El hermano Aurelio Vives Amate, religoso de la Orden de San Juan de Dios, ha fallecido este lunes en Madrid a los 93 años de edad. Nacido en la localidad jienense de Linares, se incorporó a la vida religiosa con tan solo diez años y llegó a Las Palmas de Gran Canaria en 1976, donde se estableció hasta su muerte haciendo rutas por las empresas colaboradoras para solicitar ayuda para la entidad.

Con tan sólo diez años comenzó a formarse a religioso. Con esa edad se trasladó al pueblo madrileño de Ciempozuelos. "Era muy pequeño y mi madre no quería que me fuese a vivir lejos de casa, así que mis hermanos no le dijeron que me había ido a formar parte de la Orden de San Juan de Dios, le decían tan solo que yo estaba estudiando y que no podía ir a visitarles tanto por ese motivo", declaró en un reportaje publicado por este periódico en 2015 con motivo de su noventa cumpleaños. Ocho años después tomó el hábito.

A la capital grancanaria arribó hace más de cuatro décadas. Lo hizo para formar parte de la Orden de San Juan de Dios, donde se encargó de la labor de limosnero como ya había hecho durante su infancia en su pueblo. Así, recorrió todos los rincones de la capital para conseguir apoyos con los que sacar adelante la Ciudad de San Juan de Dios, en cuyos pasillos se le recordará con una placa con su cara labrada. El hermano Aurelio visitó "miles de empresas" en las que siempre pidió "productos de alimentación" y nunca dinero, como recalcó.

"Siempre ha sido muy sensible y ha mimado mucho la buena presencia y la higiene de los enfermo mentales, indicó en el artículo el prior José Cárdenas.