Nada mejor que empezar el Año Nuevo con buen pie. Eran poco más de las ocho de la mañana cuando Johana Bolaños y sus amigas llegaron exhaustas al Mercado de Vegueta después de una noche de juerga, la primera de este 2019 que acaba de empezar. El cansancio se convertía en imagen gráfica en sus pies, por lo que nada más ver una cisterna de agua del Servicio Municipal de Limpieza de Las Palmas de Gran Canaria ni corta ni perezosa les pidió "por favor" que se los lavaran. No obstante, llegaron hasta el casco histórico caminando por el arcén de la GC-110, también conocida como autovía del Guiniguada, desde una macro fiesta en Las Brujas. "Había demasiada gente, estoy así por los pisotones, pero realmente empiezo genial el año", se mostró con optimismo la joven estudiante.

Situado en pleno Barranco Seco y con un aforo limitado a 4.100 personas el local de ocio Las Brujas se convirtió en la fiesta más multitudinaria de las más de 60 que autorizó la concejalía de Urbanismo del Ayuntamiento de la capital grancanaria. Los jóvenes que se aglutinaron horas después entorno a las churrerías de Vegueta no paraban de hablar de la "falta de personal" del evento y las largas colas con las que tuvieron que lidiar, tanto para pedir una copa como para acceder al recinto.

A la hora de volver a casa no fueron pocos los que decidieron hacerlo caminando durante más de una hora. Miguel Cerpa fue uno de esos valientes que decidieron bajar por el arcén de la calzada. Ya con un cartucho de churros en la mano y un vaso de chocolate en la otra se reencontró con su hermana Berta, quien venía de otra fiesta en Ciudad Jardín, antes de regresar juntos a casa.

Las churrerías se convirtieron una vez más en el clásico punto de encuentro de la capital grancanaria en Año Nuevo. Establecimientos como Montesol, en Perojo, o La Madrileña, en Ripoche, quedaron ayer a rebosar durante toda la mañana con una clientela que se nutría de los últimos juerguistas y de los más madrugadores del 2019.

La primera noche del año terminó sin grandes incidentes en la capital grancanaria, según reportó la Policía Local vía Twitter. Nada más comenzar el nuevo año, la euforia pirotécnica provocó un incendio en una vivienda del barrio de La Minilla, concretamente en la calle Antonio María Enrique.

Pequeñas incidencias en el tráfico y controles de alcoholemia que, en algunos casos, ralentizaron los desplazamientos, según detalló ayer el Ayuntamiento. Seis de esas pruebas dieron positivo. Ana, Andrés y Claudia fueron testigos de los controles, aunque eso no les impidió llegar a su fiesta, en este caso en el municipio de Arucas. "Tardamos en llegar pero lo pasamos súper bien, muy buen ambiente", señaló el joven. "Lo mejor es que no era agobiante, la gente era la justa y necesaria", matizó una de las chicas mientras iban por Triana camino a casa.

La noche de Elena Pareja, Victoria García y Tinixara Rodríguez también comenzó en Arucas, cuando fueron a buscar en coche a una de estas tres aventureras de la noche. Las chicas iban sin rumbo, no tenían nada predefinido. Para empezar, pasaron por el Centro Comercial El Muelle, donde dejaron a la hermana de Victoria, "no nos gustó el ambiente de la zona", afirmó rotunda. Decidieron probar suerte en Vegueta y lo que vieron no era mucho mejor, "aquello estaba muerto", matizó Elena. La cosa no parecía enderezarse y ya eran casi las tres de la mañana cuando acabaron en el Parque Romano, en mitad de un botellón junto a unos amigos.

Al final, encontraron su hueco y entraron ya de última hora en una discoteca de la zona. "El balance es positivo, para no tener nada planeado está genial", señaló Victoria. Aunque, "lo mejor", fue poder reencontrarse con sus amigas y amigos, pues cada una estudia en ciudades distintas de la Península. Y las ganas por ver al resto de su pandilla las llevó hasta la calle Perojo, el "punto de encuentro" por excelencia en las mañanas del 1 de enero. Un cruce de calles en el que se amontonan decenas de jóvenes en forma de marea en busca de unos churros con chocolate o un buen bocadillo de pata.

Para borrar todo rastro de esa marea humana vestida de gala el Consistorio preparó un dispositivo especial de Limpieza formado por 74 trabajadores. Estos recogieron un total de 7.250 kilos de basura en diferentes calles, plazas y parques a lo largo de la mañana, o lo que es lo mismo, unos 1.200 kilos menos que en el primer día del 2018. Además, el equipo de seis máquinas baldeadoras lavaron las vías con más de 120.000 litros de agua.

Justo, entre baldeadoras y señores madrugadores paseando a sus perros, las tres aventureras consiguieron reencontrarse con su amiga Sara Doreste, quien, a su vez, se citó allí con sus antiguos compañeros de carrera. Era hora de poner punto y final a una larga noche que se desarrolló en distintos lugares de la ciudad. Mientras unos optaron por ir al Club Náutico, otros escogieron la opción de Las Brujas. Lo cierto es que, todos ellos tienen una opinión unánime: sienten que hay pocas ofertas de ocio para los chicos de su edad. "Vas a los sitios y el público o es muy joven o es muy mayor, los que hemos dejado de ser unos críos universitarios y empezamos a trabajar no vemos nada que nos interese", consideró Sara, visiblemente enfadada porque la noche en el Club Náutico no había terminado como esperaba. "No encontramos nuestro sitio como generación", matizó su amiga Alba Sosa.

Y así, entre quejas y buenos recuerdos terminó la primera gran noche del año. Por delante les quedan a estos jóvenes cientos de experiencias por vivir. Algunos de ellos le desean al 2019 acabar la carrera sin arrastrar ninguna asignatura, otros sacarse el carné de conducir. Sara Doreste, Alba Sosa, Hugo Báez y Arantxa Calero desean que en este año que acaba de comenzar que existan más oportunidades laborales para los jóvenes, que se les tenga más en cuenta en las grandes decisiones, y que "haya menos fachas", puntualiza el joven. Con todo, con churros o sin ellos, cuando el sol asomaba en el horizonte, la cama fue la mejor opción para todos.