La Catedral de Santa Ana vive con alegría, intensidad y emoción este sábado, a las 11.00 horas, la ordenación de diáconos de cuatro jóvenes. Se trata de los seminaristas: Jonathan José Almeida, Inocencio Pablo García, Jonathan Ravelo y Gerardo Valbuena. Antes de final de año, con total probabilidad serán ordenados sacerdotes. Es el grupo más numeroso de ordenaciones, coincidiendo con el final del episcopado de Francisco Cases, Obispo de Canarias.

En esta última década son ocho los ordenados sacerdotes diocesanos, a los que hay que sumar estos nuevos cuatro diáconos; curiosamente número simbólico que nos recuerda a los apóstoles, doce nuevos apóstoles para la Iglesia en Canarias. Hay que añadir también las ordenaciones de religiosos como el claretiano Martín Areta y el benedictino Juan Carlos Subirías.

Será la primera vez que Monseñor Cases ordene juntos a un grupo de cuatro seminaristas, aunque el 24 de septiembre de 2011 ya hubo una ordenación sacerdotal de tres. El más joven de los candidatos tiene 26 años, y el mayor 45. En su mayoría, proceden del mundo del trabajo desde distintas realidades, el compromiso social en los barrios y la participación en sus parroquias. Su cercanía con las personas, les define con el perfil de "Pastor con olor a oveja", como desea hoy día el Papa Francisco.

El rector del Seminario Mayor de la Diócesis de Canarias Salvador Santana define a estos nuevos diáconos como gente sencilla, hombres buenos y creyentes, que en definitiva es lo importante. Se sienten llamados y han vivido el proceso de formación en el seminario con cariño, pasión, interés y dedicación.

Los consejos que da el rector a quien desea ser ordenado sacerdote son cuatro. Primero, una gran pasión por Jesucristo, que sean testigos suyos, anunciándolo a tiempo y destiempo. En segundo lugar, que amen a la Iglesia, ser conscientes del don que reciben para servir a la comunidad eclesial. En tercero, que quieran a la gente, a las personas concretas. Y, finalmente, que siendo testigos estén al servicio de todos, especialmente de los más pobres. Todo esto trabajando en fraternidad con otros sacerdotes y agentes de pastoral.

Desde el Seminario Mayor se constata que merece la pena todo este esfuerzo de formación: acompañar, sacrificar, entregar la vida, tener paciencia, saber estar, abrir horizontes. De hecho, hay un amplio trabajo vocacional con jóvenes detrás de todo esto: desde las convivencias del Seminario Menor, campamentos, a todas las actividades juveniles como caminatas, retiros, convivencias, celebraciones. En la época actual es un regalo de Dios esta ordenación. No es fácil, se ve la mano de Dios acompañándonos, amándonos, haciendo camino con nosotros. Agradecimiento enorme al Señor por la vida de estos cuatro chicos, es un paso importante. "Doy gracias a Dios de corazón, miro al futuro con esperanza en estos tiempos no fáciles", afirma el rector.

Dios continúa llamando hoy a jóvenes que se siguen planteando su vocación y pasando por procesos de clarificación y maduración. "Que no me falte la esperanza. Confío y espero en el Señor, siempre habrá gente que responda a la llamada", añade Salvador Santana.

Para quien se prepara al sacerdocio, el diaconado es el paso previo al presbiterado y forma parte de las órdenes sagradas. Su formación suele durar meses.

El papel del diaconado es el servicio, puede celebrar todos los sacramentos excepto la unción de los enfermos, confesar y celebrar la eucaristía. Desarrollan esta misión en las distintas comunidades parroquiales en las que son destinados.

La ordenación se desarrolla dentro de una eucaristía solemne, que presidirá en esta ocasión el Obispo Francisco Cases y concelebrada por todos los sacerdotes, diocesanos y religiosos de la Diócesis de Canarias.

El rito se realiza después de la proclamación del evangelio. En primer lugar, la llamada y presentación de los candidatos. Tras la homilía, las promesas de los elegidos. A continuación, las letanías de los santos, momento en el que los ordenandos se postran en el suelo. Le seguirá la imposición de manos del Obispo y la plegaria de ordenación.

Tras este momento, son revestidos con las vestiduras sagradas propias del diácono como son la estola y la dalmática. Finalmente, el Obispo les entrega el leccionario como expresión de su compromiso de proclamar el Evangelio y el abrazo de la paz. Posteriormente, continúa la celebración eucarística con la presentación de ofrendas.

