La Provincia - Diario de Las Palmas

La Provincia - Diario de Las Palmas

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Puerto Quince años de la primera escala del 'Queen Mary 2'

El crucero que lo cambió todo

La llegada del 'Queen Mary 2' en enero de 2004 fue un éxito e inició el 'boom' del sector en la Isla

El crucero durante uno de sus últimos pasos por Gran Canaria, en el año 2013.

Este miércoles fue un día tranquilo en el Muelle Santa Catalina. Tan solo un velero atracó aquí ayer, aunque hace 15 años todo era bastante distinto: el 17 de enero de 2004 realizaba su primera escala en el Puerto de La Luz el por entonces recién construido Queen Mary 2, que pasaba por ser el mayor crucero del mundo.

Aquella visita se convirtió en parte de la historia del Puerto por dos motivos. En primer lugar, supuso el retorno a Gran Canaria de una naviera, la Cunard, que ya era legendaria en la Isla gracias al paso décadas atrás de sur primeros trasatlánticos emblemáticos, como las versiones originales del Queen Elizabeth o el propio Queen Mary. En segundo lugar, simbolizó el inicio de una etapa de expansión del sector de los cruceros en Canarias que continúa hoy en día.

El barco había llegado a la ciudad al alba. Su capitán, Ronald W. Warrick, hizo sonar la sirena del barco para saludar a las miles de personas que aun siendo poco más de las 7.00 horas ya estaban en la Avenida Marítima sacando fotos. "Saludé con el tifón para que el resto de los habitantes de la isla despertaran", bromeó aquel día. Una vez amarrado en Santa Catalina, los turistas comenzaron a bajar del barco para realizar alguna de las cuatro excursiones que tenían organizadas por la Isla o visitar la ciudad. "Gran Canaria is fantastic", señalaron algunos de los turistas a Araceli Santana en su artículo para LA PROVINCIA/DLP de aquel día.

La recepción de los grancanarios a los turistas parecía casi de película de Berlanga: "A medida que iban saliendo, eran jaleados por la multitud como si de un equipo galáctico se tratase", indicaba la crónica de Miguel M. Guedes para este periódico sobre la visita del buque. En las vías que dan al muelle se sucedían las actuaciones folclóricas de Coros y Danzas de Ingenio, alfombras flores elaboradas por artesanos de Arucas y una muchedumbre que, según al día siguiente Juan F. Fonte, se dedicaba a cantar el 'pío, pío' "como demostración de su admiración por un barco que venía a engrandecer el Puerto".

Los palmenses se apelotonaban en el estrecho acceso al Muelle Santa Catalina como podían, separados de los turistas por unas vallas. Los locales, "con más socarronería que otra cosas, aplaudían y vitoreaban a todo el que entraba y salía del barco mientras los pasajeros, pasmados, saludaban como si fuesen estrellas de Hollywood en la gala de los Oscar", relataba a pie de muelle Raúl Gil en estas mismas páginas.

Llegó a haber tanta parafernalia que las críticas al despliegue también resultaron inevitables: "En un puerto como el nuestro hay que ser botarates para perder el pulso contemplando un buque cuyo único mérito es ser el más grande, el más bruto, el más fino y el vivero de pijos más excelentes o adinerados", publicaba unos días más tarde en estas mismas páginas Salvador Sagaseta, a quien la recepción al Queen Mary 2 le había parecido "pueblerina y tercermundista".

La expectación ante el buque tuvo otra consecuencia negativa: los atascos. Todo el mundo quería ver el barco y hacerlo desde su coche, por lo que la Avenida Marítima se colapsó -recibió un 80% más de tráfico aquel día- y hubo que cortar algunos de los accesos a la ciudad desde la vía rápida. Aun así, nada evitó que se multiplicaran los pequeños alcances entre vehículos. Cualquier sitio era bueno para soltar el coche y hasta el dique Reina Sofía se convirtió en un improvisado aparcamiento público.

La llegada del Queen Mary 2 también supuso el inicio de una nueva etapa en el mercado de cruceros en la Isla. Con el jet-foil a punto de desaparecer -sus servicios quedarían suspendidos un año después-, la Autoridad Portuaria emprendió la conversión del antiguo Muelle de Transbordadores en una zona habilitada para los cruceros turísticos. A través de sucesivas ampliaciones en sus lados naciente y poniente, Santa Catalina cuenta en la actualidad con unos 2.000 metros de línea de atraque, aunque aún tiene pendiente sumar otros 100 y construir una terminal de cruceros que dé respuesta a las demandas de una industria que ha puesto definitivamente su foco sobre las Islas.

Compartir el artículo

stats