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Una apuesta por un Año Nuevo más íntimo entre familiares y amigos

Las churrerías de la capital vuelven a ser punto de encuentro de los juerguistas en un primer día del año más limpio de lo habitual

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Resaca de Año Nuevo en Las Palmas de Gran Canaria

Ocho de la mañana, primer día del 2020. Marta, nombre ficticio, acaba de salir de una fiesta que califica de "increíble", va con los tacones en la mano y los pies descalzos por mitad de una calle cualquiera de Las Palmas de Gran Canaria. Intenta apurar el paso, la idea es reencontrarse con sus amigas, a las que perdió de vista horas antes, en la churrería de turno. Las llama y estas le informan de que en la puerta le espera un buen chocolate caliente; sin duda, todo un descanso después de horas de pie bailando hasta altas horas de la madrugada. Este podría ser el retrato de algunas de las miles de personas que disfrutaron este miércoles de la primera noche de juerga del año. Una Nochevieja que en esta ocasión terminó con el menor número de grandes celebraciones de los últimos años, pues se observa un cambio de tendencia en el que el público cada vez rechaza más las denominadas "macrofiestas".

"Este año preferimos ir a una fiesta con un ambiente más familiar, había gente, pero no eran esas aglomeraciones, se podía estar sin agobios", apuntó Alejandro Martín Jerez junto a varias amigas frente a la Chocolatería Churrería Montesol, tradicional punto de encuentro de Año Nuevo en la capital. Y lo cierto es que en las calles de la ciudad se palparon cambios con respecto a años anteriores. El Servicio Municipal de Limpieza recogió este miércoles 3.900 kilos de basura, frente a los 7.250 del 2019. Unas cifras que se traducen en un descenso del 46%. Dato curioso, más teniendo en cuenta que ya en aquella ocasión se había producido una importante bajada.

Asimismo, el Ayuntamiento también comunicó del descenso en el número de fiestas con respecto a los últimos años. De las 75 licencias extraordinarias por Año Nuevo otorgadas en 2015 a las 53 permitidas en esta ocasión. Desde la Asociación de Empresarios de Bares y Restaurantes de Las Palmas han achacado principalmente esta bajada a la "casi ausencia de macrofiestas". Además, señalan que en esta ocasión "han salido reforzados los locales con aforos más limitados".

Menos fiesteros o más concienciados con la limpieza y el cuidado del medioambiente. Lo que sí es cierto es que cientos de jóvenes -y no tan jóvenes- volvieron a acudir a las churrerías de la capital. Llegados de algunas de las fiestas celebradas en la ciudad, de las que transcurrieron en la periferia o del concierto que organizó el Ayuntamiento en la plazoleta de La Puntilla. La tradición de acudir al "after gratuito", como así lo llamaron algunos, se volvió a cumplir.

Por ejemplo, Patricia Peña, Claudia Santana y Claudia Lorenzo fueron de las que celebraron el nuevo año en Los Jardines de la Marquesa en Arucas pero acabaron en Perojo. "No estaba masificado", afirman todas. "Lo pasamos súper bien, mejor que cuando fuimos a Las Brujas, allí hay demasiada gente, en este sitio de ahora el espacio estaba mejor distribuido", apuntó especialmente Peña, churro en mano. "Van a caer mínimo cinco, porque tengo muchísima hambre", señaló esta estudiante de derecho junto a sus amigas, mientras estaban sentadas a las puertas de la chocolatería.

Nada de aglomeraciones y poder bailar, eso es también lo que iban buscando Ana García, Carla González y Ariana Doreste, quienes fueron al Bodegón de Bandama. "Lo pasamos increíble, no eramos tanta gente como en otros lugares", apuntó García, collar de luces de Navidad al cuello. Y es que los accesorios más variopintos no podían faltar en la primera juerga del 2020. "Nos los trajo una amiga para ir de chulas", indicó González mientras su otra amiga intentaba encender por última vez las coloridas bombillitas, ya con una luz tenue después de una larga noche.

"Como no encontrábamos una fiesta que se amoldara a nuestros gustos montamos una nosotros mismos", apuntó Sara Doreste, rodeada de sus amigas, una vez acudieron a la churrería.

"Unos amigos decidieron hacer una fiesta en una finca y allí que fuimos", explicó Doreste, tras recordar cómo hace un año ella y sus amigas no encontraban un sitio con el que se sintieran identificadas. "Pasar el Año Nuevo con tus amigos y con gente conocida es mejor", señalaron todas. Aunque, siempre quedan nichos y reclamaciones por cubrir, claro está. "Hacen falta fiestas de ambiente LGTBI, aquí en la capital no hay", apuntó por su parte Arantxa Calero.

Aunque si algo tienen claro, son sus propósitos para el año nuevo. "Que se rompa la desigualdad de género", señaló Doreste. "Se necesita más educación en todos los sentidos", añadió Calero. Aunque, a menor escala, una pidió conseguir trabajar en el ámbito sanitario; mientras otra de sus amigas, Andrea Benítez León, clamó por aprobar las próximas oposiciones de educación y lograr una plaza.

Y es que muchos aprovechan el Año Nuevo para marcarse metas personales. "Yo quiero bajar un par de kilitos", señaló Jorge Núñez bromeando delante de su amiga Alicia Pérez, quien le pidió al 2020 "hacer una limpia y aprobar todo", pues arrastra varias asignaturas de Administración y Dirección de Empresas. "En mi caso tengo que aclararme la cabeza, ubicarme en la vida sabes", apuntó María Martín, otra compañera de este particular grupo apostado de buena mañana en plena calle Perojo.

Camareras en la fiesta

Pero en Año Nuevo no todo es juerga y diversión. Sara y Patricia estaban a eso de las ocho comiéndose un buen par de churros con chocolate en la puerta de Montesol, pero en su caso, ellas no bailaron hasta el amanecer, si no que trabajaron de camareras en la fiesta de Los Jardines de la Marquesa. "Básicamente por ahorrar, las entradas estaban caras, nada nos convencía, y al final, te gastas 50 euros por algo que no te gusta y pierdes el dinero... mejor ganar 120, toda la vida", apuntó Sara, quien estudia Economía y Relaciones Internacionales.

"Es raro estar aquí en playeras, pero mira, hasta mejor, porque luego las ves a las demás, con los pies negros, todos etílicos y demás y te sientes distinta", señaló Patricia. "Estamos como si fuéramos a hacer footing, añadió Sara por su parte entre bromas. Con todo, la tradición de los churros con chocolate no se la saltaron, "había que venir para reencontrarnos con la gente conocida", apuntaron ambas antes de dar el primer bocado.

Y así, entre tanto, tocaba volver a casa. Las caras cansadas se amontonaban las paradas de guaguas de San Telmo y Santa Catalina; donde en la churrería La Madrileña también se agolpaban los fiesteros mañaneros. También a la espera de un taxi en numerosas vías. Mientras, el dispositivo de limpieza se encargaba de traer la normalidad a las calles de la capital. El servicio contó con 93 trabajadores y un total de 32 vehículos; además de 112.000 litros de agua -unos ocho mil menos que en 2019-. Las actuaciones incidieron en barrios como Vegueta, Triana, Intercambiador de Santa Catalina y las calles Bravo Murillo, Juan XXIII, en la Avenida Marítima y Paseo de Chil. También en barrios como Escaleritas, Siete Palmas o Zárate.

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