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Puerto | Las naves del misterio (VI)

El fugitivo que encalló en La Isleta

El carguero 'Kos Island', que se había fugado de Guinea Conakry y era buscado por Interpol, embarrancó al norte de La Esfinge en 1991 en un suceso inquietante

El 'Kos Island', encallado en las bajas de La Isleta en una imagen de comienzos de abril de 1991. la provincia

La costa noreste de La Isleta es peligrosa. Los vientos y las corrientes se suman a las caprichosas formas del litoral entre el Roque Ceniciento y el Negro -cuya denominación popular, La Esfinge, da nombre a la cercana zona portuaria- para crear un remedo de 'triángulo de las Bermudas' ante el que han sucumbido muchos barcos. Eso mismo le ocurrió al carguero chipriota Kos Island, que embarrancó en el paraje conocido como Las Bajas el 30 de marzo de 1991, Aquel suceso, sin embargo, tuvo más de misterio que de tragedia. ¿Realmente encalló como consecuencia de accidente o fue todo fruto de un plan para cobrar la póliza de seguro de una embarcación que estaba a punto de ser embargada?

El Kos Island, que llevaba navegando desde el año 1969, llegó al Puerto de La Luz procedente de Guinea Conakry para recibir un suministro de combustible en fondeo y había zarpado de madrugada rumbo al puerto belga de Amberes. El buque llegó a solicitar ayuda a los remolcadores, pero "no se le pudo auxiliar ya que estaba con la proa metida sobre las rompientes y con una importante vía de agua en la sala de máquinas", según relataba Juan F. Fonte al día siguiente en las páginas de LA PROVINCIA.

Las averiguaciones que la prensa publicó durante las jornadas posteriores acerca del paso del carguero por Gran Canaria resultaban inquietantes. "El Kos Island se fugó de Guinea Conakry y era buscado por Interpol", tituló el Diario de Las Palmas el 3 de abril. Era considerado un "barco peligroso" por las autoridades guineanas. "Al fugarse dejó importantes deudas en aquel país", añadía el vespertino citando fuentes conocedoras de la situación.

El capitán, el griego Stefanos Ykonomy, tuvo que declarar ante la Guardia Civil, el Juzgado de Guardia y las autoridades de Marina junto al resto de oficiales del Kos Island. "Casi todos han entrado en contradicciones", publicaba el 5 de abril el Diario de Las Palmas, que dedicaba dos páginas al "mar lleno de contradicciones" que fueron las horas que precedieron al suceso y las testificales de los tripulantes. Los investigadores, detallaba el vespertino, sospechaban que "el 'accidente' pudo obedecer a un plan premeditado, sin conocerse hasta el momento en base a qué intereses, que no sean el cobro de un seguro millonario por un barco hasta hace poco buscado por esta zona del Atlántico, pudo producirse".

Indicios de "un delito tipificado en las leyes de navegación marítima como naufragio intencionado" no faltaban, según el Diario de Las Palmas: el timón "estaba orientado hacia tierra y sus anclas recogidas" y los tripulantes bajaron del buque a los remolcadores que los rescataron con sus equipajes "bien empaquetados". El capitán, que no testificó acerca de las irregularidades del buque, sí aseguró en declaraciones posteriores al vespertino que "en todo momento intentó salvar el barco". Ese mismo día, las autoridades de Guinea Conakry se habían puesto en contacto con el Puerto para reclamar que el buque fuera retenido en La Luz. "Eso es algo que está más que garantizado ante su actual situación, como es de suponer, embarrancado", añadía Juan F. Fonte.

La jueza no vio conductas delictivas en los oficiales, pero sí consideró que existía la posibilidad de que el buque hubiera podido ser salvado, por lo que decretó la libertad de los cuatro, aunque ordenó la retirada de sus pasaportes. Dieciséis tripulantes del Kos Island pudieron irse esa misma noche, la del 5 de abril, en un vuelo nocturno rumbo a Atenas, y otros cuatro "se negaron a hacerlo hasta que la compañía no les abone unos tres millones de pesetas que les adeudan en asunto tramitado ante la ITF", según publicó LA PROVINCIA.

El interés popular por el suceso, ocurrido en un lugar algo recóndito, fue decayendo poco a poco, aunque a su alrededor continuaban pasando cosas. Una empresa se encargó de las tareas de extracción del combustible del buque, cuya precaria situación llevó a pensar en una posible marea negra que nunca llegó a darse, y los debates sobre el destino final del buque se sucedieron. Mientras la corrosión se adueñaba del casco del Kos Island, otros se acercaban a él durante las madrugadas para tratar de rascar alguna pieza valiosa o recuerdos del suceso. "Está siendo saqueado impunemente en su interior, al carecer de total vigilancia para frenar los expolios que en él se realizan", denunciaba el Diario de Las Palmas cinco meses después del incidente, el 30 de agosto.

Con el Kos Island ocurría algo parecido a lo que años antes ya había sucedido con el Angela Pando, un mineralero que había embarrancado junto al Roque Negro a mediados de 1986. Los dos fueron objeto de saqueos y los dos acabaron en el fondo del mar convertidos en pecios visitados por los buceadores de las Islas. Algunos de sus restos continúan repartidos por el litoral, aunque el acceso a esta franja costera está restringido por formar parte de las canteras empleada por la Autoridad Portuaria y de la zona militar de La Isleta.

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