La familia de Ana María Artiles y Antonio Quesada aún no pueden descansar en paz. Después de que encontraran los cuerpos de sus padres, que estuvieron desaparecidos durante cinco años, y de que la Policía Nacional procedieran a detener hace cinco meses a un sospechoso del crimen, quien se encuentra en libertad aunque con la obligación de acudir ante el juez todas las semanas; los hijos esperan que algún día se sepa quién acabó con la vida de sus padres y se haga justicia. En una carta, Loly Quesada, una de las hijas, pregunta al autor del crimen cómo puede vivir tras cometer el asesinato.

"Hoy, 22 de mayo, he decidido dirigirme a usted, sí, a usted, la persona que asesinó a mis padres". Así comienza la misiva escrita por la hija, días después de que se cumplieran seis años de la desaparición, aquel fatídico 6 de marzo de 2012. Los allegados vivieron con la angustia de no saber qué ocurrió aquel día hasta que, de repente, un cazador junto con su perra encontraron restos humanos un caluroso domingo de agosto de 2017 en el barranco de Las Vacas, en pleno municipio de Agüimes. Todos los indicios apuntaban hacia Ana María y Antonio. Los cuerpos aún tenían la documentación encima, así como una cadena y otros objetos que ayudaron a identificar a la mujer.

Era la primera noticia que se tenía de ellos desde hacía cinco años. Se confirmaba la peor de las hipótesis: alguien había acabado con sus vidas y lo había hecho de forma violenta puesto que la autopsia realizada a los cadáveres confirmó que tenían golpes. El autor, presuntamente, había quedado aquella tarde con el matrimonio en una cafetería de Guanarteme. Allí se les vio por última vez, acompañados de un hombre, y allí se les perdió las pista a ambos, según la manifestación de testigos.

Después dejó sus cuerpos en una ladera de difícil acceso. Allí quedaron los restos hasta aquel 21 de agosto cuando el perro cazador los encontró. El grupo de Criminalística de la Guardia Civil y el equipo de Homicidios de la Policía Nacional trabajaron en conjunto en un primer momento al apuntar todos los indicios a que se trataban de Antonio y Ana María.

Los restos ayudaron a avanzar la investigación, que desde hacía ya meses estaba enfocada en un antiguo trabajador de una sucursal bancaria del barrio de Guanarteme. Era el hombre de confianza del matrimonio, el que le llevaba las cuentas, entre ellas un fondo en el que, según fuentes cercanas a la investigación, habían ingresado unos 60.000 euros. La familia señaló que con ese dinero querían adquirir un nuevo inmueble, pero cuando trataron de hacerse con el dinero se encontraron de bruces con la noticia de que, supuestamente, ese dinero había sido utilizado por el banquero para asuntos propios.

La familia desconfiaba de esta persona desde hacía un tiempo. Justo en el momento en que tuvieron conocimiento de que meses después de que desaparecieran sus padres, la entidad bancaria para la que trabajaba procediera a su despido. Esto hizo levantar todas las sospechas, más aún cuando siempre desconocieron por qué se había producido esa decisión. Lo que sí conocieron es que nunca más volvió al mundo de la ban ca sino que se dedicó a

Cuando las pesquisas ya estaban avanzadas, la Policía Nacional decidió proceder a su detención. Ocurrió el pasado mes de enero cuando los agentes acudieron a Telde para proceder a su detención como presunto autor de dos delitos de asesinato.

El magistrado titular del Juzgado de Instrucción número 7 de Las Palmas de Gran Canaria, Javier García García-Sotoca, le tomó declaración días después del arresto. Tras el interrogatorio y analizar las pesquisas recopiladas por los investigadores, el juez decidió ponerlo en libertad aunque acusado de los dos crímenes, por lo que le retiró el pasaporte para evitar que huya del país y con la obligación de comparecer todos los lunes y viernes ante el juzgado, medidas que aún siguen vigentes seis meses después.

Su puesta en libertad supuso un jarro de agua fría para los hijos de las víctimas. Ahora, Loly Quesada redacta una carta dirigiéndose a la persona que "asesinó" a sus padres, aunque en ningún momento nombra a nadie puesto que aún no queda claro quién acabó con la vida de ambos. "Han pasado ya 6 años de lo ocurrido y me pregunto: ¿cómo vive una persona con tremenda atrocidad cometida?", pregunta. "No tengo ni idea la verdad porque no conozco a nadie así, no sé si existe en usted la conciencia, la culpabilidad, aunque sea sólo por haber arruinado su vida... en fin, que ya da igual, lo que pasó tiene vuelta atrás, de lo que sí estoy segura es de que la vida le dará su merecido por lo que hizo".

Loly Quesada afirma en el escrito que no pretende juzgar al autor del doble crimen, pero tiene seguro que tarde o temprano acabará entre rejas: "Yo no lo voy a juzgar, sólo sé con certeza que pagará por lo que ha hecho y aunque se siga riendo de mi y de mi familia, le digo lo siguiente: Dios vio todo (..) y él es grandioso y hará que se haga visible lo que usted esconde, cuando vea esa realidad se recordará de estas mis palabras".

Y aunque no desea nada, "ni bueno ni malo", al asesino, la hija afirma que "ya usted se lo deseó el día que le quitó la vida a mis padres, que ellos no querían irse de nuestro lado", algo que les causó "un tormento irremediable" que les ha marcado "para siempre". Loly Quesada acaba la misiva apuntando que está "muy tranquila" porque "mis padres están en la luz y a usted le espera una gran oscuridad".

La familia del matrimonio se personó hace un mes en el procedimiento abierto, con la representación de la abogada Idoia Mendizabal, con el objetivo de intentar impulsar la investigación del caso, que sigue bajo secreto de sumario.