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El chabolismo vuelve a El Confital

Un choza y unos grupos de casetas ocupan parte de la antigua cantera del paraje natural de La Isleta l El asentamiento no se observa desde la playa o la carretera

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Nuevo asentamiento de chabolas en El Confital

El chabolismo ha vuelto a El Confital. En los últimos meses han aparecido una serie de construcciones a base de plásticos, piedras, maderas y residuos al abrigo de las paredes de la antigua cantera que había en los riscos contiguos a la playa. A día de ayer se contabilizaban cuatro estructuras en precario en la ladera, aunque según los usuarios de este espacio natural protegido el número ha variado a lo largo del tiempo. El chabolismo reinó en este rincón de La Isleta durante buena parte del siglo XX y consiguió erradicarse del todo en 2014 con el desalojo de las últimas construcciones ilegales en la zona conocida como Las Salinas.

La mayor parte de estas chozas son imperceptibles desde la playa del Confital. Las personas que las ocupan han aprovechado una terraza creada en la ladera como consecuencia de la extracción de áridos a principios del siglo pasado. De esta manera, las construcciones están pegadas al risco, apartadas del borde del precipicio. Su escasa altura, pues algunas apenas son casetas de camping, hacen el resto para pasar desapercibidas para la mayor parte de los usuarios de este paraje. No obstante, por allí pasan corredores o gente paseando a sus perros con cierta frecuencia, pues existe un sendero a media montaña que atraviesa dicha zona aterrazada.

Algunas de las modestas chabolas han utilizado las grandes rocas que han caído en los últimos años de la ladera para cobijarse del viento o aprovecharlas a modo de pared. Además de camuflarles de los usuarios de la playa. A pesar de esto, fuentes del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria señalan que la Policía Local tiene constancia de la existencia de estas construcciones y que en varias ocasiones, al menos en los últimos meses, las han desalojado. Operaciones de escaso éxito, pues desde el cuerpo afirman que a las pocas horas o al día siguiente las mismas personas vuelven a asentarse en el entorno de esta explanada.

Durante la mayor parte del día este lugar está deshabitado. Apenas un pequeño gato salta al camino al paso de las personas extrañas al lugar. En una de las construcciones han desplegado toda una suerte de enseres en el rincón de la montaña. Unos cojines, una silla de cocina y hasta un tendedero cargado de ropa. La caseta apenas se compone de un muro apoyado a una de las grandes rocas con unas lonas de plástico a modo de techo.

Otra de las chozas se encuentra encaramada en la ladera, a merced de los desprendimientos. La única chabola propiamente dicha se encuentra muy cerca de las otras y está compuesta por maderas de contrachapado y restos de puertas. Curiosamente, a su lado hay una gran roca donde han escrito "no bikes [bicicletas], gracias". Estos pedruscos no están allí por casualidad, el Ayuntamiento ha colocado un cartel informativo a pocos metros de esta última caseta advirtiendo del peligro que supone el risco.

Las casetas están tan bien escondidas que gran parte de los usuarios de la playa desconocen su existencia, aunque hay quien sí las ha visto. "Aquello no es comparable a todo lo que había aquí hace años, pero tendrían que controlarlo", apunta José Arencibia, quien suele ir a la zona para pasear. En las redes sociales algunos vecinos ya han mostrado sus quejas por la presencia de estas construcciones. A estas habría que sumarle los ocupas que suelen frecuentar la Cueva de Los Canarios, en 2018 dos de estas personas murieron al despeñarse por la ladera que hay bajo el yacimiento arqueológico.

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