Paulino Montesdeoca se nos ha ido. Mejor, sigue con nosotros de otra manera más profunda. ¡Qué pena! Digo "pena" por un lado, y también digo "alegría", por otro. "Pena" porque ha cambiado de vida un amigo cordial, cercano, servicial, de buenas palabras y mejores obras y una cierta ironía iluminadora... "Alegría" porque nos ha dejado un ejemplo -necesario para nuestro mundo- de cómo debe ser toda persona dedicada a la vocación política: honrado, abierto, respetuoso, entregado...

Paulino estudió en el Colegio Claret. Fue un buen estudiante y una buena persona. Por su carácter subyugaba, no dejaba a nadie indiferente. No estudió -como insistía él- en el Colegio "Claret", sino en el Colegio "Corazón de María". La última palabra que susurró con cierta dificultad el día 5 de febrero, fue la palabra corazón. No llegó a pronunciar "de María". La quiso silabear, pero no pudo. Le gustaba repetir siempre "Corazón de María", su colegio.

Vivió su infancia y parte de su juventud al lado del Colegio. Por eso lo llevaba tan dentro y esa marca no la olvidó nunca porque la llevaba grabada en el alma. En los momentos últimos lo tenía más presente. El Colegio le atraía, le confortaba. Ese primer amor no lo olvidó jamás y, el corazón lo llevaba en su vida personal, familiar, política...

Desde el corazón no le decimos adiós; sigue, seguirá con nosotros, "porque el amor no muere nunca". Se fue Paulino de corazón y nos dejó aquí su corazón. No lo olvidemos.

Luis Rosales escribió:

"Los muertos, recordándolos,

ya no vuelven a morir".

De ahí que siga con nosotros después de haber caminado, servido a tanta gente de corazón. Lo importante para él no era caminar, sino dejar huella. Era su lema.

"Daba el reloj las doce... y eran doce

golpes de azada en tierra...

¡Mi hora! -grité... El silencio

me respondió: -No temas...

Y encontrarás una mañana pura

amarrada tu barca a otra ribera."

(Antonio Machado).

Como era corazón, ahora lo dejamos en el corazón de Dios, en el mar de Dios. Allí seguirá navegando, sirviendo... de corazón a todos: a su familia, a sus amigos, a los que no pensaban como él. Allí, aquí.

Un poeta y misionero, Pedro Casaldáliga escribió:

"Al final del camino me dirán:

¿Has vivido? ¿Has amado?

Y yo, sin decirle nada,

abriré el corazón lleno de nombres".

Paulino, humanista cristiano, supo llenar el corazón y supo transmitirlo. Ahora, ese corazón seguirá latiendo cálido y derramado. Borges solía decir a sus amigos: "La muerte es una vida vivida". Una vida como la tuya, apasionante y lúcida, Paulino.

*Sacerdote claretiano