Viajó durante toda la noche a poco más de un nudo y a las 6.50 horas del jueves, aun antes del amanecer, llegaba al que a partir de ahora va a ser su emplazamiento definitivo en el banco de pruebas de la Plataforma Oceánica de Canarias (Plocan), a la entrada de Las Palmas de Gran Canaria por la GC-1. Convertido ya en un hito del paisaje capitalino, el aerogenerador experimental construido durante los últimos años en el Puerto de Arinaga posiciona además a Canarias en el panorama mundial de las energía eólica marina: no solo se trata del primero de todo el Estado y el primero del sur de Europa con fondo fijo -hasta ahora solo los había flotantes-. Es también el primero del planeta instalado sin los grandes -y costosos- medios marinos habituales en el sector.

"Puede ser una revolución no solo en Canarias y en España, sino en todo el mundo", explicaba ayer por la tarde cerca del ingenio Carlos García Acón, director general de la empresa que ha liderado el proyecto, la consultora de ingeniería Esteyco. Desde su llegada a primera hora de la mañana, el aerogenerador estuvo escoltado por tres remolcadores de Boluda Corporación Marítima, un buque de amarradores de Sepcan y los buzos de Piélago Ingeniería y Medio Ambiente, compañías que se encargaron de posicionar el ingenio y llevar a cabo la segunda fase de la instalación, el fondeo de la estructura sobre la que se yergue la torre. "Esa una gran base, una zapata de hormigón de 32 metros de diámetro y siete de altura; está hueca con seis celdas y la hemos hundido llenándola de agua de manera controlada", añadía García Acón.

Esa base es, junto a la estructura de hormigón -y también a su método de construcción y traslado-, la gran ventaja competitiva de este proyecto, que de acuerdo con los cálculos de Esteyco, puede llegar a reducir en torno a un 30% los costes de instalación al evitar la necesidad de contratar barcos especiales para su ensamblaje cuyo alquiler puede llegar al medio millón diario. "Este proyecto debería ser un punto de arranque, porque hemos demostrado que Canarias está preparada para ello, hay ingeniería y empresas españolas para hacerlo y debería servir como modelo para más proyectos", apostillaba el director general de Esteyco.

Tampoco ahorró elogios durante su visita al aerogenerador el consejero de Economía, Industria, Comercio y Conocimiento del Gobierno de Canarias, Pedro Ortega. "Hoy es un hito para Canarias y para España, porque somos ya un laboratorio de ensayo demostrado con un prototipo de energía eólica marina", destacó. A su juicio, el ingenio, que ha sido bautizado en recuerdo del ingeniero grancanario Mario Luis Romero Torrent, va a servir para argumentar ante Madrid la necesidad de abrir nuevas zonas dedicadas a la energía eólica marina en la Isla, en especial una que ya estudia el Ejecutivo autonómico en el Sureste, entre Arinaga, Vecindario y Juan Grande.

El MLRT supone para Ortega la llegad del "compañero de viaje" natural de la Plocan. "Ahora los dos juntos tienen que enseñarnos que se pueden hacer muchísimas más cosas", señaló en referencia a los estudios que a partir de ahora se podrán realizar, desde el empleo de neumáticos de desecho para amortiguar el impacto del movimiento marino hasta el aprovechamiento pesquero de los nuevos ecosistemas generados en este tipo de infraestructuras. De hecho, el director de Plocan, Octavio Llinás, también presente ayer por la tarde, subrayó que la instalación del aerogenerador es el fruto de una década de trabajo: "Esta iniciativa se inició hace más de 10 años para hacer posible el área de reserva, la plataforma... todo aquello es lo que hace ahora esto posible".

Durante estos días el aerogenerador aún crecerá unos 30 metros más hasta alcanzar los 90 metros desde el nivel del mar hasta la turbina (150 si se suma la altura de la pala). El único trámite administrativo pendiente es el otorgamiento, por parte del Ministerio de Industria del permiso de explotación de la instalación. Una vez obtenido y conectado a la red, sus cinco megavatios producirán energía suficiente para unas 5.000 viviendas durante 15 años, de acuerdo con los cálculos de Esteyco.