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Un mar de solidaridad en el patio del recreo

Los estudiantes del Colegio Claret celebran la 45ª edición de las Olimpiadas del centro con una reivindicación sobre el cuidado de los océanos

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Olimpiadas del Claret (14/06/19)

Pececillos, pulpos y pingüinos se dan la mano mientras se dirigen a la playa en la que se ha convertido el patio del colegio. Por supuesto, es una playa ficticia, pero mientras caminan en fila india tras la profe ellos no se salen del papel que les ha tocado interpretar en uno de los días más esperados del curso: el de la inauguración de las Olimpiadas. Y es que el mar fue el protagonista de la cuadragésima quinta edición del evento que se celebró ayer en la sección de Tamaraceite del Colegio Claret donde los alumnos apelaron a la concienciación sobre la importancia del cuidado de los océanos. Una labor que, tal y como dejaron claro con sus coloridas actuaciones, compete a todo el mundo, sin excepción de edades.

Antes de que zarpase el crucero organizado por la Agencia Claret para conocer la vida que acontece en torno a los mares, Inés Navarro y Marina Ruiz, estudiantes de tercer curso de Educación Infantil, fueron las encargadas de hacer la oración con la que arrancó el acto. A continuación, Pablo Rivero y Ana Llorente -que es la alumna más joven de la sección de Tamaraceite- se encargaron de hacer el juramento olímpico en inglés y español, respectivamente. El siguiente en tomar la palabra fue Juan José García, director del centro educativo, quien aprovechó para dar la bienvenida a los presentes antes de dar paso al pregonero que en esta ocasión fue Gonzalo Marrero, director general de Cáritas Diocesana de Canarias.

El mar, la relación de los canarios con él así como la de tantas otras personas que lo cruzan en busca de una mejor vida marcaron el discurso que dio el pistoletazo de salida a la ceremonia que estuvo presentada por Silvia Rodríguez y Carlos Pérez. Estudiantes también ambos, fueron los encargados de mostrar a los cruceristas, que no eran otros que los allí presentes, los entresijos del viaje marítimo que tuvo como primera parada el fondo del océano. Allí pudieron ver a los pececitos, moluscos y crustáceos de Educación Infantil que animaron el ambiente con los ritmos de La Sirenita y Surfin USA de Beach Boys.

Y de las profundidades marinas al Polo Norte, aunque con una paradita técnica primero por el sur de España donde los viajeros pudieron disfrutar de una breve muestra de flamenco antes de que aparecieran ante ellos decenas de pingüinos. No eran otros que los alumnos de 1º y 2º de Educación Primaria que salieron ataviados como las citadas aves marinas y lo dieron todo con una coreografía marchosa y divertida en la que no faltaron meneos de alitas, patas y picos.

El cambio climático, sus consecuencias y la necesidad de actuar ya al respecto fueron los protagonistas de la performance que hicieron los mayores. Los estudiantes de los dos primeros cursos de Educación Secundaria fueron muy claros en su mensaje: "no somos tan pequeños y no queda tiempo". Así lo reivindicaron con una voz en off que sirvió de hilo conductor de su puesta en escena.

La playa fue la siguiente parada del barco del que se bajaron varios cruceristas de distintos países que compitieron por llegar los primeros a la arena. A pesar de que estuvo reñida la carrera, finalmente fue la isletera la que colonizó con su toalla la costa que enseguida se llenó con el resto de sus compañeros de 3º y 4º de Educación Primaria. Los alumnos viajeros se encontraron con más de Un rayo de sol, pero también con algún que otro tiburón que les hizo temblar algo menos que la forma en la que dejan las playas muchas personas. Es por eso que aunque sonó aquello de "vaya, vaya, aquí no hay playa", ellos aseguraron que tan solo era para recordar los años 80 puesto que quieren que siga habiendo costas en un futuro.

La actualidad que marca a los océanos también se coló en la pista de atletismo donde los estudiantes de 5º y 6º de EP homenajearon a las personas que cruzan el mar huyendo de la situación de sus respectivos países. Una actuación en la que aparecieron a través de carteles el racismo, la pobreza o el hambre, pero también la solidaridad que estuvo más que nunca presente en toda la ceremonia. Ya lo decía la canción de fondo de Macaco: "somos una marea de gente" que gota a gota puedan cambiar el rumbo de la realidad.

En el Claret también trabajan para trasladar esos valores a los niños y jóvenes que pasan por sus aulas y que participan en el Proyecto de Educación Social (PES). Una iniciativa que los escolares desarrollan en distintos lugares y entidades con las que colaboran de una forma activa a lo largo de todo el curso. Una de ellas es la Ciudad de San Juan de Dios, cuyos alumnos jugaron ayer un papel muy importante en las olimpiadas.

Y es que después de que acabase la tradicional exhibición de gimnasia artística y deportiva, los presentadores desvelaron el nombre del portador de la antorcha. Y por primera vez en la historia de este evento educativo, no fue una sola persona sino un grupo de ellas y de lo más especiales. Arropados por alumnos del Claret, los chicos y chicas de San Juan de Dios caminaron hacia el pebetero donde prendieron la llama que dio por inauguradas las jornadas de competición. Este fue uno de los momentos más emotivos de la tarde. A veces pasa que la ilusión es contagiable y eso tampoco entiende de edades ni de capacidades físicas o mentales.

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