El alquiler vacacional anima a la rehabilitación y la restauración de decenas de viviendas históricas de la capital grancanaria. Edificios de Arenales, los Riscos o La Isleta acogen ahora alojamientos turísticos, después de estar, en algunos casos, durante décadas abandonados o incluso en ruinas. La antigüedad de estos inmuebles varía según la ubicación, pero existen algunos incluso del siglo XVI en pleno barrio de Vegueta. El Patronato de Turismo insular tenía contabilizadas hasta el pasado mes de febrero un total de 1.611 viviendas vacacionales inscritas en Las Palmas de Gran Canaria.

Gran parte de estos inmuebles que se han transformado en viviendas vacacionales se encuentran dentro del perímetro del Plan Especial de Protección de Triana Vegueta. El edificio más antiguo de todos los que se encuentran en alquiler en las plataformas turísticas es la conocida como Casa del Canónigo, en la plaza del Espíritu Santo. Esta vivienda data del siglo XVI y en ella residió a finales de dicha centuria Silvestre de Balboa, padre de las letras cubanas. Con capacidad para seis personas, pues cuenta con tres dormitorios, pasar una noche en este espacio ronda los 200 euros.

Pero existen otros establecimientos mucho más económicos, aunque con menor solera. Hay viviendas vacacionales en casonas de los siglos XVIII y XIX en vías como la calle López Botas, Los Balcones o Sor Brígida Castelló. En esta última vía, la casita La Bakery de Vegueta ocupa una antigua panadería que estuvo activa hasta la Guerra Civil, según señalan los propietarios en el anuncio de AirBnB.

Casa San Roque

No todo es el entorno histórico fundacional. Los Riscos también están cargados de historia. Encaramada en la ladera se encuentra la Casa San Roque, un inmueble que hace cuatro años colgó en su fachada el cartel de la Vv (vivienda vacacional) de la mano de Julien Lelievre y su esposa. El apartamento ocupa un antiguo portón donde vivían varias familias y que lleva inscrito en el catastro desde 1888.

"Teníamos una hipoteca muy alta y mi esposa se quedó desempleada, en plena crisis, por lo que nos era difícil hacer frente a los gastos", señala Lelievre. Para ese entonces ya habían rehabilitado por partes la vivienda, por lo que entonces decidieron alquilar a turistas la planta baja de la casa. La habitación se encuentra en lo que antiguamente llegó a ser un corral de cabras, según le explicaron las vecinas mayores de la zona al actual propietario. "Cuando empezamos la reforma encontramos restos del empedrado", apunta.

En la rehabilitación ha intentado respetar las maderas originales y decorar al estilo canario el patio que comparte con los turistas, pues él y su familia viven en la planta superior. "Quien viene aquí no busca sol y playa, quieren conocer la ciudad, alquilan coche, muchos van de senderismo", explica Lelievre. En estos años ha recibido a huéspedes de hasta Japón y Canadá.

También hay viviendas vacacionales en el barrio de Arenales en casas de principios del siglo XX. Una zona que destacan los propietarios por su cercanía a la estación de guaguas de San Telmo o la zona comercial de Triana. En este mismo distrito Centro hay alquileres turísticos en mansiones con aires victorianos o racionalistas de Ciudad Jardín.

No obstante, es el distrito Isleta Puerto Guanarteme el que atesora gran parte del alquiler vacacional en la capital. Pero no todos son apartamentos en primera línea de playa. Las hermanas Belén y Montse Calero compraron hace unos años una de las antiguas casas terreras del barrio portuario por excelencia. Aunque el inmueble no está protegido decidieron respetar el aspecto, comenta Belén, quien es arquitecta y llevó el proceso de restauración. "Cuando llegamos nos encontramos muchos problemas, falta de conexión a la red de alcantarillado y los techos estaban casi en ruinas", apunta.

A pesar de los imprevistos no desistieron. Hoy tienen la antigua vivienda en alquiler de larga duración y el contiguo pequeño bazar, el cual cerró hace casi 20 años señala, ahora es una vivienda vacacional. Un conjunto que han bautizado como Las casitas de La Isleta. "Queríamos mantener el estilo antiguo del barrio y hacer homenaje a las viejas casas terreras, que muchas han desaparecido", puntualiza Belén.