La Provincia - Diario de Las Palmas

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Fiestas Fundacionales Pregonera

"Esta es una ciudad maravillosa pero a veces resulta surrealista"

"Un auténtico coleccionista no va comprando obra para luego vender, sino que disfruta de ella" afirmó la galerista

La galerista Saro León. TONY HERNÁNDEZ

¿ Cómo se siente tras ser nombrada pregonera de la ciudad?

Cuando me lo propuso la concejala Encarna Galván me asusté muchísimo, aunque le estoy muy agradecida. Me asaltaban las dudas. Hay gente brillantísima para ello, pero me convenció el que quería que fuera una mujer porque hasta ahora solo siete han dado el pregón. Aún así, le di una lista de mujeres como alternativa.

Convenciéndola hasta el final.

Sí (ríe). Me dio una semana para que me lo pensara y en este tiempo la gente me ha ido animado porque es una oportunidad para hablar de las artes plásticas. Llevo 30 años luchando para que en este sector se vayan normalizando una serie de cosas bastante difíciles de conseguir como lo de las aduanas [eliminar los aranceles] y, en ocasiones, me siento frustrada y cansada. Así que, bueno, me van a dar un micrófono y me voy a despachar (ríe).

¿Será una plataforma para explicar los problemas del sector?

No, no quiero desvelar el pregón (ríe). De lo que sí hablaré es de mis vivencias como mujer y no tanto como gestora cultura, aunque por supuesto contaré mi experiencia. Pero también de las artistas, de las mujeres como juezas, políticas, profesoras; en todos los campos.

Este reconocimiento se suma al Can de las Artes que le dieron en 2016. Sus paisanos la quieren.

(Ríe) Sí, me ha felicitado mucha gente. Es una sensación un tanto extraña. Por un lado, tengo el reconocimiento, que me llena de orgullo, pero luego no sirve como aval para ayudarme como gestora cultural teniendo en cuenta que vivo en un lugar muy pequeño, una isla apartada de cualquier continente. No es una queja; yo he decidido vivir aquí, pero tengo una empresa que debo sacar adelante y una serie de artistas que pretendo que vivan de lo que hacen.

Pide que repercuta en acciones políticas que faciliten su labor.

Efectivamente; pido más apoyo. Se apoya al turismo, a la agricultura, al teatro, a la danza, a la música, pero no a las artes plásticas.

Si tuviera que definir esta ciudad, ¿qué diría de ella?

Es maravillosa. Es una ciudad a la que aprecias cuando sales y vuelves. Dicen que es caótica pero no lo es, es bastante surrealista (ríe), plural, cosmopolita. Para mí es una ciudad bellísima

¿Cómo llegó a ser galerista?

Desde pequeña me gustaba estar metida entre pinceles y lápices. Estudié Bellas Artes en la escuela de Tenerife aunque no me gustó y lo aparqué. Luego hice Geografía e Historia y me licencié como historiadora del arte. Cuando terminé había una crisis tremenda (1979) y me apunté a las listas de empleo para dar clases y gestionar museos pero no aparecía trabajo. Me llamaron para dar clase pero me dio tanto pánico como ahora (ríe) y dije que no. Luego me llamaron para una sustitución en el museo de Bellas Artes de Santa Cruz pero tuve que guardar reposo por salud y no pude hacerla. Durante cuatro años estuve apartada del mundo laboral y cuando me planteé volver mi amiga galerista Magda Lázaro me animó a montar una galería aprovechando que había pocas y que a mi marido le trasladaban aquí. En 1988 abrí.

¿Nunca se ha arrepentido teniendo en cuenta que no es un sector fácil?

Sí. Pero el gusanillo que debo tener dentro debe ser tan acaparador que no me deja hacerlo (ríe). Pasas momentos tremendos de dificultad, se presentan situaciones maravillosas en las que podías conseguir muchas cosas para los artistas para los que trabajas; me siento una madre con ellos, pero te das cuentas que estás en Las Palmas de Gran Canaria, en las Islas Canarias, donde no hay un coleccionismo potente, ni un mecenazgo, ni apoyo de ningún tipo. Yo no soy rica y tengo que capear el temporal para seguir. Pides una ayuda a los organismos oficiales y te la niegan. A mí, por ejemplo, me ha ayudado más el gobierno central que los locales. El no disponer de medios económicos te obliga a parar, a no ir a ferias importantísimas porque no puedes descapitalizar la galería para acudir, hay que seguir. Si no hubiera sido así habría tenido que cerrar.