Jonathan José Almeida Romero tiene 37 años y será el primer sacerdote del barrio capitalino de La Feria. Actualmente ayuda en la parroquia de San Miguel Arcángel (Vecindario). Su vocación se despierta a partir de recibir la confirmación, con 18 años. Tiene deseos de servir a quienes más lo necesitan en la sociedad y sus preferidos son los discapacitados y sus familiares. De operario de Primera en el Servicio Municipal pasará a ser operario en la mies del Señor.

Inocencio Pablo García Ramírez tiene 45 años y es del Tablero. Está destinado en la parroquia de Santa María de la Vega, en Las Palmas de Gran Canaria. Un cursillo de Cristiandad le provoca la pregunta: ¿Por qué no ser sacerdote? Desea ser un mediador para los otros, trabajar por el bien de los más necesitados. Durante años fue trabajador en la hostelería antes de entrar en el Seminario.

Jonathan Ravelo Cruz tiene 35 años y es de Sardina del Sur. Su trabajo pastoral lo realiza en Santa Rita de Casia y en Ojos de Garza. Su vocación siempre ha estado presente, la cercanía de un capellán de hospital le marca positivamente en su identificación con el sacerdocio. Es consciente que la gente está necesitada de escucha, comprensión y acompañamiento. Desea mostrar a los demás el amor y la misericordia de Dios. Estudió Ingeniería Industrial, en la rama de electricidad.

Gerardo Valbuena Aboid es del barrio de Miller Bajo y tiene 26 años. En medio de una crisis existencial en su vida, con 16 años, el encuentro con su párroco le abre los ojos a otra realidad, encontrando respuestas a su búsqueda personal. Procede del Seminario Menor, donde durante dos años se prepara antes de ingresar al Mayor. La presencia en los barrios, el trato con la gente sencilla le llena de alegría. Es un apasionado por el diálogo fe-cultura.

¿Quién está detrás de los nuevos diáconos?

Detrás de los nuevos diáconos está el rector del Seminario Mayor de la Diócesis de Canarias. Salvador Santana lleva diez años al frente de la formación de los candidatos al sacerdocio, aunque siempre ha tenido una preocupación constante por las vocaciones. Hombre sencillo, cercano, y a la vez de profunda fe.

Nacido en Doctoral hace 68 años, es ordenado sacerdote a los treinta por Monseñor Echarren en 1981. Su vocación la debe a su familia y a los grupos de jóvenes, ambiente de asociaciones de vecinos y compromiso social con los que trató. Durante un tiempo residió en Barcelona, dedicándose a la música con gran éxito, afición que sigue desarrollando en la actualidad como expresión de vivencias personales.

Vive el sacerdocio como un don de Dios. Agradecido y lleno de esperanza, así es Salvador Santana, rector del Seminario Mayor Diocesano desde hace diez años. Junto a él, forman parte del equipo de formadores los sacerdotes Eloy Santiago, como vicerrector, y Juan Carlos Arencibia, como director espiritual.

Salvador Santana sucede al sacerdote Santiago González, actual párroco de Arucas, al frente del seminario. El talante vocacional siempre ha impregnado su entrega pastoral allá donde ha sido destinado, de hecho en los diversos lugares donde está como sacerdote surgen jóvenes que marchan al Seminario.

Santa María de la Vega en Arrecife (Lanzarote), San Fernando de Maspalomas, y San Esteban Protomártir en el barrio de La Paterna forman el mapa de su vida sacerdotal. Tareas que ha compaginado con otros servicios eclesiales como vicario de Las Palmas y profesor del Instituto de Teología Islas Canarias (ISTIC).

La pastoral es una de sus preocupaciones constantes. No es amigo de títulos ni habla de ellos. La sociedad canaria y la respuesta pastoral diocesana desde el Sínodo de Pildain hasta el de Echarren con el 9º Sínodo en 1992 es el título de su tesis doctoral. Un magnífico trabajo dirigido por el teólogo Julio Lois, del Instituto de Pastoral de Madrid, y que tuvo como codirector el sacerdote canario José Domínguez.

La disponibilidad y buen hacer le llevan a hacerse presente allá donde lo reclaman o necesitan. En la actualidad pertenece a la Comisión episcopal de Seminarios y Universidades, desde donde han trabajado el documento por el que se rige actualmente la formación sacerdotal. Se trata de El don de la vocación presbiteral. En España, la adaptación de estas orientaciones, aprobada en Madrid en la última asamblea plenaria de la Conferencia Episcopal, necesita pasar ahora el visto bueno en Roma.

Una de las principales novedades es la formación. Está la inicial, recibida en el seminario durante siete años, y luego la permanente del clero, ya que debe ser algo constante en la vida del presbítero. Durante todo este tiempo, los seminaristas toman contacto con la realidad, desde la presencia en barrios y parroquias. Toda la vida es concebida como formación.