Tras un plato de comida se esconde la tradición y la cultura de un país, y también muchas historias de vida como la de los cocineros. Puede que hoy se siente en uno restaurante y disfrute de un guiso espectacular sin saber que el chef o el pinche de cocina es un refugiado, uno de los más de 55.600 personas que pidieron protección en España en 2018 tras huir de su país por la guerra, la violencia o por atentar contra sus Derechos Humanos.

La Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR) ha querido sensibilizar a la población sobre esta dura experiencia por la que atraviesan miles de personas en su emigración forzosa hacia otro país y la necesidad de que colaboremos en su acogida. Y lo ha hecho a través de la comida, algo que nos une a todos. Bajo el título Acoge un plato se desarrollaron ayer varios talleres de cocina en el mercado de Puerto. Algunos de los inmigrantes que han pasado por CEAR demostraron sus habilidades a un cocinero profesional canario, que versionó la receta. La iniciativa, con degustación gratuita, continúa hoy de 11.00 a 15.30 horas con una muestra culinaria.

Bouchra El Aouni e Ivonne Hernández fueron las encargadas de romper el hielo de esta iniciativa, que ya se ha celebrado en Madrid y Valencia y a la que se han sumado cocineros de prestigio como Pepe Rodríguez, popularmente conocido por su participación en Masterchef. A ambas las unió: un briwat de pastella, una especie de empanadilla triangular marroquí.

Bouchra, jefa de cocina de Arroz y vino, elaboró el plato con masa filo, pollo, cebolla, almendras, especies variadas y miel. Mientras que Ivonne, pastelera de Sabrosas Tentaciones, sustituyó la masa filo por un taco hecho con gofio y miel de palma y unas mayonesas.

Para Bouchra, la iniciativa fue una oportunidad para que todos conocieran su pastella porque, según ella, la gente siempre piensa que es algo dulce por el nombre. "Marruecos tiene una gastronomía muy rica pero me encantó lo que hizo Ivonne, la defensa del producto canario", contó.

Su historia es la de muchos inmigrantes. Estudió cocina pero en su país era difícil saltar la barrera del machismo por lo que, apoyada por su familia, decidió venir a Canarias para conseguir su sueño: ser jefa de cocina. Lo ha conseguido pero en el trayecto tuvo que trabajar recogiendo cebollas en una finca en Gáldar sin contrato y sin seguridad hasta que logró tener un empleo en regla. No ha logrado, sin embargo, montar su propio negocio porque un banco no la avaló pero no desiste en ello. "Yo nunca quise emigrar pero mi padre y mi hermana se aliaron para que tuviera un futuro mejor", explicó.

El periodista y técnico de CEAR en el área de Incidencia y Participación Social, José María Santana Suárez, indicó que la gastronomía une y que con esta campaña lo que proponen es que, de manera ficticia, los "ciudadanos se coman las fronteras para, a través de la mesa, lleguen a conocer a la otra persona" y entender que la vida va más allá del lugar donde se nace.

Santana añadió que la gastronomía sirve además de vehículo para la integración social de mucho de los refugiados y de los inmigrantes que, por diversas razones salen de sus países en busca de un futuro mejor, ya que les permite trabajar en el sector de la restauración y continuar con sus vidas. "Sin un trabajo y sin documentación pueden caer en una situación irregular que les devuelva a su país de origen". Es por esta razón que CEAR, aparte del servicio de defensa jurídica, de intervención social y psicológica, acogida, traducción e interpretación que presta a las personas refugiadas, también ofrece formación y empleo. En este caso, con una escuela de cocina donde los inmigrantes se forman durante nueve meses en ayudante de cocina. Algunos de esos aprendices colaboraron ayer en los talleres.

El pasado año, la organización atendió en España a más de 31.900 personas -60% hombres y 40% mujeres- de 120 nacionalidades. El 52% de ellos tenía entre 18 y 34 años.

La iniciativa fue íntegramente apoyada por el mercado del Puerto, que ha apostado por la responsabilidad social como un eje más de su trabajo. Su gerente Vanessa Santanta, miembro de la asociación Mojo Picón, puntualizó que "las recetas no tienen fronteras" y que el propio mercado es una muestra por la diversidad de cocinas que ofrece y porque en los fogones también hay inmigrantes.

La segunda receta estuvo a cargo de Mayra Urquiola, estudiante de la escuela de CEAR, y Alejandro Álamo, de Casa Enrique. Y el plato: arepas venezolanas. Mayra enseñó a los asistentes cómo hacer la masa que luego pasó a la plancha y rellenó con un sofrito con pimiento, cebolla, tomate, cilantro y huevo. Alejandro, por su parte, añadió gambas y leche de coco al sofrito de la joven.

A Mayra siempre le apasionó la cocina y quiso profesionalizarse. CEAR le está ofreciendo esa oportunidad después de que hace dos años abandonara Venezuela con 22 años en busca de un futuro mejor ante la situación política y económica. "Es muy duro estar sin mi familia pero me motiva el estar haciendo algo que me permitirá tener un trabajo y traerme a mi familia", respondió.

Las arepas en sus dos versiones tuvieron igual éxito que la pastella. Y la experiencia resultó para Yvonne y Alejandro tan positiva como para repetir con sus chefs.