El Seprona ha puesto en conocimiento de la Fiscalía de Arrecife el caso de la muerte de una veintena de vacas en un buque que cubría la línea Huelva-Canarias y que perecieron en el trayecto entre la ciudad onubense y Arrecife el pasado domingo, día de las elecciones municipales. Los agentes fueron avisados por el capitán de la embarcación, que transporta pasajeros y mercancía, y que realiza habitualmente esta ruta.

Los ejemplares, que eran transportados en un camión dentro del barco, fueron embarcadas vivas el sábado al mediodía y murieron durante el trayecto, después de más de 20 horas de viaje. El buque llegó a Arrecife el domingo por la mañana.

Los animales fueron desembarcados en la capital lanzaroteña después de que los agentes del Seprona hicieran las diligencias oportunas. Tras ello, el barco prosiguió su destino hacia Las Palmas de Gran Canaria y posteriormente a Santa Cruz de Tenerife, donde finaliza la ruta.

Fuentes del Seprona señalaron a este periódico que aparecieron "un mínimo de veinte vacas" en la bodega del barco y que se trata de un hecho excepcional.

La mayoría de las quejas que se producen en el transporte marítimo de animales están relacionadas con el olor que producen, así como las condiciones de limpieza y hacinamiento en el que viajan.

Desde el Seprona no se han facilitado datos sobre la causa de la muerte, aunque durante las diligencias también estuvo presente un veterinario.

Según la Ley de Sanidad Animal de 2003 y la normativa europea de transporte de animales vivos, estos deben contar durante el trayecto con ventilación constante, además de agua y forraje a discreción. También se debe controlar la temperatura ambiente para que el animal viaje en las mejores condiciones posibles y respetar así al máximo su bienestar.

Expertos en la materia señalan que dada las pésimas condiciones en las que, en general, se transporta este tipo de ganado vía marítima y el estrés que producen los viajes a las reses, no es raro que, en ocasiones, fallezcan alrededor de un 3% de los ejemplares cuando el trayecto es de menos de cinco días, más si se trata de travesías más largas.

En Canarias no existe un protocolo oficial para actuar en este tipo de casos, aunque lo correcto es que los agentes del Seprona averigüen la procedencia del barco y de los ejemplares -si vienen de la UE o de terceros países-, y el número de días que han estado viajando y en qué condiciones, así como que un veterinario inspeccione a simple vista a los rumiantes muertos y vivos para determinar que no tienen ningún tipo de enfermedad o hacer análisis clínicos de muestras de las reses si fuera necesario.

El objetivo de estas acciones es determinar si hay que poner en marcha una alerta sanitaria o se trata de muerte por imprudencia, en cuyo caso se estaría hablando de un maltrato animal por omisión, como parece haber sido este caso.

En la Península, los cadáveres de reses procedentes de explotaciones ganaderas son incineradas en plantas especializadas en el tratamiento de productos de origen cárnico o de pescado pero, en Canarias, al ser considerada como zona remota, los animales son enterrados directamente en el vertedero con cal viva.