La Provincia - Diario de Las Palmas

La Provincia - Diario de Las Palmas

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

El mejor miércoles del año

Las Canteras se llena de visitantes en el primer día del año para disfrutar de un día de playa, brindar con los amigos y practicar deportes acuáticos a más de 20 grados de temperatura

31

Año Nuevo en la playa de Las Canteras

Los miércoles suelen ser días tranquilos en Las Canteras, aunque todo cambia cuando es uno de enero. Ayer, con el crepúsculo, la playa era aún territorio de los que estiraban la Nochevieja, pero los seres de la noche desaparecieron del paseo en cuanto los primeros rayos de sol del año comenzaron a rebotar en sus rojos adoquines. Los pioneros en aparecer entonces fueron los vecinos de la zona que bajaban a tomarse un café en la calle y los runners impenitentes que no entienden de festivos, pero la auténtica animación aún tardaría un poco en llegar.

Mientras la ciudad se desperezaba tratando de sacudirse de encima la calima, la playa, estratégicamente ubicada al abrigo de los vientos del sur y con más de 20 grados desde las diez de la mañana, se convertía en el refugio ideal para celebrar la entrada en 2020 en familia y con amigos, aunque también los había que caían rendidos en la arena sin más objetivo que sobrellevar la resaca. Aunque no lo pensaran, en realidad todos ellos estaban viviendo el que posiblemente sea el mejor miércoles de todo 2020 en uno de los mejores sitios para hacerlo.

Rafa Sánchez tiene eso claro desde hace más de 40 años. Él y su familia se dan cita junto al 'chino rojo' cada uno de enero a las 13.00 horas para un brindis "con sidra, de la barata". En esta ocasión han llevado cuatro botellas, porque cada año se les suma más gente. "Una no da para todos", comenta Sánchez.

Su plan es sencillo: llegan, se dan un chapuzón y chocan sus vasos acompañados de algún pedazo de turrón blando que ayuda a bajar la sidra. Todos tienen buena cara y aseguran que "fueron buenos" la noche anterior. "Cenamos con la familia y no creo que ninguno se enralara, porque con la edad que tenemos...", bromea uno de ellos.

Sánchez se encarga cada año de llevar el alcohol y el dulce, aunque cada año es necesario pertrecharse con más provisiones: "El turrón y la sidra los traigo yo, pero el resto trae otras cosas". Tras el brindis, recogen con paciencia cada uno de los vasos de plástico que han repartido y charlan un poco. Este año, uno de los temas era el debate sobre el fin de la década: ¿acabó anteayer o dentro de 365 días?

Como en cada familia, en esta hay teorías para cada gusto: mientros unos defienden que "no hay opinión que valga, porque la década empieza con el año uno", otros rebaten preguntando "qué hay antes del uno, qué hay del cero al uno". Y así, entre risas y bromas, se despiden hasta el año que viene en el mismo punto y a la misma hora. En casa les espera un almuerzo con las sobras de la noche anterior, con "carne mechada, pero casera, no de la que viene hecha".

El primer día del año no hay que aprovecharlo, hay que exprimirlo. Por eso también hay quienes se llevan a la playa las sobras de Nochevieja en vez de volver al hogar para comérselas: demasiados rayos de sol como para estar encerrados entre cuatro paredes. Fernando Gómez-Pamo y Reyes Toledo son de esta filosofía. A la hora que otros hacen cola en los restaurantes del paseo, ellos disfrutan junto a la orilla de una bandeja de canapés de salmón y unas copas de cava que han traído en prácticos benjamines que guardan en una neverita.

La primera visita a la playa es para ellos una tradición familiar que viene de atrás: "Empezamos con mis niñas pequeñas, después se hicieron grandes y ya tenemos nietos", explica Loreto. Este año echan de menos a unos amigos que no pudieron acudir a la cita, pero aun así celebran con la misma emoción que la primera vez y sin preocuparse por el reloj. "Nos estamos unas horitas", comenta Fernando.

Cada grupo celebra el Año Nuevo de una manera. Si Fernando y Reyes lo hacen como pareja junto a la orilla, Alfredo Almeida y sus amigos prefieren colocarse junto al paseo con una organización que no tiene nada que envidiar a un catering profesional. "Solo nos faltan el árbol de navidad y el photocall", bromeaba uno de ellos. Sobre la mesa, un banquete que haría feliz al mismísimo Pantagruel: ensaladilla, tortilla, croquetas, papas, queso, boquerones, pata de cerdo, panetone...

Muchos de ellos, oriundos de la Península, viven en Canarias desde hace tiempo y no han tenido ningún problema en sumarse a la tradición playera de arranque del año. En esta ocasión han tenido, además, una reciente incorporación. Con ellos está por primera vez la pequeña Aitana, que con solo tres meses ya vive su primer Año Nuevo "en el sitio con el mejor clima del mundo", presume su madre, Alba Arce.

Con tan poco tiempo de vida, se antoja imposible que Aitana pueda recordar su primer uno de enero en la playa, pero cerca de ella hay otra familia, los Pons Blanco, que vienen desde hace años preparados para un día de actividad acuática que ya forma parte de los recuerdos de su hija. "Ese año Estela se va a tirar por el ascensor al otro lado de la barra", señala su padre mientras bromea acoplándole una aleta de tiburón de juguete en la espalda. Ya celebraron la Nochevieja en la arena y doce horas después regresaban para continuar con la zambullida, cargados ya con trajes de neopreno, equipos de buceo y hasta una tabla de paddle surf.

Mientras Estela y sus padres se hacen al agua sobre la tabla, a su lado pasan Juan Barrios y Adriana Martín, que pese a ser de Ingenio pasaron la Nochevieja "de okupas" en casa de un familiar en La Isleta, bromea ella. Aunque ellos no se tumban en la arena -"Hoy solo nos damos un paseo, porque el aire estaba frío y no nos apetecía"- son fieles a la idea de tener alguna actividad el día uno de enero: "Este año nos echamos a caminar, después comeremos con la familia y a dormir la siesta". Nada mal para el que lo tiene todo para convertirse en el mejor miércoles del año.

Compartir el artículo

stats