La investigación policial sobre el parricidio del letrado y poeta José Rafael Hernández, de 76 años, a manos de su hijo Marcos José Hernández Sánchez, el pasado lunes, trata de averiguar el origen del hacha, el arma blanca con la que se cometió el asesinato, para ver si hubo o no premeditación en el ataque. Marcos, que confesó el crimen llamando al 112, asestó diez golpes a su padre tras una discusión en la vivienda familiar, en el barrio de Las Alcaravaneras, tras el fallecimiento de su madre.

Pese a que el letrado trató de defenderse de su hijo no pudo evitar la muerte dado la gravedad de las heridas y la inexistencia de ayuda ya que Marcos espero 15 horas hasta dar aviso al Servicio de Emergencias del Gobierno de Canarias de lo que había sucedido.

El presunto homicida se encuentra en prisión comunicada y sin fianza después de que el magistrado titular del Juzgado de Instrucción número 3 de Las Palmas de Gran Canaria, Tomás Luis Martín Rodríguez, ordenara el miércoles su ingreso en la cárcel tras su declaración. A Marcos no solo se le juzga como presunto autor del asesinato de su padre, sino también del homicidio imprudente de su madre María Dolores Sánchez García, que padecía desde hace diez años una enfermedad degenerativa y que murió, según él acusado, de muerte natural antes de asestar los golpes a su progenitor.

El juez instructor Tomás Luis Martín Rodríguez le achaca además un delito de abandono a su madre, a quien cuidaba desde hacía años, tras su declaración. Marcos no llamó a los servicios de urgencia para auxiliarla y, tras su fallecimiento, ordenó la habitación y cambió sus sábanas.

Su relato sobre lo que sucedió con su madre sumado a las condiciones higiénicos sanitarias en las que estaba la vivienda familiar durante la inspección policial han hecho sospechar al juez, a la espera de lo que revele la autopsia, que la mujer, que llevaba cinco años encamada, no estaba siendo asistida correctamente, infringiendo de este modo el artículo 229 del Código Penal, que habla sobre el abandono a un menor de edad o una persona con discapacidad necesitada de especial protección.

Las indagaciones policiales se dirigen pues a conocer si el hacha era una herramienta que ya había en casa o fue comprada para cometer el crimen, al margen de lo que revelen las autopsias de los fallecidos y el estudio psiquiátrico del acusado, que según los vecinos tenía una mala relación con el padre.

La policía deberá hallar pruebas relevantes que certifiquen que el acusado planificó el asesinato antes de que se le enjuicie por un homicidio con premeditación, tales como el tique de compra del arma, el medio de pago, el lugar de la compra y la fecha de la misma.

Precisamente, la prisión provisional de Marcos José Hernández Sánchez tiene como fin, aparte de asegurar la presencia del investigado en el proceso ante el riesgo de fuga por la gravedad de la pena que se le puede imponer, el que no oculte, altere o destruya pruebas relevantes como éstas. Así lo indicó el juez instructor en las diligencias previas. El hacha, de grandes dimensiones según se indica en el atestado, se encontró en el mismo lugar de los hechos.