Síguenos en redes sociales:

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Reproducciones libro Barrio Marinero de Julio Sánchez

14

Curiosidades de San Cristóbal

El sacerdote Julio Sánchez Rodríguez publica un libro con las vivencias del barrio y de su parroquia en el que recoge numerosos datos sobre la intrahistoria del vecindario

San Cristóbal, último reducto marinero de la ciudad, es protagonista estos días gracias a la publicación de El barrio marinero de San Cristóbal y su antigua ermita, un libro escrito por el sacerdote e Hijo Adoptivo de Las Palmas Julio Sánchez Rodríguez (Arucas, 1940) que recoge la historia de la parroquia y del barrio. El libro, que fue presentado el pasado jueves, ofrece la oportunidad de conocer más a fondo la idiosincrasia de esta parte de la ciudad. El párroco adscrito recoge más de 100 historias, curiosidades y anécdotas sobre el mismo y sus vecinos. Estas son algunas de ellas:

Orígenes del barrio. En el siglo XVIII, el vecindario era conocido como Los Barquitos porque en él se asentaban las familias que vivían del mar y que habían llegado a la ciudad procedentes de otras islas. Vivían extramuros y se habían autoconstruido sus casas pegadas al litoral, mientras la vega de San José, perteneciente al mayorazgo de la familia Ruiz de Vergara y García del Castillo, cuyos antepasados habían participado en la Conquista de la Isla, estaba poblada por jornaleros. En 1875 había unas quinientas personas viviendo, según deja constancia el obispo Joaquín Lluch y Garriga en una carta dirigida al cura de Santo Domingo para que envíe un cura a la ermita de San Cristóbal, perteneciente a la familia Ruiz de Vergara, para dar misa a petición de los vecinos por la lejanía de la iglesia y porque muchos vecinos salían justo el domingo al mar a completar el jornal. También porque no tenían ropas adecuadas para ir a la capital a escuchar el sermón. Posteriormente, comenzó a conocerse como San Cristóbal por la ermita del mismo nombre. En la casa Peñate, hoy casa Verde por su color a la altura del castillo, estuvo el primer grupo escolar oficial, construido en 1938, y llamado Leopoldo Matos. En 1986 se le cambió el nombre por el del maestro Santiago Saenz Tejera, aunque hoy en día es la Universidad Popular, después de que los niños pasaran a otro centro al disminuir su número. En 2018, el barrio tenía 714 habitantes según la estadística municipal. La relación de los vecinos con el mar ha sido tal que la vela latina canaria tiene su origen en unas fiestas populares en el barrio en 1904. Además, cuatro botes han estado ligados al mismo: Unión San Cristóbal, Roque Nublo, Castillo y Chacalote.

Castillo de san Pedro Mártir. En el siglo XVI los ataques piratas habían dado lugar a la fortificación de la ciudad. Por mandato del capitán gobernador Diego de Melgarejo (1577) se construyó fuera de la muralla una torre de defensa en honor a san Pedro Mártir, patrono de Gran Canaria por haber finalizado la conquista de la isla el día de su festividad -29 de abril de 1483-. La torre circular de mampostería cumplió con su misión durante los ataques de los piratas Francis Drake (1595) y Van der Does (1599) pese a estar dotada solo con dos cañones. Hoy en día, la torre, levantada sobre una roca y que dejó de tener servicio en 1878, es conocida como castillo de San Cristóbal. El 27 de agosto de 1919 el Ministerio de Hacienda la vendió en subasta pública a particulares. Sus últimos dueños, Diego Cruz Naranjo y Sebastián Martín, pensaron restaurarlo para convertirlo en un restaurante, a imagen y semejanza de otros castillos de la Península; instalando además una pequeña pista de baile y una sala de fumadores, para atraer turismo. El pintor Santiago Santana fue el encargado del proyecto, que finalmente no se llevó a cabo, y que pretendía crear también en el barrio una gran plaza y un aparcamiento frente al castillo, al que se entraba por un puente elevadizo. Fue adquirido por el Cabildo insular, en tiempos de Carmelo Artiles Bolaños (1985) por 24.040,484 euros. El 12 julio de 1993 fue declarado Bien de Interés cultural, aunque desde 1949 era Monumento Histórico Artístico.

