Un grupo de cinco chicos, naturales del oeste francés, llevan ya unos meses sintiendo el sol en la cara, los elementos y el frío del mar en sus huesos. Su travesía empezó en septiembre en el puerto de Saint Gilles Croix de Vie, en el departamento galo de la Vendée, a bordo del velero Ahoy. Su viaje a través del Atlántico les llevará hasta el Caribe, previo paso por Canarias, para después volver a su tierra natal. ¿Su misión? Dar un soplo de esperanza a las personas que sufren de fibrosis quística y ayudar a la lucha contra esta enfermedad sin cura, tal y como ellos mismos han expresado estos días en su escala en la capital grancanaria.

Alexandre Allain tiene 24 años. Hace dos le trasplantaron ambos pulmones después de un larga operación de 10 horas. Padece de fibrosis quística y forma parte de la tripulación del Ahoy. "Para mí no ha sido más duro el viaje que para mis compañeros", señala confiado mientras conversa con sus amigos en la sede de la Alianza Francesa en Las Palmas de Gran Canaria. "Esta ha sido mi primera vez en un barco, no sabía cómo era la experiencia", apunta, aunque en este caso el capitán de la embarcación, Thibaud Levrier, ya cuenta con la experiencia de otras travesías.

El resto, Romaim Levrier, Benoit de la Motte y Jeremy Boucaud, apenas habían hecho hasta ahora pequeños viajes en barco, por lo que esta ha sido su primera vez en alta mar. "El Atlántico no es el golfo de Gascoña [de Vizcaya]", señala bromeando Boucaud. "El frío, el viento, las olas, los elementos naturales son muy diferentes", explica. Por el momento, han ido realizando una serie de escalas a lo largo de las costas ibéricas -Bilbao, Vigo, Lisboa- para después lanzarse a cruzar las aguas más bravas que separan los archipiélagos de Madeira y Canarias de Europa.

La idea inicial era continuar por Cabo Verde y Brasil hasta llegar al Caribe, pero el hecho de que Allain no pudiera vacunarse contra algunas de las enfermedades presentes en estas zonas obligó a la expedición a cambiar la ruta, explica el capitán Levrier. Una vez en aguas de las Antillas, harán escalas en las Granadinas, Martinica, Guadalupe, Haití y Bahamas. Para ese entonces comenzará la travesía de vuelta a casa, previo paso por Azores. "Esta parte del viaje será muy dura, contra el viento", detallan los chicos de la expedición.

"Esperamos poder regresar en junio o julio", señala Boucaud. Casi un año de travesía en el que Allain y sus compañeros podrán vivir una experiencia inigualable a bordo del Ahoy, un velero que compraron mediante préstamos. No obstante, este viaje está siendo posible gracias al apoyo de numerosas entidades privadas que han servido las veces de patrocinadores. La Alianza Francesa en Canarias también se ha volcado con ellos y han tenido una ajetreada agente en la Isla. Estos días en la capital han dado charlas en colegios como el Arenas o el Liceo Francés. Incluso han surfeado en La Laja junto a una chica que también padece de fibrosis quística.

El mal tiempo de estos días probablemente les retrasará, pero eso no significa que los ánimos decaigan. Además, habrá que esperar a la vuelta de Allain de Francia, "pues tiene que ir a una revisión médica cada dos meses", señala Levrier. A pesar de todo, de tener que convivir con la enfermedad, el joven ha podido recuperar 20% de soplo, señala él mismo. "El aire del mar es muy bueno para los pulmones", apunta el capitán.

"Queremos mostrar que aunque su enfermedad no tiene cura, se puede llegar a vivir bien", apunta Boucaud. No obstante, el lema bajo el que están cruzando el Atlántico es "implantar un soplo de esperanza". Ahora por delante les quedan más de siete meses de travesía en los que tendrán que luchar contra los elementos y superar los retos que tengan por delante. El Ahoy, nombre del velero y del proyecto, pone rumbo a América.