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Lo que guardan las actas del Victoria

Víctor Manuel Hernández Alemán se ha leído los 1.874 documentos redactados en la centenaria entidad desde 1914

Víctor Manuel Hernández Alemán ANDRÉS CRUZ.

Cuando Pepe Gonçalves y su grupo de amigos fundaron a principios del pasado siglo el Sporting Club Victoria posiblemente no se imaginarían que este se convertiría en una de las entidades más importantes de Las Palmas de Gran Canaria. Su historia está entrelazada a la de la ciudad y la Isla, donde es sabida su contribución a la creación de la UD, así como la labor social que ha desarrollado a lo largo de las décadas. Muchos son los recuerdos y anécdotas que el Real Club Victoria guarda en sus entrañas y también en la memoria de Víctor Manuel Hernández Alemán. Y es que este socio que fue vicesecretario hasta 2018 se ha convertido en la memoria viva de la centenaria entidad cuyos libros de actas se ha leído al completo.

Fue en febrero de 1963 cuando con la mayoría de edad Hernández Alemán entró a formar parte de la masa social del Victoria. Algo prácticamente inevitable puesto que no solo toda su familia ya pertenecía a la entidad, sino que además él se había criado a sus pies al vivir a escasos metros de la sede actual. No tardó mucho en despuntar su espíritu participativo que le llevó a convertirse a los seis meses de su dada de alta en el presidente de recreo. A partir de ahí su paso por el club le llevaría a formar parte de nueve directivas "principalmente como secretario", aclara quien realmente ha pasado por todos los cargos llegando incluso a ser presidente accidental.

"Esta ha sido mi segunda casa y ahora casi que la primera", asegura. Tanto es así que son incontables las horas que ha dedicado a trabajar por la institución en la que también se ha enfrascado en conocer su historia. Inquietud personal que le llevó a abrir y leer uno por uno todos los libros de actas de la centenaria entidad. Un total de 26 volúmenes manuscritos que recogen 1.874 actas desde 1914 hasta el año 2000, cuando empezaron a hacerse a ordenador. Una labor entretenida que le ha convertido en el guardián de la memoria del Victoria cuyas anécdotas favoritas no duda en compartir, algunas de las cuales se recogen a continuación.

Escuela nocturna. Precisamente en el primero de los documentos se encuentra redactado el primer artículo del estatuto de la entidad, en cuya segunda parte se recoge la creación de una escuela nocturna "para los pobres del barrio". Los directivos tenían la obligación de dar clases a aquellas personas que no supieran ni leer ni escribir, labor que como maestro y miembro de la dirección el propio Hernández llevó a cabo hasta los años 70. "Eran casi todos jugadores del club", explica quien también ha sido empresario. "Pero con el tiempo nos hemos ido adaptando y ahora no existe este servicio como tal sino que contamos con una biblioteca y sala de estudio con mesas de ordenadores donde vienen muchos socios a prepararse exámenes u oposiciones", cuenta.

Presidente de honor. Una de las historias favoritas de Víctor Manuel Hernández es la de cómo el club adquirió el título de real. Corría el principio de la década de los 20 cuando el por entonces rey de España, Alfonso XIII, visitó el Archipiélago. "Hubo una recepción en el Gabinete Literario a la que también acudió el presidente del Victoria, que en aquel momento era Claudio de la Torre", quien además aprovechó la oportunidad para proponerle al monarca convertirse en el presidente de honor. Así sería poco después de que De la Torre enviase la solicitud que recibirían firmada por el soberano aquel mismo 1923, tal y como recoge el acta con la que posteriormente se informó a los socios y que actualmente cuelga en una de las paredes del despacho de la presidencia de la institución.

"Por eso somos Real Club y por eso está la corona de los Borbones en el escudo", asegura Hernández. La corona sería eliminada durante el tiempo de la II República (1931- 1939), tras cuyo final regresaría de nuevo al emblema de la entidad. No sería la última vez en la que este distintivo real se movería, aunque lo haría para quedarse, concretamente, en el escudo de la Unión Deportiva Las Palmas donde se incluyó al fundarse en 1949 al fusionarse los cinco equipos locales, entre ellos el Victoria.

La policía secreta. Uno de los momentos más cruciales que vivió la entidad fue durante la dictadura de Franco. Evadio Martínez Güiu presidía la institución cuando se enteró gracias a su trabajo como Guardamuelles que la brigada de investigación social iba a visitar los clubes y archivos parroquiales de Canarias. "En ese momento había unos 250 socios de los cuales la mitad eran trabajadores del Puerto, casi todos afiliados a la CNT (Confederación Nacional del Trabajo) y la otra mitad eran personas adineradas, mayoritariamente masones", arguye el exsecretario del Victoria.

Ante semejante situación y dada la elevada probabilidad de que les cerrasen la entidad, el presidente decidió quemar una noche todas las fichas de los socios y el libro de registros. No obstante, cuando la policía secreta franquista llegó a la sede para proceder a la revisión, si halló toda la documentación requerida. "Porque después de prenderle fuego don Evadio las rehizo de nuevo y puso en todas las fichas y libro de registro el 18 de julio de 1936 como fecha de inscripción, fíjate si hiló fino", cuenta divertido Víctor Manuel Hernández.

La 'madre de las copas'. Si hay algo que enorgullece a este socio del Victoria es el hecho de que el club cuente con todos los trofeos "excepto la copa Lucana que la ganó el Marino" hacia finales de 1922. Esto le hace contar con un enorme expositor donde lucen numerosos premios entre los que se encuentra uno muy especial. Se trata de la enorme copa de cristal que la Casa Osborne creó para un campeonato que se celebró en Río Tinto (Huelva). "Fue un campeonato interprovincial y solo digo que la copa la tiene el Victoria", De ahí que Hernández Alemán haya bautizado este galardón de gran tamaño como 'la madre de todas las copas' puesto que esta sería la "primera prueba de esta índole que se celebró porque a partir de ahí se empezaron a hacer el resto", apunta quien sus 'historietas' le han llevado a ser bautizado cariñosamente como 'el abuelo Cebolleta' en honor al personaje del tebeo del dibujante Manuel Vázquez.

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