Marcos Hernández, de 43 años, llamó al 112 para confesar que la tarde del pasado lunes había acabado con la vida de su padre a hachazos y que su madre había fallecido horas antes por causas naturales en el interior de la casa terrera del barrio de Alcaravaneras en la que convivían. Así lo confirmaron ayer fuentes cercanas a la investigación, que a su vez indicaron que el cuerpo del abogado y poeta José Rafael Hernández, de 76 años, presenta varios cortes en los brazos que indican que trató de defenderse de la agresión de su hijo. La jueza titular del Juzgado de Instrucción número 3 de Las Palmas de Gran Canaria, Elsa del Rosario Díaz, ha decretado el secreto de sumario a la espera del pase a disposición del detenido, que está previsto que tenga lugar durante la mañana de hoy.

Las pesquisas están prácticamente cerradas ante lo que parece un claro caso de parricidio. La mala relación que mantenían padre e hijo parece ser la causa del crimen ocurrido la tarde del pasado lunes. Esa mala relación era vox populi entre los vecinos, que desde que tuvieron conocimiento de lo ocurrido destacaban la bondad del homicida, "era pasión por su madre", decía una de las residentes; y a su vez recalcaban que el progenitor apenas atendía a su mujer, que desde hace aproximadamente una década padecía una enfermedad degenerativa que había provocado que permaneciera encamada durante los últimos años.

El parricida se encargaba de todos los cuidados que necesitaba su progenitora, María Dolores Sánchez García, natural de Andalucía y de 79 años. Incluso costeó la compra de un colchón especial para así tratar de mejorar las horas que pasaba postrada en la cama debido a que su estado le impedían. Al tener conocimiento de que había fallecido de manera natural pudo provocar una reacción violenta contra su padre, al que achacaba que nunca se había preocupado por el estado en que se encontraba Mari, como era conocida la fallecida.

Esa reacción hizo que le golpeara con bastante virulencia con un hacha, propinándole varios cortes en brazos y diferentes partes del cuerpo hasta provocarle la muerte prácticamente en el acto en la primera planta del número 32 de la calle Italia donde residía la familia. Después, a las 15.43 horas, llamó al 112 y confesó que había acabado con la vida de José Rafael Hernández tras fallecer su madre. Los policías, desde el inicio de la investigación, comprobaron que esta última había muerto hacía varias horas, probablemente entre la noche del domingo a lunes, en principio por causas naturales a la espera de que se conozcan los datos de la autopsia, según las mismas fuentes.

La brigada de Homicidios de la Jefatura Superior de Policía de Canarias continúa con la investigación del homicidio y durante la mañana de ayer regresaron al escenario del crimen para recabar nuevos datos. Los agentes apenas permanecieron unos quince minutos en el interior de la vivienda ya que durante la tarde del lunes ya habían recogido numerosas pruebas, entre ellas algunos restos que se encontraban dentro de un contenedor de basura cercano.

Por su parte, la jueza que se encontraba en funciones de guardia antes de ayer decretó el secreto de las actuaciones, según informó ayer el Tribunal Superior de Justicia de Canarias. La magistrada está a la espera de tomar declaración al parricida confeso, que está previsto que tenga lugar durante la mañana de hoy aunque se podría alargar hasta mañana, jueves, cuando se cumplen las 72 horas de su arresto, plazo de tiempo máximo establecido por ley para una detención preventiva.

Asimismo, el juzgado dispondrá del correspondiente informe forense preliminar sobre las autopsias que se le realizan a los cadáveres de José Rafael Hernández y María Dolores Sánchez en el Instituto de Medicina Legal de Las Palmas; además de un estudio de la salud mental del homicida, que, según las mismas fuentes, podría padecer algún tipo de enfermedad mental.