En la Base Naval no cabe un alfiler. Mientras más se acerca la hora más complicado es acceder al recinto militar donde miles de personas se agolpan desde temprano en la explanada más pegada al mar para no perder detalle. Cientos de puntitos amarillos que se convierten a menor distancia en coronas de cartón sobre cabezas infantiles inundan el arsenal donde hay barullo, pero sobre todo mucha emoción. El reloj no marca aún las doce, pero las sirenas suenan de fondo, cada vez con mayor proximidad. Es la señal. Melchor, Gaspar y Baltasar han llegado a Las Palmas de Gran Canaria, por fin, tras 365 días de espera y buenos propósitos, para regalar a pequeños y mayores de la ciudad una de las jornadas más mágicas del año.

Unas 20.000 personas se congregaron ayer en la Base Naval para recibir a sus Majestades de Oriente que, como es tradición, arribaron vía marítima a la capital, aunque esta vez el desembarco tuvo lugar en el arsenal ya que justo en la misma jornada los cruceros Marella Dream, AIDAnova y Zenith llegaron cargados de turistas a la bahía. Una suerte para los visitantes ya que, como señaló el alcalde del municipio, Augusto Hidalgo, pudieron conocer a los monarcas más queridos por los niños y comprobar cómo estos se vuelcan en el municipio para darles una calurosa bienvenida.

Y es que si algo no les falta a los Reyes Magos en la ciudad es cariño. Tanto que no hace falta que hayan puesto ni un pie en tierra firme para escuchar los saludos, aplausos y vítores con los que los presentes les reciben. Los nervios se extienden de punta a punta del recinto cuando sus Majestades de Oriente recorren en pasillo que separa el mar de las vallas tras las que miles de chiquitines aguardan junto a sus papás. Enseguida los brazos se extienden para dar la mano a los tres hombres que caminan junto a su séquito de pajes. En medio de la emoción y el griterío, casi en una de las esquinas, Baltasar se detiene y, tras varios saludos, se funde en un abrazo con una niña. Se trata de Carla Hernández Ramírez quien, momentos después de separarse de su "rey favorito", aún continúa nerviosa por el momento tan mágico que acaba de vivir.

"Me ha dicho que le prometa que luego iré también a verle [a la cabalgata] y que le entregaré mi carta", cuenta a sus siete años un poco compungida porque la misiva que quiere darle es la que echó en el buzón del Centro Comercial Los Alisios. Pero a Hernández Ramírez se le había olvidado que esa lista hace días que la recibieron los Magos de Oriente y que no pasa nada si la que se les entrega en mano es otra. En cualquiera de los casos, ella tiene claro que este año espera que en su casa dejen "un bebé, un reloj y un unicornio al que le das de comer" para disfrutarlos también con sus tres hermanos.

Iris García Navarro, de cinco años, casi se queda muda después de que Melchor la cogiera en brazos durante unos segundos en los que le ha podido decir cara a cara que quería "una muñeca que tiene el pelo largo". No demasiado lejos, Samuel Rodríguez Méndez no pierde detalle de todo lo que ocurre ante sus ojos. Arropado por los brazos de su madre, María Méndez, sigue los movimientos de los monarcas. Tales son sus nervios que hasta los labios le tiemblan cuando les ve pasar, sobre todo si se trata de Gaspar. Él es su favorito y, por eso, le ha llevado un regalo tan especial como querido: su chupa. Y no es que el rey se lo haya llevado con todo su cariño, es que encima se lo ha puesto en la boca como relata divertido el pequeño aún con la emoción en la cara. "Era la oportunidad ideal para dejar la chupa, que hemos traído guardada porque él ya es un niño grande", explica su progenitora. Samuel tan solo asiente porque Melchor está a punto de llegar a su zona y también le quiere saludar. Al igual que hizo después Baltasar, el monarca de pelo cano se paró con Rodríguez Méndez para hablar. Debe ser verdad eso de que ha sido "muy bueno" y, por eso, este año les había pedido un disfraz de Spiderman, un muñeco del Capitán América y la espada de este último superhéroe.

Cristina Déniz también quiere un disfraz, aunque de Ladybug. A sus seis primaveras aguarda hecha también un manojo de nervios a que llegue Baltasar para entregarle su carta. "Aquí lo tengo puesto", arguye mientras despliega el trozo de papel en el que se puede leer claramente en primer lugar la indumentaria de la superheroína, seguida de un bebé Nenuco, unas botas rojas y un perrito "de verdad" que especifica claramente entre paréntesis "tiene que ser adoptado". Según cuenta con desparpajo, ella sabe que "los animalitos no se pueden tirar en la calle" y que hay muchos que "no tienen familia". La sensibilidad de sus palabras es tan grande como lo son las dos trenzas adornadas con una corona de cartón amarilla que se ha colocado para la ocasión en la que está acompañada por su mamá, María Rodríguez, y su papá, Carlos Déniz.

Alexia Sosa Delgado también tiene preparada su carta para dársela a Baltasar en mano. A sus ocho años, ella es la reina de su casa donde afirma con seguridad que también se porta muy bien. Prueba de ello es que todos los años suelen traerle todo lo que les pide. Para este 2019, la pequeña, que va acompañada de sus progenitores, Nereida Delgado y Jonathan Sosa, tiene una lista larguita de cosas que le gustaría encontrarse al levantarse por la mañana. "Este año quiero una PlayStation con juegos, una Nintendo con juegos, ropa de deporte, playeras de deporte, botas de fútbol y cosas para mi perro Mawi".

Aunque no llevaba carta como tal preparada, otro que también tenía claro ayer qué quería recibir de sus Majestades de Oriente fue el alcalde quien aseveró que con que "vayan bien las cosas y haya mucho empleo" se da más que por satisfecho. Hidalgo, fue precisamente el encargado de recibir a los Reyes Magos a quienes les hizo entrega, como se hace cada año, de la llave de la ciudad para que los monarcas puedan entrar y salir de las casas que hay en ella sin problema. Melchor, Gaspar y Baltasar también procedieron a la suelta de palomas junto a varios niños desde el escenario en el que Kiko Barroso hizo de maestro de ceremonias hasta su llegada a la Base Naval. De principio a fin y de una punta a otra del recinto militar, los Reyes Magos fueron despedidos tal y como se les recibió, con la misma ilusión y los mismos nervios de aquellos que aún no han perdido la inocencia y de los que disfrutan con ver las pequeñas caras impregnadas de la magia de Oriente.