Los vecinos de la calle Molino de Viento de Las Palmas de Gran Canaria han organizado una cacerolada para este viernes, a las 20.00 horas, con el fin de dar visibilidad a un problema a sus vidas diarias y exigir seguridad en la zona; así como para que se coloquen cámaras de seguridad que disuadan la presencia de personas en el punto más conflictivo de la calle.

Los residentes de la calle de Arenales han decidido salir a la calle después de reunirse en varias ocasiones durante el último año y medio con el subdelegado del Gobierno y la Policía Nacional, así como el anterior concejal de Distrito Centro. "Nada, pasan de nosotros olímpicamente". Y, mientras no cambie la situación, siguen evaluando mudarse. "O hacemos algo para dar a entender a la gente de que existe un problema y que lo tienen que solucionar las autoridades, o nos vamos. No hay otra", sentencia otro vecino.

La gota que ha colmado el vaso para llegar a esta situación ha sido el último suceso ocurrido esta semana protagonizado por una pareja que acudió a la vivienda terrera con amenazas a sus ocupantes, propinando patadas y vociferando insultos, además de esgrimir uno de ellos un cuchillo de unos 15 centímetros de hoja. El enfrentamiento acabó con la mujer que ocupa el domicilio con heridas en la cara al, supuestamente, recibir el impacto de una piedra. Una ambulancia la trasladó al hospital ante las brechas que tenía en el rostro. Uno de lo residentes grabó parte de la secuencia de la pelea, que ha alarmado a quienes viven entre las calles Jerónimo Falcón y Aguadulce.

Este es uno más de los casos de vandalismo que vive la popular calle, conocida su fama por ser un foco de prostitución y venta y consumo de drogas. Solo en este año, 15 altercados problemáticas han tenido lugar en Molino de Viento que alteran la convivencia de la zona y que originan inseguridad.

No es la primera vez que este inmueble se convierte en el escenario de conflictos. Uno de ellos ocurrió a principios del año pasado. Entonces los protagonistas de la pelea volvieron a esgrimir armas blancas a escasos metros del colegio, en el que estudian unos 300 niños. También se han producido dos incendios en el interior de la casa terrera. En uno de ellos, el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria procedió a precintarlo, pero, según los vecinos, la mujer regresó, retiró la cinta y volvió a ocupar la casa pese a que existe riesgo de derrumbe, siempre según la versión de los residentes de esta calle de la capital grancanaria.

los vecinos denuncian siguen ocurriendo sucesos y que la casa se ha convertido en un narcopiso. Incluso llegaron a recoger firmas para solicitar que se tapie la casa para así poner fin a un problema que les tiene sin dormir.