Marcos José Hernández Sánchez se "preocupó de limpiar la estancia de su madre para que no pareciera que no la atendía y tiró hasta dos bolsas de basura -pañales de orina y heces incluidos- al contenedor".

El hombre barrió y ordenó la habitación y cambió de ropa a su madre, incluso "le cubrió los pies con una toalla". También le quitó las sábanas porque estaban sucias. Estas circunstancias, sumadas a la inspección ocular que realizó el juez en la vivienda para levantar el cadáver es lo que ha dado lugar a la acusación también de un delito de abandono de persona discapaz. La situación de la vivienda era de "absoluta falta de condiciones higiénico sanitarias para la atención digna" de una persona que padecía "parálisis nuclear progresiva que la había dejado en cama desde hacía cinco años".

La asistencia domiciliaria se había frenado hace seis meses, según el hijo porque así lo había decidido su padre. Tampoco había otra medida de asistencia dada su situación. Marcos confesó al juez sentirse desbordado por la situación en los últimos meses.

La declaración de Marcos ha dado lugar también al juez a acusarle de un delito de homicidio por imprudencia grave con respecto a su madre, aunque estima que sobre la muerte de María Dolores Sánchez habrá que esperar los resultados de la autopsia y los de una investigación más detallada para conocer las circunstancias concretas de lo sucedido. La mujer padecía desde hace diez años una enfermedad degenerativa y estaba encamada.

El parricida explicó que, sobre las nueve de la noche, se percató de que a su madre le pasaba algo, aunque durante la declaración "no concretó que síntomas" presentaba. Pese a ello, le dio un masaje torácico y aéreo "con la pretensión de reanimarla" que duró "aproximadamente una hora". Marcos, sin embargo, no llamó al 112, ni pidió auxilio alguno. "Mantiene una vigilia, en la que refiere no saber si su madre está viva o muerta", explicó el juez.

A las 22.30 horas, aproximadamente, llegó el padre al domicilio, sin embargo, el parricida no le comentó nada sobre la situación en la que se encontraba su mujer y entre ellos se originó una discusión que derivó en la muerte del padre.

El parricida confesó ante el juez que sospechaba que su madre había muerto pero que no lo sabía "con seguridad". "Ni siquiera es consciente del resultado de los actos que ejecuta, reconociendo no tener formación específica en primeros auxilios o atención a personas en esa situación", se puntualiza.

De la narración de lo sucedido, se deduce que Marcos esperó 15 horas hasta dar aviso al 112 de lo sucedido. La llamada se produjo a las 15.55 horas del lunes "refiriendo espontáneamente que los hechos acababan de ocurrir, luego para decir que habían ocurrido por la mañana y finalmente reconocer que fue la noche anterior".