En la capital muchos vecinos aún recuerdan el caso de Ruth, quien estuvo acusada de infiltrar aceite de silicona en varias peluquerías de Gran Canaria y Lanzarote a una veintena de clientas entre los años 2002 y 2003. La estiticista reconoció ante los juzgados los hechos, pero intentó eludir su responsabilidad al respecto. "Llevo ocho litros en el cuerpo y no me ha causado ninguna molestia", aseguró en su día al juez. Al parecer una de las clientas de Ruth, procedente de la isla de los volcanes, perdió sus pechos por complicaciones relacionadas con la intervención, un tiempo después de que la acusada le inyectara aceite de silicona en sus senos para darles volumen. Un caso que terminó como puntilla de su adicción a las drogas.

Los hechos se produjeron entre julio de 2001 y enero de 2002, concretamente en dos peluquerías de la capital grancanaria y una de la isla de Lanzarote, que es donde la acusada ponía las inyecciones con "absoluto desconocimiento de las técnicas médicas oportunas y despreciando las consecuencias altamente perjudiciales para la salud de su acción", según sostiene la fiscal Eva Ríos en su escrito de acusación.

La silicona no precisaba receta médica y era comprada en las farmacias, pero luego era destinada a funciones que no estaban descritas en la ficha de técnica del producto. De hecho, se trata de una sustancia prescrita para uso industrial, cosmético y farmacéutico que se utiliza para combatir las flatulencias mediante la ingesta oral.

Sin embargo, la acusada inyectaba el aceite de silicona directamente en las partes del cuerpo que sus clientes querían modificar, principalmente en pechos, glúteos, labios y pómulos. Para ello, les aseguraba que el tratamiento era inocuo para la salud y altamente efectivo, pues les permitía ahorrarse los altos precios que este tipo de intervenciones tienen en las clínicas de belleza especializadas.

Ruth realizó implantes de este tipo a 21 mujeres y les cobró diferentes cantidades de dinero, que luego repartía entre las propietarias de las distintas peluquerías. De ahí que también estuviesen acusadas otra cuatro personas como responsables civiles subsidiarias de los daños. Entre ellos, destacan malformaciones en labios y pechos que han requerido intervención quirúrgica para su reconstrucción.

Finalmente, La jueza Ana Belén Montero, titular del Juzgado de lo Penal 4 de Las Palmas de Gran Canaria,condenó a Pedro Alfonso Socorro García, más conocido como Ruth por su condición de travesti, a año y medio de cárcel por tres delitos de lesiones y a pagar una indemnización de 150.00 euros en indemnizaciones por imprudencia grave al inyectar aceite de silicona a varias mujeres en el período comprendido entre julio de 2001 a diciembre de 2002.