El abordaje ocurrido el pasado jueves en alta mar entre el barco Alborán de Naviera Armas y la pontona Trames Uno provocó una vía de agua de más de 40 de metros en el patín izquierdo del fast-ferri de la compañía canaria. A falta de que se conozcan las causas exactas del accidente, del que se han abierto varias investigaciones, fuentes portuarias consultadas inciden en que la embarcación rápida tenía que tener al capitán o al oficial de puente al frente del timón para vigilar la navegación, que la visibilidad y el mar estaban en condiciones perfectas, y que el catamarán cuenta además con tecnología anticolisión que permite avisar con antelación cuando se va a producir un accidente de este tipo.

El Alborán continúa atracado en el muelle contiguo a la sede de la Autoridad Portuaria de Las Palmas a la espera de espacio en los astilleros de Astican para proceder a su reparación. La operación de varada está prevista entre el jueves y el sábado próximo, según indicaron fuentes de la empresa. La principal avería que presenta es una abertura en la aleta izquierda del barco de más de 40 metros de longitud, que inundó tres espacios estancos. Esto hizo que el buque para el transporte de pasajeros tuviera una escora a babor y el capitán decidiera poner rumbo de nuevo al Puerto de La Luz, de donde había salido con destino a Santa Cruz de Tenerife con 129 pasajeros y 21 tripulantes a babor.

Por su parte, la empresa de trabajos submarinos Reprosub completó durante la jornada de ayer las labores para trasladar a la pontona hasta el dique seco en el astillero de Zamakona, donde el armador pretende solucionar los desperfectos de la embarcación, que afectan sobre todo al casco, con una importante hendidura a babor en la que incluso quedaron restos de la aleta del Alborán, uno de los motores y el sistema eléctrico.

Las tareas para recuperar la pontona, de 25 metros de eslora, se han llevado a cabo durante los últimos cuatro días, primero con el remolque desde el punto de la colisión, a unos ocho kilómetros al norte de Bañaderos, en Arucas; después con la operación para darle la vuelta al mismo en el muelle León y Castillo Naciente, para la que se utilizó una grúa con capacidad para 400 toneladas; y por último el traslado hasta los citados astilleros.

Estos últimos trabajos se complicaron el pasado sábado debido a que el Trames Uno carecía de la flotabilidad suficiente para garantizar su navegación hasta las instalaciones del muelle Reina Sofía. Así, la empresa encargada tuvo que utilizar una pontona, que fue enganchada al costado de la embarcación para poder introducirla en el carro del dique. En la operación también participó un remolcador.

La compañía Trames, propietaria de la embarcación afectada, quiere que la reparación comience cuanto antes para así volver a operar. Según las fuentes, las tres personas de origen gallego que viajaban en el Trames Uno, el capitán Alberto Pariente, natural de Pontevedro; Manuel Crespo, originario de Sanxexo; y David Leiro, vecino de O Grove, se dirigían a Santa Cruz de Tenerife para realizar unos trabajos submarinos que iban a tener una duración de cuatro días.

La nave arrollada por el catamarán tenía su base en el puerto de La Luz desde hacía meses. Y es que durante el último año ha participado en las operaciones de cableado del aerogenerador marino de Jinámar y en la instalación de la Plataforma Oceánica Canaria (Plocan). El capitán Alberto Pariente, que a su vez es propietario de la empresa, tenía ya firmado numerosos contratos de cara al próximo año, por lo que su intención es que la pontona vuelva a estar operativa cuanto antes. Sin embargo, las primeras estimaciones apuntan a que la reparación se podría demorar unos dos meses.

Pariente, quien apenas sufrió heridos leves al igual que los otros dos náufragos, es un reconocido marinero en Galicia, concretamente en la localidad de Marín, donde tiene la sede su empresa. Cuenta con una amplia experiencia y participó en los trabajos del hundimiento del Prestige.