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La Navidad de la orilla del Báltico a la del Egeo

Un ruso, dos rumanas, dos búlgaros y un griego residentes en la capital grancanaria cuentan cómo viven estas fiestas en sus países

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Navidad Ortodoxa

Desde la ensalada olivier hasta el christopsomo -pan de cristo-, pasando por una serie de pasteles a base de hojaldre con un toque de embutidos y carnes ahumadas para pasar el frío. En un viaje desde San Petersburgo, la capital de los zares, hasta las orillas del mar Egeo, LA PROVINCIA / DLP repasa algunas de las costumbres navideñas más relevantes en Europa del Este de la mano de personas procedentes de Rusia, Rumanía, Bulgaria y Grecia afincadas en Las Palmas de Gran Canaria desde hace años. Migrantes que aprovechan estos días festivos para rememorar sus tradiciones o volver a sus respectivos lugares de origen en busca del reencuentro con la familia y los amigos.

Rusia. Han pasado 19 años desde aquel día en el que Andrei Gusev partió de la orilla del Báltico para acabar en la capital grancanaria. Procedente de San Petesburgo, aunque con doble nacionalidad rusa / estonia, señala que en su país la Navidad propiamente dicha la viven de una manera "más discreta", sin grandes festejos. En este caso, en compañía de su esposa, Yulia Yudina y su hijo David Gusev Yudina. La cena que, según la tradición cristiana, conmemora el nacimiento de Jesús en Belén, la celebran el 6 de enero, víspera de la Navidad, pues la Iglesia ortodoxa establece esta fecha para la Nochebuena.

"Generalmente cenamos carne, cerdo sobretodo", explica Gusev al frente de la barra del restaurante Rancho Canario, el cual regenta en la capital junto a su esposa. "No hacemos nada especial, en mi país después de comer se va a misa, pero aquí en Canarias no hay Iglesia ortodoxa", señala. Para los rusos el día grande de estas fechas, y el cual sí celebran por todo lo alto, sería el Año Nuevo. "Es en Nochevieja cuando se dan los regalos y nos reunimos todos", apunta.

La extinta URSS estableció, precisamente, el Año Nuevo como fecha festiva principal de invierno, en contraposición con la Navidad, por su carácter religioso. En casa de los Gusev Yudina cenan ensalada olivier, "lo que en Canarias se conoce como ensaladilla rusa, solo que le ponemos jamón y pepinillos agridulces", detalla Andrei. Una cena en la que disfrutarán de la compañía de su hermana, que vendrá desde Rusia. Además, explica que al principio "también" regalaban a su hijo el 25 de diciembre y en Reyes Magos, "para que no se sintiera mal por los otros niños, pero ahora ya es mayor".

Rumanía. Adela Felisia Latiu partirá el año y entrará en el 2020 en un local que ha alquilado en Telde junto a sus amigos. Natural de Sibiu, en el corazón de la región rumana de Transilvania, vive en la capital desde hace 14 años y trabaja de dependienta en una de las pocas tiendas de alimentación del país de los Cárpatos en Gran Canaria, Gustul Romaniei, junto a Roxana Voloaca.

"La Nochebuena la vivimos en familia con mucha comida con grasa, para soportar el frío", detalla Latiu, pues en su ciudad se pueden alcanzar temperaturas "de hasta 20º bajo cero", recalca. De entrantes, muestran ambas un plato repleto de embutidos ahumados. Cabeza de jabalí, salchichas rústicas, queso de oveja o de vaca, kaizer -panceta ahumada- entre otros. Aunque el que más destaca es el caltabos. "Es un salami pero tipo paté, muy típico en Navidad", explican.

La cena del pasado 24 de diciembre de ambas, pues los rumanos, a pesar de ser ortodoxos, sí celebran la Navidad en la misma fecha que los católicos, continuó con los sarmales. "Son unos rollitos de carne molida con arroz, todo envuelto en hojas de col", apunta Voloaca. Y, para culminar, "el primer tocino después de hacer la matanza", detalla la transilvana. Todo regado con un toque de vino semidulce o aguardiente de pera, "muy fuerte, para bajar la grasa", añaden ambas.

En este caso, en Rumanía los regalos sí se dan como tradición en la noche del 24 de diciembre. Además, cuenta Latiu, que los más pequeños de la casa "van de casa en casa cantando villancicos", minutos antes de ir a casa a por un bocado de cozonac, la versión rumana del panettone.

Bulgaria. "En Nochebuena hacemos una cena estrictamente vegetariana, a modo de ayuno", explica Vasil Halachev, natural de Plovdiv, la segunda ciudad de Bulgaria. Este médico de familia ejerce su profesión en la capital desde el año 2006, cuando llegó a la Isla. "Este año nos reunimos en casa con mi hijo, que vino del Reino Unido donde estudia, y una amiga de mi país que vive aquí sola", explica el doctor.

La Navidad la celebran el 25 de diciembre, al igual de los católicos, pues la Iglesia ortodoxa de Bulgaria se desligó de Rusia en este sentido hace un siglo, detalla Halachev. En este día sí comen carne, cerdo. "Pero el sabor de aquí es muy diferente, por eso no lo solemos comer y preferimos el ibérico", explica este médico de familia, quien afirma que llegó a la Isla sin saber "ni una palabra" de español.

Petya Ivanova, también búlgara, lleva en Gran Canaria desde hace 19 años. La pasada Nochebuena decoró con precisión la mesa. Sobre ella, multitud de platillos, con sarmi -carne molida y arroz envueltos en col-, y mucha comida a base de hojaldras: Baklava, un postre con nueces típico del antiguo imperio otomano; Tikvenik, con calabaza y canela rallada; Banisa, a base de huevos, yogur natural y queso feta. "Todo hecho al horno" comenta. "Y tras bailar y comer nos intercambiamos los regalos", apunta.

Grecia. "Vivo la Navidad con mucha ilusión, porque es el momento de volver a casa", detalla Christos Arampatzis. Natural de Atenas hace 13 años que vive en Gran Canaria. A pesar de ser ortodoxos, los griegos también siguen la tradición del 25 de diciembre para conmemorar el nacimiento de Jesús. Aunque, en el caso del país heleno el Año Nuevo, día de San Basilio, también es un día especial. "En ambas fechas nos intercambiamos regalos", apunta este profesor de inglés en la ULPGC.

Antiguamente era muy común decorar barcos de pescadores con bolas de Navidad en las casas griegas, "pero es una tradición que poca gente sigue", señala Arampatzis. En su lugar, han adoptado el ya común árbol. En Nochebuena, son muy típicos dulces como el melomakarono, realizado a base de harina, aceite y miel con unos toques de brandy y naranja. "Y en Nochevieja tenemos un pastel parecido al roscón, el vasilopita", apunta. En este caso, en lugar de una haba o un Rey Mago, este queque griego contiene una moneda para empezar bien el año.

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