David contra Goliat. Un gigante de 96 metros de eslora con un peso muerto de 800 toneladas a una velocidad de casi 29 nudos, unos 55 kilómetros por hora, que impacta contra una pequeña pontona de 25 metros de eslora en medio de la 'autopista' que une a las dos capitales con más tráfico marítimo de Canarias.

El primero, el Alborán, un fast-ferri construido hace 19 años en los astilleros Incat Tasmania Pty Ltd, en Hobart, Australia, y que exhibe una auténtica planta energética con una potencia de 60.000 caballos a cargo de cuatro motores Catepillar que canaliza toda su fuerza por cuatro water-jets que le dan propulsión y empuje.

El segundo, una plataforma con una mínima cabina de mando y una pequeña grúa de la marca Guerra, considerado técnicamente como un subtipo de buque remolcador, con dos motores Pegaso de 260 caballos la unidad. Ferrari La Ferrari contra Fiat 500.

La pontona pertenece a la empresa Trames S.L, especializada en trabajos de buceo, fundada en 2004 y con domicilio social en Puerto Marín, Pontevedra.

La especialidad de sus trabajos, como publicita en su página web, es la de ejecutar "trabajos y mantenimiento de estructuras sumergidas y para dar soporte técnico en la lucha anticontaminación en el medio marino". Entre sus misiones se encuentra desde la inspección y filmación para recuperar maquinaria de pecios, a la realización de trabajos submarinos para tender líneas eléctricas.

Armas, en este aspecto, es también un gigante que luce en estos momentos una flota de diez ferris convencionales y otros tres del tipo fast-ferri, con otro más en construcción, que configuran según la compañía "la flota más numerosa y moderna de Europa, dotados de la más alta tecnología".

Esta tecnología no impide, como ayer, algunos incidentes. Como el ocurrido con el Volcán de Tamasite con 140 pasajeros a bordo el 22 de abril del pasado año, cuando un fallo eléctrico poco después de las ocho de la tarde y tras partir del Puerto de la Luz le hizo perder del rumbo para colisionar de proa contra el exterior del dique Nelson Mandela. La investigación de los hechos, responsabilidad que recae en la Comisión Permanente de Investigación de Accidentes e Incidentes Marítimos, órgano colegiado del Ministerio de Fomento, aún no está culminada.

Sí lo está la relativa a otro ferri de Armas, el Assalama destinado a unir Tarfaya, Marruecos, con Puerto del Rosario. El 30 de abril de hace justo diez años, una potente racha de viento lo desvía contra la escollera, provocándole una considerable vía de agua.

El Tribunal Supremo, en una sentencia de 2015, alaba el papel de su capitán, que rápidamente lleva el buque a las aguas de una playa colindante al puerto. Todos los pasajeros resultaron ilesos, evacuados por las pateras de pescadores marroquíes.

Allí sigue el Assalama, recordando al tráfico marítimo de la zona los peligros de viento y mar.

A ese incidente hay que sumar en los últimos años de este siglo otro más, cuando el Volcán de Tacande el 30 de enero de 2005 poco después de zarpar del puerto de Los Cristianos rumbo a El Hierro, toca fondo con el bajío de El Camisón provocando su correspondiente vía de agua y la deriva del buque, si bien hay que destacar que tampoco hubo que lamentar víctimas mortales.

La comisión permanente estableció, más de dos años después del suceso, que el capitán no había seguido la línea de navegación establecida en las cartas náuticas.

Se da la circunstancia que el Alborán que protagonizó el incidente de ayer está fletado a Trasmediterránea, naviera que operaba los jet-foil, protagonistas de algún incidente parecido, como el que chocó a más de 40 nudos con un objeto en 2002 a la salida de puerto, en la Baja del Palo, en la Isleta dejando 15 personas heridas, y el que impactó con un cetáceo en la misma zona unos años antes.