Cuando Antonio Santos tuvo que sujetar el espejo del baño que se le venía encima tras oír un estruendo, tenía claro que la culpa no la tenía una ola. "Sabía que algo estaba pasando porque notabas que el barco chocaba contra algo. Después nos empezamos a mover como si fuéramos escachando algo". Ese algo era, ni más ni menos, que una pontona en la que navegaban tres personas cuando se produjo a las 16.24 horas el choque con el ferri de la Naviera Armas que se dirigía a la capital tinerfeña.

Este diseñador del Carnaval llegó por la mañana a Las Palmas de Gran Canaria con su pareja, Verónica Rodríguez, para tratar algunos asuntos relacionados con las fiestas más importantes de ambas islas. "Al principio íbamos a volvernos en el de las ocho menos cuarto, pero decidimos adelantarlo para estar antes en casa, al final, para nada, porque vamos a tener que coger el que teníamos previsto en un principio", relata en la cola para obtener el nuevo pasaje la mujer a quien la colisión le pilló con los ojos cerrados para no marear. "Me había tomado una biodramina y como el barco se estaba moviendo tanto, quise calmarme, pero entonces escuché un gran ruido y ahí ya no me mareé, me puse nerviosa", confesó aún con el susto en el cuerpo. No fue la única a la que le entraron los nervios.

"Hubo personas que se acercaron a los cristales de la parte de atrás del barco y empezaron a decir que eran coches que se habían caído al agua porque habían cerrado mal la trampilla porque al asomarse veían algo como si fuera un contenedor blanco flotando. Entonces todo el mundo empezó a asustarse y a decir ¡ay Dios mi coche!", recordaba poco después en el muelle de La Esfinge. Sobre el momento de confusión, Santos también arguyó que, tras el impacto, el barco paró y dio la vuelta para ver qué había pasado. "Comenzamos a ver como cajas blancas en el mar y no sabíamos si habíamos chocado contra un barco o eran los coches de la bodega que se estaban hundiendo", señaló el diseñador antes de contar que fue cuando la embarcación comenzó a dar la vuelta cuando vieron una especie de container y varias personas agarradas a una madera. "Yo vi solo a tres, pero no sé si había más y, según nos dijeron, desde el ferri les tiraron chalecos salvavidas y balsas de salvamento", aseveró.

El tinerfeño señaló que nadie del Alborán resultó herido dado que en el ferri está todo cerrado, aunque algunos personas tuvieron que ser atendidas por el susto que habían pasado. "La tripulación se ha portado de diez", subrayó quien confirmó que por megafonía les avisaron de que había habido un accidente pero sin explicarles lo que había pasado en concreto. Asimismo, también les dieron instrucciones sobre las medidas de seguridad a tomar en estos casos.

"La verdad es que ha sido muy desagradable", coincidió la pareja que había cogido por primera vez el fast ferri de la naviera. "Justo le estaba contando a ella que un familiar viajaba en el jet-foil que chocó contra un cachalote y mira, tenemos nosotros también un accidente", apostilló Santos. Aún así, aseguraron que seguirán cogiendo este tipo de embarcaciones. "De hecho lo cogemos ahora para volver a Tenerife", apuntó Rodríguez.