Una ermita de 400 años. La parroquia de San Cristóbal fue creada por el obispo Pildain en septiembre de 1941, quedando desvinculada de la de Santo Domingo. Su primer párroco fue Francisco Rodríguez León. La construcción de la Avenida Marítima obligó, sin embargo, a destruir a principios de los 60 del siglo XX el viejo templo, con más de 400 años de historia; una barbaridad que hoy sin duda alguna no se hubiera llevado a cabo. El Cabildo grancanario, en compensación, construyó la actual iglesia del barrio (1963). El antiguo templo se levantaba sobre una ermita privada de la familia Ruiz de Vergara y García del Castillo, donde los jornaleros y marineros acudían a los oficios religiosos. La ermita, dedicada a San Cristóbal, fue cedida a la diócesis canariense en 1780. El Archivo General de Simancas conserva un mapa (1659) donde aparece extramuros la ermita y el torreón y en las Actas Capitulares del Cabildo Catedral de Canarias (1799) se da cuenta de un suceso en el que la capilla hace funciones de lazareto. En el mismo, la Junta de Seguridad de la ciudad solicitaba al Cabildo de la Catedral dinero para asistir a los 15 marineros del buque La Princesa, provenientes de África, y que ante el temor de que trajeran la peste habían sido confinados en la parroquia. Aquel hecho afectó al deterioro de la ermita ya que se dejó de celebrar misa. En 1847 se solicitó su restauración y el 15 de abril de 1848 acudía a predicar allí el padre Claret. La ermita también fue usada como cementerio cuando no existía el de Vegueta y, cuando este se abrió, como depósito de cadáveres. Con la rehabilitación se construyó a cada costado del edificio una casa para el sacristán y una sacristía. Entre las piezas religiosas de valor figuraba un tríptico hispano flamenco de San Cristóbal de finales del siglo XVI o principios del XVII, que se conserva en el Museo de Arte Sacro de Las Palmas. El resto de piezas fue llevado a la iglesia actual, levantada sobre el solar de una antigua fábrica y dedicada a Nuestra Señora del Buen Viaje, una imagen que fue adquirida por los feligreses con el empeño del párroco Antonio María Collado (1926). Las prisas de su construcción motivaron que se utilizaran malos materiales, por lo que años después hubo de ser rehabilitada. Junto a la iglesia nueva se edificó un gran salón para reuniones y una casa parroquial. En 1988 el Cabildo donó la construcción a la Diócesis de Canarias. Las personas sepultadas en la antigua ermita, entre ellas el que había sido deán de la catedral Miguel Mariano de Toledo (1811), fueron a una fosa común a Vegueta.

Desahucio a una octogenaria. En 1881, el entonces mayordomo de la ermita de San Cristóbal, Fernando Henríquez Fleitas, daba cuenta al obispo de la diócesis Joaquín Lluch y Garriga de la decisión del hijo del antiguo mayordomo de desahuciar a una octogenaria de la casa adyacente a la ermita "pese a que está postrada en cama y vive de las limosnas". La mujer -Micaela Vera- había estado en alquiler en la vivienda pero ante la falta de pago se la quería expulsar de la misma. En la carta, que se conserva en el Archivo Histórico Diocesano de Las Palmas, Henríquez Fleitas pone en conocimiento al obispo del caso para que se denuncie al hijo del mayordomo al carecer éste de potestad sobre la finca dado que su padre había fallecido. No sabemos si el desahucio se llevó a cabo, pero sí que se solicitó investigar a quién pertenecía la casa. Fernando Henríquez Fleitas, que fue mayordomo de 1865 hasta 1887, fue el encargado de desempolvar el entuerto, al indicar que el ayudante eclesial no era dueño de la finca, aunque la habitaba en el ejercicio de su función. "Que el referido Pedro de Quintana había expresado tener un derecho imaginario, pues encontrándose en posesión de ellas ha mucho tiempo creíase con derecho a continuar con las mismas y a disponer como dueño de las fincas en cuestión", explicaba el 8 de noviembre de 1881.

