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Seguridad

"Nos hemos encontrado a dos personas mayores fallecidas en el interior de su casa"

La Unidad de Protección de la Policía Local orienta a ancianos, menores, mujeres víctimas de violencia y personas sin hogar

"Nos hemos encontrado a dos personas mayores fallecidas en el interior de su casa"

Identificar a personas mayores que viven solas y pueden estar atravesando situaciones de riesgo es una de las labores más valiosas que realizan los nueve agentes de la Unidad de Protección y Acompañamiento Local (UPAL) de la Policía Local de Las Palmas de Gran Canaria. A lo largo de 2019, este cuerpo municipal atendió a 174 ciudadanos de edad avanzada que se encontraban desorientados en la vía pública o en situación de desatención en sus hogares. Una vez que detectan a la persona, los guardias informan a los servicios sociales y contactan con los familiares, para ver "qué está pasando", explica el oficial de la UPAL, Eloy Naranjo. La comunicación directa entre la Unidad y los distintos servicios municipales es una directriz habitual, ya sea en intervenciones con mayores, mujeres víctimas de violencia, personas sin hogar, menores en situación de riesgo o personas en cualquier situación de vulnerabilidad.

Los agentes de la UPAL actuaron en 204 casos de violencia de género el pasado año. El protocolo a seguir en casos de agresión machista, se centra en la protección y acompañamiento de la víctima, garantizando su privacidad y seguridad en cualquier circunstancia, intentando no victimizarla doblemente. Para ello, los responsables de la UPAL acuden siempre vestidos de paisano, para mitigar la sensación de distancia y formalidad que otorga un uniforme. "Le ofrecemos la posibilidad de llevarla al centro sanitario, de acompañarlas en el proceso de denuncia y le informamos sobre los recursos municipales existentes", aclara Naranjo. De este, le prestan una atención y asesoría a la víctima, mientras que el vehículo policial ordinario es el que se encarga de intervenir con el agresor.

En ocasiones, acuden, también de civil, a ofrecer orientación a mujeres prostituidas que pueden estar sufriendo situaciones de violencia por parte de sus clientes, que ellas mismas han acabado normalizando por "la mera" transacción económica.

Otra medida fundamental, a la hora de tratar casos de violencia de género, es la de acompañar a la víctima en el proceso de denuncia, ya que muchas veces reciben presiones y amenazas tanto por parte d el denunciado, como de los familiares de este personados en el juicio.

Algo en lo que la UPAL se ha centrado desde su fundación, en septiembre de 2017, es en el ámbito de la prevención con menores. A partir de la creación del proyecto Zonas Libres de Acoso, los agentes acuden a los centros educativos acompañados por una compañía de teatro, para concienciar y educar a través de la improvisación y la acción colectiva. "A los alumnos de los primeros años de secundaria les damos charlas orientadas a la violencia de género a través de las tecnologías", detalla el oficial. Y es que la violencia ya no es únicamente verbal o física, sino también cibernética. En un contexto en el que los chiquillos "nacen con un móvil bajo el brazo", es imprescindible detectar los síntomas de acoso también por vía digital.

Más allá de las actuaciones preventivas, el otro foco de actuación con menores se enfoca en las tareas de investigación en determinados núcleos familiares en los que hay niños "en situación de riesgo o desamparo". En este caso, son los servicios sociales los que orientan a los agentes para que realicen las comprobaciones oportunas. Así mismo, abarcan situaciones de acoso escolar, absentismo o actividades delictivas, estas últimas principalmente en grandes eventos como el Carnaval. En 2019 se acometieron 265 actuaciones en este sentido.

Desde que la Unidad de Protección y Acompañamiento Local se puso en marcha en septiembre de 2017, hace tan sólo dos años y cuatro meses, los integrantes de este servicio municipal han actuado en más de 1.500 casos relacionados con colectivos vulnerables. Principalmente, trabajan con personas mayores en situación de riesgo o exclusión, mujeres víctimas de violencia de género, menores en situación de desamparo o víctimas de acoso, personas sin hogar o dependientes con necesidades que, por una razón u otra, no se encuentran cubiertas.

