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Premios Puertos de Las Palmas | Galardón a la vida profesional en el entorno portuario

"En las situaciones de peligro, lo que más se siente es la lejanía de la familia"

"Los prácticos somos un sistema de seguridad importantísimo para el Puerto y para la población en general", afirma

Pedro Emilio Loyola Pérez, en el Puerto de La Luz. josé carlos guerra

¿Cómo fueron sus primeros contactos con el Puerto de La Luz?

Yo soy de Santander y vine porque mi mujer es canaria. Embarqué en el Puerto de Las Palmas como alumno en una empresa que se llamaba Gemasa y era de Florentín Castro. Fue en 1976 en el barco Río Miera. El capitán era de Santander y las tripulaciones eran todos canarios la mayor parte, quitando algún gallego o algún asturiano. Siempre navegaba en empresas españolas.

¿Esta vida profesional en el mar le ha llevado a verse envuelto en muchas situaciones de riesgo?

Con Gemasa me acuerdo de que fuimos a Nigeria y lo pasamos fatal, aquello era una hecatombe con los piratas. Estuvimos tres meses fondeados y por las noches salíamos fuera para que no nos asaltaran. Además, en ese viaje murió el cocinero de malaria; también el contramaestre cuando llegamos aquí.

¿En esas situaciones qué se siente más, el miedo o la angustia?

En realidad, lo que más se siente en las situaciones de peligro es la lejanía de la familia. Recuerdo por ejemplo de que nos metieron presos en Guinea. Entramos en Malabo y el primer oficial del barco, que se llamaba Jesús, salió a tierra y le pegaron una paliza unos locales, así que decidimos coger unos botes salvavidas e irnos a pasear en vez de ir a tierra a que nos pegaran.Cuando fuimos a llegar al barco estaba toda la Armada apuntándonos y yo pensando 'estos nos matan'. Nos metieron en la cárcel y nos tuvieron incomunicados en celdas sin luz ni nada. Estuvimos allí unas horas y luego nos sacaron al patio. Nos pusieron de rodillas, nos apuntaron con el cetme y nos hicieron jurar que no éramos terroristas. De aquellas no había embajada, el embajador estaba en un barco de Trasmediterránea, y nos sacó un militar que había ido allí a enseñar al ejército guineano.

¿Cómo llego a trabajar para Armas?

Entré con 25 años. Acababa de sacar dos barcos nuevos, el Volcán de Tame y el Volcán de Tinache. Me acuerdo de que todavía vivía el padre de Antonio Armas y ese hombre, cuando vio llegar los barcos, empezó 'mi hijo me arruina, esto no hay quien lo llene', porque eran barcos muy grandes y él estaba acostumbrado a barquitos pequeños de cabotaje, aquello le parecía muy grande. En principio se pensaba que no se iban a poder llenar, pero al poco tiempo no cabía la carga.

Usted también participó en la llegada de una de las embarcaciones más peculiares que hay en las Islas, el submarino de Mogán...

Sí. Lo hicieron unos finlandeses: un astillero muy famoso había hecho cuatro o cinco y no tenían dónde colocarlos. Fueron buscando sitios, como el Caribe, el Mediterráneo o aquí. No conocían la regulación española con el tema náutico y tuvieron que buscar asesoramiento. Yo estaba en Antonio Armas y me dijeron que necesitaban gente. Pedí una cantidad para que me dijeran que no, pero me dijeron que sí y me tuve que quedar por narices. Allí estuve dos años, aunque no tiene nada que ver con pilotar un barco. Ahí se trabaja con aire y energía eléctrica, con thrusters, y en los barcos no se usa el aire. Sí se usan las bombas de lastre, pero no tienen nada que ver una cosa con la otra.

¿Qué le llevó al incorporarse al servicio de practicaje portuario?

Estando con el submarino vino MSC y de ahí ya pasé a prácticos, donde llevo 25 años. Es un servicio que no llama mucho la atención, pero hacemos una labor impresionante. Hoy en día el primero que embarca en un barco es un práctico. Somos un sistema de seguridad importantísimo para el puerto y para la población en general. La gente también se cree que estamos en los remolcadores, pero no. Tampoco somos controladores, nosotros estamos físicamente en el barco.

¿Cómo de complicados son los retos a los que se enfrentan en su día a día?

Digamos que el día que los barcos se automaticen va a haber accidentes cada dos por tres. El otro día, por ejemplo, no se hundió un velero de milagro. Estaba sacando un barco de 220 metros y 12 de calado de entre diques y de repente desde el alerón miré para popa y vi salir un velero de ocho metros empujado por el chorro de agua del barco con dos personas a bordo que sale disparado para atrás. El capitán se llevaba las manos a la cabeza. Hubo que parar las máquinas inmediatamente, tuvo que ir la falúa de prácticos a ayudarle para sacarle. También pasa mucho que un barco se quede sin máquina, aquí ocurre prácticamente cada dos días. Además, la experiencia te permite saber cuál va a fallar. Nosotros tenemos que transmitir siempre mucha confianza al capitán, máxime si es temeroso o lanzado. Tienes que saber cómo calmarle o tranquilizarle.

¿Y cómo es el trato que han de mantener con ellos y sus tripulaciones?

En cuanto al nivel mundial de los oficiales, están trayendo tripulaciones de terceros países con muy mala preparación. Solo saben de papeles, llegas al barco y lo primero que hacen es ponerte encima para que los firmes 30 o 40 papeles que no sirven para nada, sino para guardarse las espaldas el armador en caso de que pase cualquier cosa. O bien van con miedo, porque no tienen experiencia, o son muy lanzados. El otro día otro barco de 240 metros el práctico lo cogió a ocho nudos muy cerca del dique de contención que hay junto a la Avenida Marítima. Tuvo que subir corriendo, poner máquina atrás y escapar para evitar que hubiera un accidente. Tienes que buscar salidas, pero a base de experiencia ya puede uno evitar ciertos momentos de peligro.

Este año se jubila. ¿Piensa seguir vinculado al Puerto a partir de entonces?

Yo nací y me crié en la mar. Vengo de una familia humilde y con ocho años iba a pescar con mi padre porque teníamos que dar de comer a la familia. Estoy muy metido en el mar, tengo sal en la sangre. Me gusta mucho ir a pescar y tengo muchos amigos que tienen barcos de pesca y me llevan, tanto aquí como en Santander. Vinculado al mar, siempre.

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