El transporte marítimo en el espacio de 70 años ha dado un salto de gigante, con la aparición de ese cajón metálico que conocemos con el nombre de contenedor y que en el puerto de La Luz tiene su mejor expresión con la aparición de esas grandes terminales que contemplamos desde esas atalayas que se asoman a la bahía, como una demostración de la evolución que ha tenido nuestro recinto con el paso de los años, al ponerse en sintonía con el transporte intermodal que marca a nivel mundial la evolución de esta actividad.
Atrás quedan los viejos tiempos, donde el esfuerzo del hombre era quién marcaba el ritmo portuario con sus propias manos y espaldas hasta la aparición de las primeras máquinas para ayudar en la faena de la carga y descarga de los buques. Pero la irrupción del contenedor ha marcado un antes y un después para la estiba de las mercancías, ya que de viajar sueltas en la bodega de los barcos con las consiguientes pérdidas y robos en todo el trayecto desde el almacén expedidor hasta su destino, pasando por el transporte por vía terrestre y marítima, hemos pasado a este "invento" del contenedor que proporciona más seguridad y garantía con toda clase de carga.
Son los nuevos tiempos del transporte que se mueven por todo el globo, dando lugar al gigantismo de los barcos donde los astilleros empiezan a botar unidades capaces de llevar hasta un total de 38.000 Teus de un continente a otro. Es el triunfo del contenedor, que convive con nuestro mundo como un miembro más de la comunidad haciendo posible el intercambio de productos. Así desde Canarias enviamos en estos gigantescos cajones nuestros productos hortícolas a los mercados europeos por poner un ejemplo, y la mayor parte de la que consumimos en este Archipiélago nos llega a través de este singular medio que puebla ya nuestras carreteras.
Juan F. Fonte. Periodista y cronista oficial del Puerto
