El empresario Germán Suárez, referente tanto en el Puerto de La Luz como otros sectores de la economía canaria, falleció este sábado a los 74 años de edad. El presidente de Astilleros Canarios (Astican) paseaba con su esposa Mari Luz Calvo por la capital grancanaria cuando sufrió un infarto fulminante. Su repentina muerte deja un hueco en el empresariado de las Islas, a cuyo impulso y diversificación contribuyó durante décadas tanto desde sus empresas como apostando por nuevos negocios.

Aunque su trayectoria profesional estuvo vinculada durante décadas a la actividad portuaria, Suárez había nacido lejos de La Luz, en el pueblo de Utiaca (San Mateo), el 23 de octubre de 1944. Pronto cambió aquel ambiente "de casas entornadas con un aldabón y ventanas abiertas" -así lo recordaría décadas después, cuando fue pregonero de la Semana Santa de Vegueta- por el bullicio de la actual calle Mendizábal, a la cual se mudó junto a sus padres y hermanos -la suya era una familia numerosa- aún siendo un niño.

En la capital, el joven Germán tuvo la oportunidad de formarse en el instituto de la calle Canalejas, aunque las penurias económicas de la posguerra truncaron su deseo de completar su formación académica en la universidad. En 1960, con 16 años y los estudios preuniversitarios completados, tuvo que lanzarse al mercado laboral. Como tantos grancanarios durante el último siglo, fue a buscar trabajo en el granero de empleo que es el Puerto de La Luz, el sitio que marcaría a partir de entonces su vida. Arrancó como botones en la empresa Marítima Vasco Canaria (Mavacasa) aunque fue progresando y en 1968 se incorporó a Transportes Fruteros Canarios (Frucasa).

Todo cambiaría para Suárez en 1976, cuando tenía 32 años. Por aquel entonces demostró por primera vez la visión empresarial que le permitió fundar un grupo de empresas que en la actualidad da trabajo a más de 2.000 personas. Lo hizo con la creación de Italmar Consignaciones junto a sus socios griegos, aunque el gran salto lo dio cuando el estado decidió privatizar Astilleros Canarios, hasta entonces en manos del Instituto Nacional de Industria. Unos años más tarde ampliarían el negocio al comprar Astilleros de Santander (Astander) a la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales.

La reconversión de los astilleros públicos españoles en la década de 1980 dejó tras de sí un rastro de negocios que han sufrido para lograr mantenerse a flote, aunque el caso de la atarazana grancanaria fue diametralmente opuesto. Suárez puso en práctica la diversificación, un concepto que mantuvo durante toda su trayectoria adelantándose al futuro y lanzándose a la búsqueda de nuevos tráficos que suplieran la desaparición de flotas que, como la soviética, habían generado negocio para el sector de reparaciones navales durante décadas.

En este sentido, la temprana apuesta de Astican por la industria petrolera offshore ha permitido a La Luz abrir un nicho de mercado que dos décadas después de la llegada de las primeras unidades genera decenas de millones de euros en la Isla. Suárez y los suyos internacionalizaron el astillero llamando a las puertas de los armadores para convencerles de las bondades del Puerto, tanto por su ubicación geográfica como por la garantía jurídica que ofrece el marco regulatorio europeo por el que se rige.

Durante este tiempo Astican no solo ha crecido en volumen de negocio, también lo ha hecho en cuanto a instalaciones. La empresa de Suárez logró convencer en su día a los responsables de Rolls Royce Marine, uno de los principales constructores de motores para buques del mundo, de que debía instalar un taller dentro de sus instalaciones de La Luz, centro que vio la luz a finales de 2015. Dos años después, el astillero abrió unas instalaciones en el Reina Sofía para atender a la flota offshore denominadas Astican Deepwater Quayside, aunque el empresario no podrá ver terminado el último gran proyecto que impulsó, la construcción de un dique seco de 320 metros con capacidad para buques de hasta 96.000 toneladas que actualmente tramita la Autoridad Portuaria.

La diversificación de sus negocios alcanzó al Puerto, donde creó compañías como La Luz Market o Spanish Pelagic, pero también a sectores alejados de las industrias marítimas ayudando al desarrollo de otros sectores que conforman el tejido empresarial canario. Suárez invirtió en el sector turístico, en tecnologías de la información y la comunicación, en sanidad, en transporte aéreo o en cine. A través de sus sociedades participa en THe Hotels, Inerza, Hospital San Roque Maspalomas, Binter o Macaronesia Films y sus hijos Ana y Germán continúan su estela, implicados de lleno en sus empresas.

Suárez, que en los últimos tiempos había perdido a dos de sus hermanos, nunca perdió el mismo espíritu popular que le llevó a ser fundador de la murga Los Guanches Picapiedra o a presidir la UD Las Palmas. En los últimos años disfrutaba regresando a sus recuerdos de la infancia en su finca de Utiaca, donde plantaba y cosechaba fruta que, como buen hombre de campo, repartía entre amigos y familiares. Esa imagen, más íntima y desconocida que su figura pública, es la que muchos amigos suyos recordaban ayer en el momento de su despedida. Hoy será incinerado a las 22.30 horas en el Tanatorio San Miguel.