Unos 1.500 kilos de cocaína transportados en medio centenar de fardos de 30 kilos: esta es la cantidad de estupefacientes decomisada por la Policía Nacional al sur de Canarias en la que ya es la principal operación contra el tráfico de esta sustancia en el Archipiélago -también una de las mayores del conjunto del Estado- en lo que llevamos de 2019. La mercancía, que estaba siendo transportada a través del Atlántico a bordo de un pesquero pirata, llegó ayer en torno a las 10.45 horas a Las Palmas de Gran Canaria tras su intervención durante un abordaje a unas 700 millas al sur de las Islas que contó con la colaboración del Ejército.

La operación antidroga es fruto de una investigación iniciada por el juzgado de instrucción número cuatro de Vigo el pasado mes de enero. Los agentes de la Policía comenzaron entonces a determinar cuáles eran las pretensiones del grupo, hasta que algunas semanas atrás lograron confirmarlas: "Introducir en España una partida de cocaína a través de un medio marino", según explicó ayer en el Arsenal de la capital grancanaria el inspector jefe Emilio Rodríguez Ramos, responsable del Grupo de Respuesta Especializada contra el Crimen Organizado (Greco) de Galicia.

La decisión de interceptar el barco solo se tomó cuando los distintos cuerpos de seguridad involucrados -la operación ha reunido a investigadores de cinco países europeos y americanos- pudieron confirmar que "se habían puesto de acuerdo todas las partes implicadas en este ilícito negocio", tal y como explicó ayer el inspector Rodríguez. A partir de ese momento, la Policía movilizó a la Armada y al Ejército del Aire para localizar el punto estratégico donde realizar el abordaje antes de que la droga fuera transbordada en alta mar a otro barco, como pretendían los narcotraficantes.

El Apollo -así creen los investigadores que se llama el pesquero, aunque aún será necesario corroborar la documentación del barco, que navegaba sin pabellón- fue apresado por miembros del Grupo Especial de Operaciones (GEO) y del Greco en una operación que tuvo lugar a plena luz del día. A bordo del barco viajaban siete tripulantes, todos de nacionalidad brasileña, que tenían pleno conocimiento del tipo de mercancía que transportaban, de acuerdo con el jefe del grupo policial contra el crimen organizado. Una vez fueron trasladados al buque de acción marítima Meteoro, el titular del juzgado vigués encargado de la investigación les tomó declaración y decretó su ingreso en prisión en cuanto llegaran a Gran Canaria.

El mal estado del barco, que presentaba problemas para la navegación, obligó a los agentes a depositar los fardos de cocaína -todos marcados con el monograma de la firma francesa de lujo Louis Vuitton- a bordo del Meteoro de manera inmediata. Así arribaron al Arsenal de Las Palmas de Gran Canaria, mientras el Apollo era remolcado cuidadosamente hasta otro muelle del Puerto de La Luz para garantizar su estabilidad y realizar una nueva inspección que permita verificar si a bordo ha quedado algún paquete de cocaína que hubiera pasado desapercibido en la primera inspección realizada en alta mar.