Juan Francisco Saavedra Socorro se afana en coser la pandorga para coger viejas mientras espera que llegue la 'visita' al pequeño taller que tiene junto al muelle de San Cristóbal. A pesar de los "80 años y medio" que tiene, sus manos se mueven con la destreza propia de quien podría hacer chinchorros y trasmallos con los ojos cerrados. Es la experiencia que le llega desde los días en que fue niño y perdió a su padre y no le quedó otra que ayudar a su madre a sacar adelante a la numerosa familia. Eran otros tiempos en los que "había que aprender" si uno no se quería morir de hambre y él lo hizo en el mismo lugar donde todavía se sienta varias horas cada día para crear artes de pesca con las agujas con las que también teje la tradición que ayer fue protagonista del paseo guiado que congregó a decenas de personas en el barrio marinero de Las Palmas de Gran Canaria.

La historia de San Cristóbal, la vela latina y la pesca es el nombre de la actividad que se encargó de dirigir el catedrático de Historia Moderna de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC), Germán Santana Pérez. Un auténtico viaje en el tiempo con olor a mar que arrancó junto al torreón de San Pedro Mártir, la pequeña fortaleza construida en 1578 tras la conquista de la Isla que, a pesar de haber sufrido los ataques piratas de Francis Drake (1595 ) y Pieter Van der Does (1599), todavía se mantiene en pie.

Este es un lugar estratégico para empezar el recorrido dado que la función defensiva de esta torre estaba enfocada, sobre todo, "a proteger la pesca ya que después del de Las Isletas, el de la Caleta de San Cristóbal -como así se conocía al principio la zona- era el segundo puerto de referencia", explicó Santana Pérez. Y es que la actividad pesquera es muy importante en todo el Archipiélago, tanto que "sería imposible concebir sin ella Gran Canaria, la capital o el propio barrio marinero". Esto ya era así antes de la llegada de los castellanos. "Los primeros pobladores dominaban la pesca, las redes, el anzuelo y el embarbascado (técnica por la cual hacían charcos en los que usaban savia de tabaiba para atontar a los peces), así como abundaban los concheros. Pero lo que no sabían era navegar", apostilló el catedrático. Eso llegaría tras el asentamiento de las tropas de Juan Rejón, consolidándose así una nueva forma de obtener materia prima de las entrañas del Atlántico.

"Antes la relación con el mar no era tan fácil, pues había pescadores que no sabían nadar al no existir la tradición de la natación, por lo que adentrarse en el mar era de valientes", arguyó el historiador a los presentes. A eso había que sumarle el hecho de que las embarcaciones durante los siglos XVI- XVII era de poca eslora y carecían de camarotes, por lo que la tripulación, que solía ser copiosa, convivía y compartía espacio con la pesca durante días en el caso de aquellos que se dedicaban a este oficio en el banco pesquero canario sahariano donde los marineros canarios pudieron echar las redes durantes centurias, desde Cabo Aguer (actual Agadir) hasta Cabo Blanco (Mauritania), hasta que en los años 80 se eliminaron los tratados con Marruecos -el último acuerdo se negoció hace menos de dos meses-.

El uso de barcos trajo, además, la creación de nuevas "profesiones" como la del cambullón que se consolidó en el siglo XIX. Esta práctica de trueque a caballo entre la tierra y el mar "comenzó a provocar piques entre los cambulloneros para ver quién era el más rápido en llegar a las grandes embarcaciones", contó Germán Santana. "Esto hizo que surgiera la Vela Latina, que no es un deporte que se inventara aquí en Canarias, ya que existía desde siglos atrás en lugares como Egipto". Precisamente es San Cristóbal donde tuvo lugar la primera regata en 1904 desde sus aguas hasta las del Puerto de La Luz y vuelta, posiblemente con motivo de las fiestas del barrio cuyo nombre le debe "a uno de los conquistadores y no al santo", propiamente dicho. Este deporte fue "suspendido durante el franquismo ya que empezaron a aparecer cuerpos ahogados".

La pesca, además, tuvo sus consecuencias en tierra donde también surgieron otros oficios como el de las tejedoras de redes o las vendedoras que, mayoritariamente eran las mujeres que se dedicaban a llevar el fruto de las zafras por los distintos barrios de la capital. Asimismo, se crearon otros empleos vinculados a las nuevas industrias que nacieron en torno a la extracción de pecado del mar como la de la salazón y, por ende, las salinas, la del hielo o las conserveras, entre otras. Estas dieron trabajo a cientos de personas en Gran Canaria. No obstante, la mayoría de estas actividades desaparecieron con la evolución.

"La tragedia es que siendo islas y teniendo los recursos importamos la mayor parte del pescado y de la sal", lamentó el catedrático de la ULPGC antes de hacer alusión a otro organismo vinculado al sector. Se trata de las cofradías de pescadores, la primera de las cuales se creó en el siglo XVIII en San Telmo. Esta desapareció y es actualmente la cooperativa de pescadores de San Cristóbal, fundada en 1968, la que acuña el título de más antigua. Su labor es la de regular y apoyar a las personas que a día de hoy conservan el mar como medio de vida, a pesar de las fuertes restricciones, límites y, en el caso del muelle de San Cristóbal también malas infraestructuras, a las que se enfrentan.

Sobre eso les habló también Juan Francisco Saavedra, a quien las dificultades no le han mermado el sentido del humor. "¿Ven esto de aquí, es un chinchorro, antes se echaba por todas las playas y ahora está prohibido?". El octogenario explicó a los asistentes al paseo, entre los que estaba el concejal de Ciudad de Mar, José Eduardo Ramírez, las diferencias entre las redes, así como la forma en la que se capturan los distintos tipos de peces e invertebrados antes de darles algunos consejos a la hora de comprar y cocinar pescado.