Tras diez días en los que la comunidad indostánica de la Isla celebró el Ghanpati, una fiesta en honor a su dios de la sabiduría y la buena fortuna, ayer se puso fin a los actos con una pequeña marcha en la que decenas de personas acompañaron a Ganesha hasta la playa de Alcaravaneras, en donde lo sumergieron en las tranquilas aguas de la bahía capitalina para que se lleve todo lo malo que haya sucedido durante el año.

En esta última jornada, la más importante de las fiestas en su honor, la deidad volvió a su tierra llevándose la mala suerte y no regresará a este mundo hasta el próximo año, cuando vuelva a conmemorarse su nacimiento, entre el 20 de agosto y el 15 de septiembre, en función de la Luna. La marcha partió sobre las 22.00 horas de las inmediaciones de la torre Woermann y recorrió en media hora el trayecto hacia Las Alcaravaneras.

Este festival supone reivindicar las tradiciones ancestrales indostánicas ya que se remonta varios siglos atrás. Se habla de un incremento de la veneración hacia Ganesha en torno a los siglos VIII-IX d. C. en todo el territorio de influencia de esta religión.