La Provincia - Diario de Las Palmas

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Aquí la Tierra | Movimientos de traslación

Traductor, traidor

Vertida al castellano desde el finés a través de Google, la letra de la canción 'Las Palmas', compuesta en 1972 por el finlandés Irwin Goodman, resulta un delirio fascinante

Carátula y disco 'Las Palmas' de Irwin Goodman. LP/DLP

El finés es un idioma que forma parte de la familia urálica, concretamente de la rama ugrofinesa. Y, como ocurre con el húngaro, el estonio, las lenguas laponas, las moldovas y hasta las pérmicas, de esta misma rama, no pertenece al tronco indoeuropeo. Entre sus rasgos distintivos, en fin, se encuentran su dimensión de lengua altamente flexiva, su posesión de ocho fonemas vocálicos y hasta su acento prosódico, que cae siempre en la primera sílaba de la palabra. Ciertamente, de más estaba decir todo lo anterior, pues, por descontado, tales datos acuden ipso facto a la mente de cualquier castellanohablante nada más escuchar la canción Las Palmas, que el finlandés Irwin Goodman incluyó en su disco homónimo de 1972 y que compuso en la lengua de Tom de Finlandia, del Kalevala y de Sinuhé, el egipcio. Estaba de más decirlo, como ya se ha dicho. Disculpe pues el lector por un comienzo tan lleno de obviedades.

Después de una estancia turística, Irwin Goodman, nombre artístico de Antti Yrjö Hammarberg, quedó tan seducido por Las Palmas que no solo le compuso esta canción, la cual, como todas las de Goodman, figura entre las primeras de signo pop escritas en finés, sino que, aún más, se retrató en la carátula del álbum con el topónimo de la ciudad sellado en su cara. Y, por si todo lo anterior fuera poco, hizo así mismo un videoclip con imágenes de la capital insular, que contribuyó al furor que causó en Finlandia Las Palmas, la canción, y quizá también la ciudad.

En una de las estrofas de Las Palmas Goodman dice exactamente lo que sigue: "Sun luoksesi lämpimään/ Kun onneni vihdoin löysin/ Täältä lähde en/ Oon kiinni kuin vahvoin köysin/ Las Palmasissa/ Ei silmien tumma hohde/ Miehen hiljaisen/ On tunteiden kuumain kohde/ Las Palmasissa/ Ooo Las Palmas/ Sun helmaasi aina jään/ Ooo Las Palmas/Sun luoksesi lämpimään". Así es. El lector puede tener la certeza absoluta de que esto es, exactamente, lo que dice Irwin Goodman en esta estrofa. Y si, como es el caso del reportero, desconoce el idioma del país de la sauna, Alvar Aalto y Papá Noel, el lector, especialmente el que habita en Las Palmas o tiene algún vínculo afectivo con esta ciudad, sentirá, naturalmente, un deseo irrefrenable de saber lo que significan tales palabras, aunque, simultáneamente, no podrá evitar darle vueltas al problema de la traducción. A este respecto, antes de cualquier tentativa para traducirlo, es inevitable, a qué dudarlo, que se acuerde de aquello que se pregunta Walter Benjamin en "La tarea del traductor": "¿Se hace acaso una traducción pensando en los lectores que no entienden el idioma original?" (traducción de H. A. Murena).

Naturalmente, del mismo modo que lo que canta Goodman no es una balada, lo que dice Benjamin no es baladí. Por lo demás, a no ser que se sea finohablante, entiéndase, no un hablante que se expresa con urbanidad y cortesía, sino uno que domina la lengua de Finlandia, no se entiende lo que dice la estrofa del autor e intérprete de Las Palmas. Sin posibilidad, en el momento en que escribe, de acudir a un humano experto en traducción finocastellana, el reportero echa mano entonces del traductor automático de Google y resulta lo siguiente: "El sol te calentará/ Cuando mi suerte finalmente lo encontré./ Aquí está la fuente en/ Estoy atrapado como una cuerda fuerte/ En las palmas/ No es un brillo oscuro de los ojos./ Hombre tranquilo/ Es el destino más caliente para las emociones./ En las palmas/ Ooo Las Palmas/ El sol siempre brilla/ Ooo Las Palmas/ El sol te calentará". Excusas por esta nueva obviedad petulante, pero el reportero también es consciente de que lo primero que ha pensado el lector ante esta traducción, es en aquello de George Steiner en Después de Babel: "Cuando el cantante pop gime lamentando que no hay manera nueva de decir 'estoy enamorado', o bien que los ojos de la amada están llenos de estrellas, toca con el dedo uno de los puntos neurálgicos de la literatura occidental" (traducción de Adolfo Castañón).

El periodista prueba a poner otra estrofa de Las Palmas en el traductor automático. Es esta: "Ooo-ooo-ooo Las Palmas/ Helmaas aina jään/ Tein vuosia työtä kovin/ Säästin, ahkeroin/ Sain viihtyisän Bungalowin/ Las Palmasissa/ Niin kauas kuin silmä kantaa/ Merta nähdä voin/ Käyn päivisin hiekkarantaa/ Las Palmasissa/ Ooo Las Palmas/ Sun helmaasi aina jään/ Ooo Las Palmas". Y el resultado de la operación es el que sigue: "Ooo-ooo-ooo Las Palmas/ Helma siempre permanece/ Trabajé por muchos años/ Yo salvé, trabajadora/ Tengo un acogedor bungalow/ En las palmas/ Hasta donde llega el ojo/ Mar ver mantequilla/ Voy a la playa de arena durante el día./ En las palmas/ Ooo Las Palmas/ El sol siempre brilla/ Ooo Las Palmas". Lo de "Tengo un acogedor bungalow/ En las palmas", hace pensar, más que nada, en Irwin Goodman como diestro constructor con el juego de Lego. Pero lo "Hasta donde llega el ojo/ Mar ver mantequilla", solo puede explicarse por lo que resulta de la traducción finoespañola de la entrada correspondiente al cantante en Wikipedia: "Goodman era un cantante de folk que tenía la imagen de un delirio fascinante".

En verdad, Irwin Goodman debió ser realmente un tipo fascinante, si quiera por lo que puede leerse también en Wikipedia tras la correspondiente traducción automática: "A partir de 1974, Irwin participó en la finlandesa calificador Festival de Eurovisión sin mucho éxito con la canción Es un mínimo". Por lo demás, puede que haya quien ponga reparos a la traducción automática porque se limita a hacer una traducción literal. Pero esto en absoluto es imputable en exclusiva a las máquinas. Traducciones así también las hicieron grandes figuras de la literatura universal. Walter Benjamin de nuevo: "La traducción literal, en lo que atañe a la sintaxis, impide por completo la reproducción del sentido y amenaza con desembocar directamente en la incomprensión. En el siglo XIX las traducciones de Sófocles hechas por Hölderlin eran los ejemplos monstruosos de esta traducción literal". Ya lo dice el adagio italiano: traduttore, traditore, que, más que nada por hacerle justicia, este reportero, sin saber una palabra de la lengua de Dante que no sea parole, se atreve a traducir: traductor, traidor.

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