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Chabolas de recreo colmatan una finca de Ladera Alta

La presencia de caballos, cabras, perros, gallos y pavos reales se ha multiplicado en un terreno privado de la zona en el último año

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Chabolas Ladera Alta

En el último año ha proliferado un poblado de chabolas con uso recreativo en el entorno de una finca privada de Ladera Alta. Así lo han denunciado varios vecinos de la zona, quienes han visto como una antigua plantación agrícola anexa al barrio se ha ido tapizando de chamizos y corrales. Lo que en un principio comenzó hace unos 15 años como un terreno donde unos pocos iban a cultivar en pequeñas huertas, ha terminado por convertirse en un amasijo de palés, maderas y chapas que alberga a decenas de animales y ha desbordado los límites de la parcela inicial. Buena parte de estos terrenos están dentro del Plan Especial de Ladera Alta-Casa Ayala, el cual prevé el crecimiento urbanístico del barrio dentro del Plan General de Ordenación de Las Palmas de Gran Canaria.

El lugar no pasa desapercibido para quienes transitan por la carretera GC-201 camino de Costa Ayala o Los Giles. La finca, propiedad del empresario de la construcción Matías Marrero, se despliega a un margen de esta vía, mientras en el lado contrario se encuentran las casas terreras que conforman el barrio de Ladera Alta. Los chamizos han sobrepasado los límites de la antigua finca de plataneras que explotaba el aldeano hace varias décadas. Las nuevas construcciones de materiales precarios se encaraman por los muros que delimitaban la plantación y a través del barranquillo.

Animales de todo tipo

Caballos, gallinas, gallos, cabras, multitud de perros y hasta pavos reales. La presencia de animales de todo tipo se ha multiplicado en esta finca en el último año, según relatan varios vecinos de la zona que han preferido mantenerse en el anonimato. Ladridos y cacareos continuos son algunas de las quejas que ha recibido la Policía Local, señalan fuentes municipales. "Muchos son perros de caza, entonces, los días previos los dejan sin comer, después los meten a las cuatro de la mañana y aquello se vuelve insoportable", apunta un residente cercano a la finca.

"Lo peor son las ratas que si te descuidas se meten en casa", apunta una residente en la calle Juan Afonso Ponce. Las cucarachas y las garrapatas también pueblan la zona. "La verdad es que no molestan mucho, pero bonito no es y cría todo tipo de bichos", resalta otra mujer. La mayoría de los vecinos coinciden en asegurar que son personas de los barrios colindantes que van allí "a pasar el rato con las plantitas o los animales".

Francisco del Pino es uno de los vecinos de Ladera Alta que lleva plantando esta tierra desde hace casi 15 años. En un principio pactó verbalmente con Matías Marrero cultivar los terrenos y dar a cambio un alquiler anual de 100 euros, asegura, al igual que otros viejos inquilinos como Juan Machín. "La idea era no dejar morir la tierra", señalan fuentes cercanas al constructor. No obstante, hay personas que han llegado recientemente, las cuales viven en Tenoya o Costa Ayala.

Tras quedar abandonada la plantación, "unos cuatro o cinco" vecinos acordaron con Marrero mantener activa la finca por su cuenta a modo de huertas de recreo, explica Víctor García, cercano a las empresas del aldeano. "Él llevaba aquello personalmente", apunta. No obstante, en los últimos dos años la situación "se ha desbordado", reconoce. Hasta tal punto que los propietarios desconocen a los últimos inquilinos en llegar a Ladera Alta.

"Les hemos dejado de cobrar la renta con la intención de que abandonen el lugar, la idea es desalojar aquello, limpiar la finca y adecentarla", apunta García. Esta intervención sería con vistas a una posible urbanización del terreno en un futuro, explica. Según el PGO de la capital grancanaria, parte de esta parcela está destinada a uso dotacional, la posibilidad de construir viviendas y, además, un nuevo trazado de la carretera GC-201 cruzaría por completo la finca. "Me dijeron que iban a dejar de cobrar, pero por aquí no ha pasado nadie a echarnos", señala por su parte un vecino de Casa Ayala que cultiva allí y también cría gallinas.

La presencia de este asentamiento ha provocado varios actos vandálicos en la zona. El pequeño parque infantil junto a las viviendas sociales de Ladera Alta carece de valla protectora desde hace más de un año. "Vinieron aquí y se las llevaron, las arrancaron, para aprovecharlas para las chabolas", señala Isabel de la Torre, quien reside en esta urbanización hace 24 años. "Más de una vez han pegado fuego ahí dentro", indican varias vecinas de la calle Juan Afonso Ponce.

Según fuentes municipales, tanto Salud Pública como la Policía Local han visitado el lugar y han realizado varias inspecciones. Estos han constatado que los animales que allí se encuentran están en "óptimas condiciones" y que no están hacinados. Desde el Ayuntamiento señalan que no pueden actuar si no se producen denuncias de los vecinos y mientras no se constate que el asentamiento pueda suponer un "foco de insalubridad".

Pese a esto, algunos vecinos de la zona aseguran que, incluso, "hay quien está criando gallos en los chamizos". En Ladera Alta han visto a chicos jóvenes entrar y salir del recinto chabolista con gallos "en las manos", los cuales guardan y crían en "chamizos individuales". No obstante, los viejos inquilinos afirman que desconocen lo que hacen los recién llegados a la finca.

El Ayuntamiento, por su parte, no ha logrado comprobar que existan familias residiendo en las chabolas, tal y como afirman algunos residentes de la zona. Con todo, lo cierto es que en algunos puntos se acumulan la basura, los escombros y hasta varios coches desmantelados junto a electrodomésticos oxidados. La propiedad reconoce que ha recibido quejas de la Policía Local a raíz de los ruidos que causan los perros.

Las voces vecinales sí coinciden en una cuestión, ha sido en el último año cuando la situación se ha desbordado. "Han cuartelado las parcelas, con palés y maderas", señala del Pino. Lo que antes eran porciones grandes de terreno, ahora son pequeños chamizos donde guardan a los animales.

Javier Doreste, concejal de Urbanismo, señala que "poco" pueden hacer por "mejorar" el paisaje de esta zona de la capital grancanaria. "Sin denuncias de por medio tenemos las manos atadas, al ser una propiedad privada", apunta. "No hay constancia de quejas", añade, "y sin ellas no se puede hacer nada". El edil recuerda que existen fincas similares en otros puntos del municipio, en aquellas zonas donde se mezcla el mundo rural con el urbano.

Doreste señala que la transformación urbanística del lugar "va a tardar en hacerse realidad, hay prioridad en otras zonas". Los vecinos de las 142 viviendas sociales indican que al llegar les prometieron un colegio o un centro de salud. "Ni farmacia tenemos, aquí hay que coger sí o sí el coche", apunta José Socorro, quien resalta que viven en "una isla perdida", dada la ausencia de servicios básicos. Las actuaciones futuras van asociadas al crecimiento poblacional del barrio que prevé el PGO de la capital grancanaria, el cual está cifrado en 459 habitantes nuevos.

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