"La ciudad a Félix de Granada por su visibilidad y su arte, y en recuerdo a quienes sufrieron la represión franquista por su disidencia sexual". Así reza la placa que desde ayer figura a la entrada del centro cívico Suárez Naranjo, en el barrio de Arenales, en homenaje al que fuera uno de los artistas del transformismo en España. Un espectáculo que llenó los clubes y discotecas de la década de los 60 y 70, y bajo el que muchos hombres ocultaron su identidad sexual, reprimida entonces por el franquismo con la cárcel por la ley de vagos y maleantes de 1954. El artista, que había nacido en el barrio de Arenales bajo el nombre de Félix Cabrera Canino, falleció el 2 de abril del 2016, a los 84 años de edad por la enfermedad del Alzehimer.

El colectivo Gamá, que ya homenajeó tras su muerte al artista, fue quien promovió dicho iniciativa. Hace dos años el pleno municipal aprobó por unanimidad este reconocimiento público pero no ha sido hasta ayer cuando se ha instalado la placa. Su colocación ha coincidido con el Día Internacional contra la Homofobia y la transfobia.

El concejal del distrito, José Eduardo Ramírez, que presidió el acto junto a Nacho Pérez, en representación de Gamá, y Mercedes Perdomo, sobrina del artista, reconoció que el Ayuntamiento cumple así una deuda con Félix de Granada "y con todas las personas que como él fueron represaliadas por el franquismo por querer ser libres y visibilizar lo que eran pese a que se jugaban la vida"

Pérez, por su parte, señaló que era de justicia este homenaje a Félix de Granada por lo que supuso la represión franquista de "humillación, maltrato, represión y cárcel" a un artista que no escondió lo que era y que solo "tenía como arma su espectáculo; las únicas que le permitieron entonces" para vivir en libertad. Y, por ende, a todas las personas que fueron perseguidas por lo mismo en aquellos tiempos de dictadura, "que fue implacable contra lo que consideraba disidencias sexuales".

"Es de justicia que la democracia reconozca con respecto a quienes se enfrentaron al franquismo en su intento de ser libres", añadió Pérez, que señaló que el colectivo Gamá debe mucho a estos hombres del espectáculo.

Su sobrina, Mercedes Perdomo Cabrera, muy emocionada, destacó, por su parte, que Félix siempre tuvo "un corazón divino para con su familia, sus amigos y los amigos de sus amigos". Y apuntó que "no se olvide su lucha".

Félix Cabrera Canino nació a principios de los años 30. Cuando era aún muy joven comenzó a trabajar en el circo canario Toti y pronto el mundo de las variedades le atrapó. Actuó con el ballet valenciano Gardenias del Sur y en los años 60 se consolidó como artista fuera de Canarias tras una turné por diversos países del Mediterráneo cantando copla. Durante sus giras, se codeó con artistas de la época como Antonio Machín, Lola Flores, Paquita Rico o Estrellita Castro. En 2011 presentó su biografía Simplemente Félix: andanzas vitales y artísticas de un canario Félix de Granada, escrita por Victoriano Santana.

Anécdotas del artista

El homenaje más entrañable, sin embargo, se lo dieron ayer los amigos y conocidos que asistieron al acto, muchos de los cuales compartieron escenario con Félix, que pasó un año de su vida en la cárcel de Lanzarote por vivir en libertad su sexualidad. Juana María Ortega, presidenta de la asociación de prostitutas y mujeres maltratadas, recordaba que le conoció siendo niña al vivir en el mismo barrio y, posteriormente, trabajó y viajó con él en sus espectáculos por todo el mundo. "Trabajó incluso en el circo Toti con Franco. En vez de Franco reírse de él, él se rio de Franco porque trabajaba de mujer en una época en que uno no se podía vestir", comentó. En su opinión fue "el mejor transformista que tuvo Las Palmas". "Sufrió mucho cuando le metieron en la cárcel y estuvo a pico y pala; me dijo que miraba para adelante como un burro para que no le metieran más años por mirar a alguno".

También tuvieron palabras de cariño Anita González, que trabajó con él en los espectáculos que se representaron en los teatro Avellaneda, Pérez Galdós y Pabellón de la capital y en las giras que hacían por la cárcel y otros espacios. "Tenía una voz preciosa", apostilló, mientras Ana María rubricaba que "la canción de Colorines fue la que le subió al él arriba, triunfó por todo el mundo". Manolo, el rey de la simpatía, que compartió escenario y cárcel, destacó su generosidad al actuar en cualquier gala benéfica que se lo pidieran. Y declaró que "el homenaje llega tarde".