¿En qué se fija para que un artista exponga en su galería?

Una obra de arte te tiene que emocionar, es lo primero. Luego ves el trabajo que hay detrás. Yo siempre hago caso de algo que no sé cómo llamarlo pero que puede ser una intuición, un palpito. Evidentemente, también tengo en cuenta que estéticamente me guste. Pienso, ¿me lo llevaría a casa? Si es así voy para adelante con el artista. Soy también arriesgada, quizás demasiado. Creo que mi trabajo se basa en una cuestión de intuición y de apostar por algo.

¿Le funciona siempre esa intuición?

No siempre, aunque no es una cuestión de equivocarte o no con un artista. A lo mejor, cuando tú lo ves, las condiciones que le rodean no son las mejores. No hay nadie que apueste por él, no tiene marketing. Este es un mundo muy complicado y no vale solo que la obra sea buena o mala, sino de cómo se sabe vender también el artista.

¿Qué ha descubierto sobre el panorama del arte en Canarias cuando ha salido fuera y mira desde esa perspectiva?

Aquí siempre decimos que somos muy complejudos pero cuando sales a una feria, montas un stand y miras a tu alrededor dices: no será amor de madre pero el mío es más bonito (ríe). Te das cuenta de que tienes nivel, y mucho. En las Islas hay mucho nivel, gente capacitadísima para competir en cualquier lugar del mundo.

¿El problema está entonces en las trabas que pone la Administración para que salga la obra?

Sí. Tenemos que pasar por una aduana, dejar un aval, pagar un transporte más caro. Son muchas trabas, y luego no apoyan las iniciativas, al sector, igual que lo hacen con el Turismo o la Agricultura.

¿Qué habría que solventar aparte de esto que comenta?

Primero, dar becas a los jóvenes para que sigan formándose; que siempre son los mismos los que las reciben. Segundo, apoyar al sector privado para que puedan sacar fuera a estos artistas porque las administraciones no están capacitadas para ello, para eso estamos los gestores. Uniéndose las diferentes administraciones se podrían hacer además grandes cosas. Y, tercero, fomentar la educación y poner las herramientas necesarias para que la gente pueda consumir cultura porque para poder disfrutar de las Artes Plásticas hay que tener cultura, educación.

¿El galerismo desaparecerá con Internet?

Desde finales del siglo XX llevo diciendo que el galerismo es una actividad en extinción, igual que las ferias, las bienales. Está claro que va a aparecer un modelo nuevo porque las galerías ya han llegado a su fin. Aunque yo, que soy ya mayor, soy incapaz de comprarme una obra de arte por Internet, a mí me tiene que seducir la obra al verla.

¿Y el coleccionismo en sí en un mundo tan consumista? ¿Va a volver a ser la compra de arte propia de una élite?

Siempre lo ha sido (ríe), aunque ahora hay obra muy asequible. Una obra de arte siempre es un valor seguro, siempre puedes estar disfrutando de ella y siempre se va a ir revalorizando. El resto de las cosas que tienes las puedes dejar en el camino, regalar porque se pasaron de moda, se estropearon.

¿Hay que ver el arte entonces como una inversión segura?

No, el fin último no es ese, aunque haya coleccionistas que especulen con la obra. Un auténtico coleccionista no va comprando para luego vender, disfruta de la obra.

¿Animaría a una chica joven a montar una galería?

Claro, pero le diría que fuera pensando en una galería distinta al concepto existente, que mirara a ese futuro que aún está por definir. En donde no va a hacer falta un espacio como esté porque ya están los centros de arte; en donde habrá que viajar para visitar a los artistas y en donde probablemente existirán personas, similares a los influencers, que propongan artistas y no los actuales comisarios que, para mi, son artistas frustrados. Puede que suene surrealista pero hay herramientas que no utilizamos.

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