La Cueva de Los Canarios vuelve a estar habitada, al menos por dos personas. Una de ellas es una ciudadana norteamericana que ha encontrado en el yacimiento arqueológico de El Confital una morada en la que, según contó ayer, lleva tres meses viviendo. Además, aprovecha la presencia de visitantes por la zona para invitarles a conocer el interior del enclave prehistórico a cambio de dinero como si de una 'guía turística' se tratase. Una situación peligrosa ya que hace años que la entrada a las cavidades aborígenes permanece cerrada al paso por cuestiones de seguridad dado que se han producido varios desprendimientos de la montaña, cuyo mantenimiento es competencia del Cabildo de Gran Canaria.

No es la primera vez que los vecinos denuncian el estado de abandono de este enclave prehistórico. Sin ir más lejos, Miplayadelascanteras.com se hacía eco hace unos días de la situación de visible desamparo en la que se encuentra este Bien de Interés Cultural (BIC). De lo contrario, las cuevas no volverían a estar ocupadas, con el riesgo que eso conlleva para la vida de los nuevos moradores. Y es que no hay que remontarse muy atrás en el calendario, apenas unos meses, para dar con casos como el de los dos indigentes que se cayeron desde una de las cuevas del complejo prehispánico en la que llevaban un tiempo residiendo. La primera, una mujer de 51 años, lo hizo en abril y falleció en el Hospital Doctor Negrín después de ser trasladada con politraumatismos de carácter grave. Ni un mes después la historia se repetía con otro de los inquilinos de la cueva, de la misma edad, que también se precipitó desde una altura de diez metros desde la zona en la que se encuentran las cavidades.

Tampoco ellos eran las primeras personas sin hogar que se instalaban en el enclave. En 2011 los bomberos tuvieron que desplazarse hasta las inmediaciones de la montaña para apagar el incendio que se produjo en las cuevas, después de que fuesen abandonadas por los indigentes que vivían desde hacía años en ellas, tras el aviso de desalojo de la Policía Local. Por suerte, no hubo que lamentar ninguna muerte al igual que tampoco se produjeron fuertes daños en el yacimiento más allá de las manchas que dejó el fuego. Aún así, tras apagar las llamas, el servicio municipal de Limpieza llegó a retirar casi cien kilos de restos de basura, muebles y demás enseres calcinados.

Otro de los sucesos graves que tuvo lugar en la zona fue en julio de 2015, cuanto varias grandes rocas se desprendieron de la ladera de la montaña y llegaron hasta la zona de baño de El Confital, que tuvo que permanecer cerrado durante varios días. El incidente no causó ningún herido, a pesar de que las piedras, que alcanzaban en algunos de los casos el metro de diámetro y las cuatro toneladas de peso, rodaron hasta el entarimado de madera de la playa a apenas un cien metros del puesto de la Cruz Roja.

En esta ocasión, además de las labores de limpieza y retirada de los grandes cascotes, el Cabildo insular anunció que encargaría un estudio geotécnico para determinar el estado en el que se encontraba la ladera de la montaña. En una investigación de campo previa realizado el mes posterior al derrumbe, el geólogo Ismael Solaz aseveró que tras la primera inspección de urgencia se pudo comprobar que "otros sectores del yacimiento podrían tener, en fecha indeterminada, nuevos problemas de estabilidad". Tras el análisis y ante el riesgo por desprendimiento de rocas, en 2016 se procedió al precinto de todos los accesos a la Cueva de los Canarios dada la peligrosidad de la zona, si bien se creó un mirador con varios paneles informativos al inicio del camino que baja desde Las Coloradas para que la ciudadanía pueda disfrutar de las vistas del complejo sin necesidad de acercarse a él.