De modo que esta formación de bloques de hormigón que se encuentra en la Bahía de La Luz, frente a la redacción de este periódico, es la llamada Isla del Cilantro. Pero ¡Si es una isla de formación recientísima! ¿Y qué? Esto no es óbice para que sea una isla. Todas las islas que en el mundo son o han sido tuvieron una primera vez. Sin ir más lejos, bueno un poco lejos sí, ahí está la Isla de Surtsey, junto a Islandia, que surgió en 1963 de una erupción volcánica y hoy es hasta parte del Patrimonio de la Humanidad de Unesco. A lo mejor declaran un día también Patrimonio de la Humanidad de Unesco a la Isla del Cilantro. Ya, esto es una bobería que se le acaba de ocurrir a este reportero. Efectivamente. Pero, a ver quién es el listo aquí, avispados lectores, que con esto el reportero ya ha rematado el primer párrafo.

Caramba, pero la Isla del Cilantro es una construcción artificial moderna. ¿Y dónde dice que para que un territorio artificial sea considerado isla tenga que ser natural y antiguo? A pesar de tener una imagen de modernas, las islas artificiales tienen una larga historia en diversos puntos del planeta, desde los crannógs en la Escocia e Irlanda prehistóricas, los centros ceremoniales Nan Madol de Micronesia y las islas flotantes del lago Titicaca en Bolivia y Perú. La ciudad de Tenochtitlán, precedente azteca de la ciudad de México, estaba ubicada en una pequeña isla natural en el lago de Texcoco y rodeada de innumerables islas artificiales, principalmente islas Chinampa. Muchas islas artificiales han sido construidas en puertos urbanos por distintos motivos. Un ejemplo es la isla Dejima, construida en la bahía de Nagasaki en Japón durante el período Edo. Durante la etapa aislacionista, navegantes neerlandeses tenían prohibida la entrada a Nagasaki, y los japoneses la tenían prohibida en Dejima. Hong Kong es una ciudad que utiliza frecuentemente terreno artificial para la construcción de nuevos rascacielos y otras construcciones. Popularmente se dice que Hong Kong es prácticamente tierra construida por el ser humano. En la bahía de Osaka, Japón, el Aeropuerto Internacional de Kansai fue construido sobre una isla artificial, la obra de ingeniería civil más costosa de la era moderna.

Oiga, pero es que esto no es una isla sino un dique. Diccionario de la Real Academia: "Isla. Porción de tierra rodeada de agua por todas partes". Basta con ver la Isla del Cilantro desde la Avenida Marítima para constatar que está rodeada de agua por todas partes, lo que de entrada, a simple vista, no se puede constatar de Gran Canaria. Es más, quien nunca ha dado la vuelta a esta última isla y tampoco ha visto nunca desde un avión su estampa completa, solo puede hablar de oídas, depositando su credulidad en los cartógrafos y los geógrafos. Pero los cartógrafos y los geógrafos la han pifiado históricamente demasiadas veces. ¿O es que acaso existe la isla de San Borondón?

Estupendo todo, pero es demasiado diminuta para ser una isla. ¡Ah, sí!, ¿y cuánto tiene que medir una isla para formar parte del nutrido club de los territorios insulares? Los geógrafos, otra vez los geógrafos, dicen que Australia no es una isla porque es demasiado grande, a pesar de que está rodeada de agua por todas partes. Y en cambio La Graciosa, que hasta no hace tanto era considerada islote, fue declarada recientemente isla por el Gobierno canario sin que ningún geógrafo alzara la voz. ¿Y qué pasa con la Isla de Lobos de la que luego se pregona que es un islote?

Aquí hay demasiadas cosas raras sin aclarar. Vaya usted a saber por qué.

En fin, que es demasiado alargada, y por tanto solo es un dique, que también es, y no una isla. Abra el lector un atlas del mundo, mire la forma de las islas de Sajalín, Curaçao y Nueva Caledonia y respóndase el mismo sobre el particular.

Bueno, pues queda la cuestión del cilantro. ¿Cómo se le puede llamar del Cilantro si esta planta no puede brotar de bloques de hormigón como los que conforman esta isla? Pues, si hoy en día ya se pueden clonar ovejas, ¿cómo no va a ser posible cultivar cilantro en hormigón?

Despejadas las incógnitas anteriores, solo queda una a la que en este momento, honestamente, el reportero es incapaz de responder: ¿Cómo sabrá el caldo de papas con cilantro cultivado en hormigón? Ante la duda, por el momento, prefiere seguir comprándolo en el puesto Martín e hijos del Mercado Central. De tierra, natural y fresquito.