Todo apunta a que el cráneo que apareció en la calle La Carretera de Juan Rejón hace unas semanas, durante las obras de canalización del tendido eléctrico que lleva a cabo Red Eléctrica de España en La Isleta, pertenece a una mujer. La extracción del cráneo durante el día de ayer ha dado un vuelco a las primeras hipótesis que hablaban de un soldado holandés muerto a finales del siglo XVI y amplía el abanico de posibilidades. Así, se baraja que los restos pertenezcan a una joven aborigen o que esta fuera víctima de la epidemia del cólera que afectó a la ciudad en 1853. También pudo haber sido víctima del asalto a la ciudad por parte del almirante holandés Van der Does en el año 1599.

Marco Moreno, arqueólogo de la empresa Tibicena que dirige los trabajos de la excavación arqueológica iniciada ayer, señala que el cráneo corresponde a una persona muy joven, entre los 18 y los 20 años, y "tiene más rasgos de una mujer que de un hombre", pero añadió que antes de asegurar nada habría que confirmarlo con una prueba de ADN. Los rasgos antropológicos apuntan a que se trata de una mujer, pero como se trata del cráneo de una persona que se está formando, porque falta la muela del juicio, "tampoco estamos seguros" al cien por cien de que "se trate de una mujer".

Junto al cráneo han aparecido esparcidos dos costillas, huesos del dedo del pie y otros restos óseos en muy mal estado de conservación, que se supone que pertenecen a la misma persona del cráneo porque están muy próximos. Según Moreno, lo más probable es que los huesos, que aparecieron a un metro de profundidad, fueron removidos durante el transcurso de obras llevadas a cabo hace años.

Los investigadores esperaban, antes de iniciar la excavación, encontrar al menos el esqueleto de la parte superior del cuerpo, pero lo que ha salido a la luz hasta ahora son unos pocos restos y muy esparcidos. Además, se han encontrado un pequeño botón de nácar y según Moreno también han aparecido restos de cerámica, que indican que el enterramiento pudo llevarse a cabo entre los siglos XVI y XVIII.

"Vamos a seguir excavando y tratar de componer este puzzle. Hemos encontrado dos costillas por un lado, huesos de un dedo del pie por el otro y el cráneo. Una de las costillas estaba al lado de la cabeza y la otra un poco más lejos", indica el arqueólogo que no se descarta que se trate de los restos de una fémina aborigen.

De hecho, la gran necrópolis aborigen de La Isleta, que fue destruida a finales del siglo XIX, se iniciaba en las inmediaciones de la calle Juan Rejón y se prolongaba hasta la parte alta de La Isleta. Muchas personas mayores que han acudido a hablar con los arqueólogos aseguran que cuando se construyeron los cimientos de una casa situada casi enfrente de donde se han encontrado la calavera, se hallaron los restos de seis personas.

Los vestigios que han aflorado ahora, casi justo en la confluencia de la calle Pérez Muñoz con La Carretera de Juan Rejón, están a unos 85 metros de los huesos de dos holandeses que se encontraron en el año 2000 en la calle Rosarito, durante unas obras de alcantarillado. Los restos aparecieron sin cabeza y boca abajo. Según la investigación llevada a cabo por los arqueólogos Javier Velasco, Verónica Alberto y Pedro Quintana, los dos holandeses fueron enterradas boca abajo, porque no eran católicos.

Por eso se pensó en un principio que lo más probable era que el cráneo encontrado ahora formaba parte de los 70 holandeses que fueron muertos por las milicias de Agüimes, en la playa de arena por donde desembarcaron los holandeses y asaltaron posteriormente el resto de la ciudad. Toda esa zona, recuerda Marco Moreno, era un arenal que fue recubierto por el asfalto y los edificios que se fueron construyendo en la zona. Además de las prueba del ADN, los retos serán enviados a una empresa de Seattle, en Estados Unidos, para llevar a cabo la prueba del carbono 14 y establecer la datación del cráneo. Según Moreno, también puede tratarse de alguna víctima de la epidemia de cólera de 1851, que fue enterrada por su familia para evitar que fuera quemada. "La gente pobre solía enterrar a escondidas a sus muertos en la orilla de la playa", dice.