El peligro de la cercanía al mar. La noche del 18 de abril de 1969 un terrible reboso destrozó algunas viviendas en el barrio. No hubo desgracias personales, pero 23 familias se quedaron sin hogar y sin enseres en el barrio, ya de por sí con dificultades económicas, mientras que otras ocho se quedaron en un estado muy precario. Se habilitó la planta baja del colegio para atender a los damnificados, mientras que el gobernador civil prometía que las primeras viviendas que se construían en Tamaraceite serían para los afectados. Solo diez familias aceptaron trasladarse al norte de la ciudad. El suceso volvería a repetirse en 1994, cuando un temporal derribó el dique del refugio pesquero y dejó sin vivienda a una joven madre en la calle Timonel. En aquella ocasión tampoco hubo fallecidos. En 2003 se construyó el actual paseo marítimo que une el puerto con el castillo, tras un plan de regeneración en el barrio. El paseo costó 3,8 millones de euros.

Cooperativa de pescadores. La cofradía de pescadores de San Cristóbal es en realidad una cooperativa. Oficialmente, Pescatobal se constituyó en 1968 en la iglesia parroquial. Sus miembros eran solo ocho pescadores pese a que entre 1950 y 1960 existían, según Julio Sánchez, unas 200 barcas, aunque muchas de ellas pertenecientes a un mismo dueño. Los astilleros para reparar las barcas se encontraban cerca del cementerio de Vegueta. En 1986 el Gobierno autónomo y el Cabildo grancanario acordaron construir el refugio pesquero y en 1993 se inauguró el actual local social de la cooperativa, que además es lonja, tras una inversión del Ejecutivo canario de unos 150.250 euros. En 2017, el Ayuntamiento le concedió la Medalla de Oro de la ciudad por haber preservado la actividad pesquera y en 2019 Puertos Canarios aprobó la mejora del cerramiento del puerto y varadero. En la actualidad cuenta con una treintena de socios con un número similar de barcos.

Chacalote, a mucha honra. Los habitantes del barrio son conocidos como chacalotes, un término derivado de la palabra cachalote. Y es que el 8 de febrero de 1943 un mamífero marino de gran tamaño varó en San Cristóbal para morir, creando gran expectación entre los vecinos. La historia quedó en la memoria colectiva, y de ahí el apodo familiar con que se conoce a los vecinos. En 1984 el coro que cantaba en la iglesia formó un grupo folclórico con el mismo nombre y en el barrio hay también un restaurante con la misma denominación.

'Somos costeros'. El próximo 30 de mayo es el Día de Canarias, y a buen seguro que en muchas fiestas se cante la popular canción Somos costeros, compuesta por el tirajanero Pancho Guerra. La canción está dedicada al barrio marinero como figura en su penúltima estrofa: "Yo no tengo la culpa compadre, de querer y quererlo que me quiera, San Cristóbal la tiene toíta, el enralo empezó con su fiesta". No es la única referencia del barrio en la historia cultural canaria. En 1902, el músico Santiago Tejera Ossavarry (1854-1936), que también fue organista de la Catedral, escribió una zarzuela titulada La hija del Mestre, que fue representada en el teatro Pérez Galdós ese mismo año, y cuyo melodrama transcurre en el propio barrio. La historia se llevó también al cine mudo (1927) de la mano de Francisco González González y Carlos Luis Monzón con un elenco totalmente canario. Hoy es un documento trascendental para conocer cómo era la zona a principios del siglo XX, ya que muchas de sus escenas están rodadas allí. En honor al compositor, la calle de entrada al barrio lleva su nombre. El compositor granadino Antonio Paso (1879-1958), padre del dramaturgo Alfonso Paso Gil, también ambientó una obra en San Cristóbal con el título La virgen de La Luz y estrenada en Madrid en 1902. El historiador Agustín Millares Torres escribió una crónica costumbrista por entregas en el periódico El Porvenir de Canarias con el nombre Estudios de costumbres. El Parrandista, en el que también hace referencia a la barriada marinera (1853). Entre los hijos ilustres que vivieron en San Cristóbal figura el pintor Julio Viera.

Esta es una noticia premium. Si eres suscriptor pincha aquí.

Si quieres continuar leyendo hazte suscriptor desde aquí y descubre nuestras tarifas.