El verano de 2007 los vecinos del barrio El Lasso abrieron sus casas para que el Cabildo pudiera realizar una obra común: situar todas las tuberías en los techos de las viviendas. Muchas existían en las paredes, como en la casa de Antonia. Así, y con suma rapidez, se terminó una obra que crearía, entre otras estructuras, una cámara vacía entre la cocina y el baño (antes las separaba una pared). Además, les dejaron abiertas varias zonas donde se colocaron las nuevas tuberías.

Los problemas llegaron entonces, pero la vecina se percató hace un año. Comenzó a escuchar ruidos durante las noches que provenían de las paredes de su casa. Su hijo no le hacía mucho caso, ni ella misma se convencía de que llegara desde su propia casa. Sin embargo, hace cuatro meses se descubrió la sorpresa.

Antonia estaba subida en una escalera cuando vio salir del agujero, que habían dejado abierto los operarios, una rata. Se cayó de la silla; por suerte sin problemas para su salud. Aquí se percató que lo que llevaba escuchando meses eran roedores visitando la estructura interna de la vivienda. Sin embargo, los ruidos que se escuchan no son de sus paseos, sino de sus actividades.

El vecino de abajo le comentó si se había "comprado un perro, que lo había escuchado la noche anterior". Antonia es alérgica a los pelos de diferentes animales, la razón no era una nueva mascota. Sino animales que llevaban acompañándola en secreto un tiempo. Su hijo selló el agujero para evitar otra sorpresa. Llamaron a un fontanero y avisaron al seguro. Este último no se hace cargo de la situación porque el problema son las ratas, y hasta que no desaparezcan no se puede actuar sobre la estructura. El fontanero no quiso poner veneno "para no atraer a más al lugar". Les comentó que lo más probable es que esa cámara conectase con las cloacas por alguna apertura o que estas entrasen (y saliesen) directamente por la bajante de las tuberías, o ambas. Por estas últimas han visto circular a varias en los últimos tiempos.

Decidieron seguir presionando al Cabildo, el encargado de la obra diez años atrás. Hace cuatro meses comenzaron las misivas para reclamar la atención del órgano insular. Recorrieron diferentes departamentos al ritmo de una novela de Kafka, con los mismos resultados que en una de ellas: ninguno. Hablaron con el Gobierno de Canarias y con el Ayuntamiento. Hasta con la encargada de las obras que se realizan por en el exterior de los edificios del barrio, a cargo del máximo organismo local. La respuesta fue que el exterior era competencia del Ayuntamiento, pero el interior de las casas lo era del Cabildo, por lo que no podían actuar.

La última actuación de Antonia ha sido tratar de contactar con el presidente del Cabildo, Antonio Morales; sin respuesta. Desde el Consorcio de Vivienda del órgano comentan no tener noticias directas del tema, aunque la familia asegura haber presentado documentos allí, y los enseña con seguridad. Fue uno de los departamentos que recorrieron en busca de ayuda. Pretenden volver a dormir tranquilos en su propia casa.