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Acoger turistas en las casas

El impacto del alquiler de las viviendas vacacionales sobre la vida de los residentes es uno de las grandes retos a resolver por Las Palmas de Gran Canaria, como cualquier otro destino urbano. El concejal de Turismo, Pedro Quevedo, plantea la cuestión en los siguientes términos: "Tenemos que alcanzar una cifra razonable en lo que se refiere al fenómeno del alquiler vacacional, que nació como economía colaborativa y tiene que seguir siendo colaborativa y no otra cosa. Es decir, que se alquile una casa y no 40 viviendas distintas por parte de un mismo operador". Y ese es, efectivamente, el reto que no han sabido resolver hasta ahora las administraciones públicas: hacer compatibles dos ofertas alojativas -la convencional hotelera y extrahotelera y las viviendas vacacionales-, que entroncan por cierto en la capital grancanaria con una tradición que se remonta a sus orígenes turísticos.

Tanto en la década de los sesenta y setenta como en los tiempos actuales, el reboso turístico ha llevado a los habitantes de la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria a habilitar sus casas para acoger a los visitantes que no cabían en los hoteles. Como ahora, la oferta de entonces superaba con creces la demanda, como reconocía al propio Quevedo al señalar que "la falta de camas ha llegado a afectar a las actividades del Auditorio". Es decir, que la ciudad ha perdido oportunidades de celebrar más congresos o encuentros profesionales por la incapacidad de absorber en sus alojamientos a los congresistas.

El experto en turismo Antonio Cruz Caballero, recoge en su libro una referencia a la implicación de la ciudadanía en la acogida de visitantes en la época dorada del turismo en Las Palmas de Gran Canaria: "Muchos de los hoteles, residencias y apartamentos pertenecían a propietarios de solares, de pequeñas casas terreras o de dos plantas" y cuenta como desarrollaron sobre todo entre la playa de las Canteras y el Puerto, pero también hacia las Alcaravaneras y hasta el paseo Madrid. Y que cuando no fueron suficiente para cubrir la creciente demanda de los turistas, entonces mayoritariamente escandivanos y sobre todo suecos, los residentes de esas zonas abrieron sus propias casas a los turistas, creando espacios para acogerlos y obteniendo por esta vía ingresos complementarios. Ese fenómeno ha mutado con el tiempo y, en pleno siglo XXI, se ha multiplicado a través de las plataformas digitales. Así, una oferta con tradición recibe hoy un nuevo nombre: Alquiler vacacional.

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