Cabe añadir que todos los policías que forman parte de esta unidad accedieron de forma voluntaria al puesto y recibieron un curso de 120 horas de formación específica. Para desempeñar la función más social de la Policía Local capitalina, los agentes actúan con prudencia y sensibilidad, tratando de evitar procedimientos que supongan un incremento de la victimización de la persona demandante del servicio.

En las situaciones más tensas, cuando el juzgado les oficia para realizar una entrada involuntaria “con los medios que consideren adecuados”, los miembros de la UPAL intentan agotar “las vías de diálogo” antes de tener que emplear formas “poco ortodoxas”. En varias ocasiones, los agentes han tenido que acceder al domicilio de una persona que había dejado de tomar la medicación que su enfermedad mental requería, con el consecuente estado de nerviosismo y alteración. A pesar de ello, casi siempre se consigue ingresar a estas personas, quienes, tras valoración médica, logran reconducir su situación. “A día de hoy me encuentro a algunos de ellos por la calle y me cuentan que están mejor tras haber sido medicados, e incluso han ganado algo de peso”, recuerda el jefe de la UPAL.

Algunos casos reales

En el ámbito de la vejez y la soledad hay que tener en cuenta que el número de personas mayores de 65 años que viven solas en Canarias ha aumentado hasta llegar a los 71.000 individuos en 2018, según datos de la Encuesta Continua de Hogares (ECH) del Instituto Nacional de Estadística. Naranjo señala que se detectan muchos mayores que viven solos, o bien porque no tienen familia, o bien porque “están fuera” o porque estando en la misma ciudad “se olvidan de ellos”.

En dos de las intervenciones más impactantes del último año, los guardias detectaron a dos hombres fallecidos en el interior de sus respectivas viviendas. El caso más reciente tuvo lugar la semana pasada. Tras haber recibido un informe con relación a un hombre desaparecido, al que se había visto “desorientado” en ocasiones anteriores en la vía pública, los agentes contactaron con sus vecinos y con la trabajadora social, se acercaron al Hospital Negrín y al Insular, hasta que finalmente entraron en su domicilio y lo hallaron fallecido en el interior, justo “el mismo día que iba a ingresar en un centro sociosanitario”, detalla el oficial de la UPAL, Eloy Naranjo.

En el grueso de las actuaciones con ancianos desprotegidos, actúan en colaboración con la Asociación Sagrada Familia, dependiente del Gobierno de Canarias y que gestiona la tutela legal según criterio tanto del juzgado, como de los servicios sociales y médicos correspondientes. Además, los agentes hacen el acompañamiento que fuera necesario, siempre vestidos de civil y contando con el apoyo tanto de trabajadores sociales, como de la concejalía de servicios sociales.

“Lo que nosotros hacemos es identificar a estas personas directamente, o bien es el vehículo patrulla ordinario el que los encuentra en la calle desorientados y nos informa para hacer un seguimiento y avisar a los servicios sociales y a los familiares”, concreta Naranjo.

Otro de los casos más recientes lo tuvieron el miércoles 8 de enero, cuando miembros del cuerpo municipal localizaron a una señora de unos 60 años de edad, con discapacidad cognitiva “de la que alguien se estaba aprovechando económicamente” y que había desaparecido de buenas a primeras, explica Naranjo. Tras iniciar una búsqueda por hospitales y centros de salud, así como en su vivienda y vecindario, consiguieron localizar también al sujeto que abusaba de la mujer y ponerlo a disposición judicial.

“Nosotros avisamos a las Autoridades y asociaciones pertinentes. Somos un mero hilo conductor de la información”, resume el oficial. Y, como se sabe en esta época hiperconectada, la información es poder. En este caso, poder de intervención y resolución de conflictos sociales graves, como son la soledad, el abandono y la exclusión social en cualquiera de sus formas.

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