupuestario, muchas de las cuales pasaron a la fase de votación, en concreto 97; otras fueron asumidas por los propios servicios municipales, 57 de ellas; y hubo también otras que fueron rechazadas por excederse de la cantidad asignada a cada distrito, por no pertenecer al capítulo de inversiones, por no estar contempladas en el PGOU de la ciudad o por no ser de competencia municipal, en concreto 109 fueron catalogadas como no viables en función de la convocatoria realizada. En

definitiva, alrededor de un 60% de todas las propuestas han sido consideradas como viables -y como tal pasan a la votación- o han sido asumidas por los servicios, constituyendo un hito municipal que modifica en un sentido positivo la relación entre la gobernanza y la ciudadanía. El apoyo del Consejo Social de la ciudad, máximo órgano consultivo municipal, al informe presentado sobre las propuestas, y su autorización a pasar a la fase de votación también profundiza esta tendencia en el camino a una democracia participativa que corrija y complete los desajustes e insuficiencias de la representativa.

La última fase de este proceso será la votación, que comenzará a partir de mañana 9 de abril y se prolongará hasta el día 22 de este mes, es decir, dos semanas en las que la ciudadanía mayor de 18 años y empadronada en nuestra ciudad podrá votar todas aquellas propuestas que vean necesarias para un distrito. Las propuestas se difundirán ampliamente para que se conozcan previamente, incluso para que los diferentes colectivos y personas individuales puedan consensuar aquellas que sean más convenientes y prioritarias. Más que espacios de competencia, los presupuestos participativos son una oportunidad para generar consensos y acuerdos, ejercitando el músculo democrático de la ciudadanía mediante el diálogo y el encuentro. Se podrá votar telemáticamente mediante una plataforma digital (tudecides.laspalmasgc.es), en la que te tienes que inscribir previamente y luego votar tantas propuestas a un solo distrito como te permita el presupuesto asignado al mismo. También se podrá ejercitar el voto presencialmente, en las oficinas centrales del Metropole y en las Oficinas de Atención a la Ciudadanía, así como en determinados barrios, locales y plazas que nos demanden para que todos los que quieran no se queden sin votar, habiendo personal cualificado para favorecer la libre expresión ciudadana.

Así que ahora lo que toca es participar, que la gente se implique y nos indique las inversiones que deseen hacerse para mejorar tu calle, tu barrio y tu ciudad. Este camino emprendido no es fácil, nos encontraremos con muchas incomprensiones y dudas, pero ya no hay vuelta atrás, los presupuestos participativos han llegado para quedarse y de todos y todas depende que empecemos con buen pie acudiendo a votar por una ciudad mejor.